Te dicen «Sin-H, no mejoras», y tú respondes «¡pero no me jodas!». ¿Mejora tu música con los años, como el buen vino?
¿Eso lo has sacado de una canción mía?
Obviamente.
¡Ah, que vienes con estudios! Yo creo y espero que mejore con el tiempo. De hecho, hay muchas cosas que hice hace cinco o seis años que ahora no me gustan. Bueno, también hay cosas que hice la semana pasada que tampoco me gustan. Yo creo que sí, que mejoro con el tiempo. A escribir como tal empecé muy pequeño, con diez u once años. Mi abuela me enseñó el magnífico mundo de la escritura y de la literatura y me enganchó. Empezó siendo un diario y poco a poco me di cuenta de que se podía «dibujar», como ella decía, con la escritura. Expresaba cómo me sentía, las emociones que tenía con la edad que tenía… Y encontré una música que tenía algo que decir, que era el hip hop, el rap, y lo enfoqué hacia ese sentido, pero siempre he escrito. Y escribí, escribí, escribí, rapeé, rapeé, rapeé, encontré a gente muy buena, tanto amigos como gente que me ha dado esta música. Hasta el día de hoy, que sigo siendo un muerto de hambre pero por lo menos me hace entrevistas Murcia Inspira.
Muy bien, has acabado muy bien. Entonces es todo gracias a tu abuela, que es famosa en tus letras.
Bueno, sí, de alguna manera le quería agradecer todo lo que me ha enseñado. De todas formas, tengo dos abuelas, las dos son escritoras y las dos me han enseñado mucho. Solo que una no está y tengo que inmortalizarla de alguna manera.
¿En qué momentos necesitas escribir?
Mi proceso creativo es complicado. Siempre que me pasa algo necesito plasmarlo para verlo desde otra perspectiva e interiorizarlo. No tiene por qué pasarme a mí, a veces veo cosas o le ocurre a algún allegado, pero para pensar tengo que escribir. Sale un boceto raro y digo «ah, que esto era así». O simplemente para saber qué siento ante una determinada situación. En cuanto a las canciones es diferente. Tengo libreta y documentos llenos de frases, y me pasan un instrumental y lo adapto, pero me gusta más la otra faceta, que es la de salir, ver, vivir y escribir.
¿Y en esa otra faceta escribes poesía o prosa?
Casi siempre es prosa. Últimamente estoy un poco enfrentado con la poesía por su necesidad estética, que le quita pureza. Pero sí, también escribo poesía de vez en cuando.
¿Son los raperos los poetas del siglo XXI?
Raperos ha habido siempre. Dentro del rap hay muchas vertientes, los que cuidan la escritura y los que no. Pero no solo en el rap. Cualquier artista que se siente a meditar un poco o a esculpir más la letra: no tiene por qué ser rapero, también hay gente en el indie que está haciendo cosas chulas, así que generalizar… El rap como tal es R de revolución, A de actitud y P de poesía… (risas),así que tiene algo dentro.
Decía Gata Cattana que Góngora y Quevedo, para ella, eran raperos.
Sí.
Luego se murió, pobrecilla.
Han reeditado un libro suyo que está muy chulo. La escala de Mohs. Espera, voy a por agua.
¿Quieres? Yo tengo.
¡Ja!
¿Cómo está el mundo del rap ahora mismo? Yo me quedé en Eminem.
(Risas).Yo creo que está mejor que nunca.
«Porque estoy yo».
No, qué va. (Risas). Porque se está haciendo industria donde antes no había comercio. Hay muchísimo público. Si te fijas ya no hay garrulos, ahora son solo raperos y traperos. Te puedes permitir ir a un concierto y pedir un dinero, antes no podías. Era todo muy underground, que lo sigue siendo, pero eras un vendío si pedías dinero. Ahora se puede vivir de esto, y mucha gente lo critica, pero mientras otros abran camino… vamos todos a una. Es hora de que se nos tome en serio. No somos críos que hacen cosas en un parque, hay mucho trabajo detrás, como en cualquier otro estilo musical.
¿Prefieres producirte en plan «yo me lo guiso yo me lo como», con tus redes, tus cosas; o firmarías con un gran sello?
Yo en realidad lo que no quiero es perder la identidad ni el sentido de por qué hago las cosas, así que si cualquiera de esas herramientas implica que yo deje de ser yo, no lo haría. Si me dan dinero y tengo libertad de creación, entonces sí.
(Nota de la redactora): Hermi hace un inciso para enseñarme sus zapatillas de estar por casa. Son muy bonitas, como de ratones.
Amor imposible, miedo a la muerte y algo de miedo a la vida: son tus temas recurrentes. Parece un laberinto sin salida. Menos mal que está el Jaro.
El Jaro me salvó la vida. Es lo primero que tengo que decir, lo diré siempre. Mis temas son los de cualquier persona que piensa un poco o que siente un poco. Lo que escribo es lo que me hace sentir, y por desgracia lo que me hace sentir son las cosas que me llevan a ese lado más tenebroso y oscuro. La gente siempre me dice que por qué no escribo de otras cosas más felices. Sí lo hago, pero cuando tengo delante cosas felices las vivo, no las escribo. Cuando estoy enamorado no me dan ganas de escribir, me dan ganas de follar. Cuando estoy triste no puedo follar, así que o escribo o me masturbo. Esas son mis realidades. Me enfrento de una forma mucho más clara a un folio en blanco cuando tengo algo que llorar, por así decirlo. Por eso lo de la poesía que decía antes: si tengo que hacerlo estéticamente bonito no sería real. Siempre hablo de lo mismo porque es lo que temo: temo a la muerte, temo a la vida, temo al amor. Son mis tres pilares. Dicen: «habla de política, habla de…». Me la suda. Todo eso me la suda. Soy un egocéntrico emocional en ese sentido. Si la gente empatiza conmigo guay, si no me la también suda. No he venido aquí a hacer poesía barata como hacen otros para que la gente me aplauda. No soy eso.
El amor, la muerte y la vida son las tres heridas, que decía Miguel Hernández, todo el mundo las tiene dentro. El egocentrismo del artista, que decía Flaubert: se le considera un narcisista porque se atreve a mirarse a sí mismo al espejo cuando está llorando. Qué guay parezco con mis citas cultas.
Sí, sí. (Risas).
Pues hablando de cultura. Tus vídeos suelen añadir imagen manga, de cómic, y tus letras guiños al cine, a la literatura (Big Fish, el Bandini de Fante…). Me han dicho que eres socio honorífico de la Biblioteca Regional.
No lo soy, pero estoy esperando a que me lo hagan. Soy la persona que más va a la comiteca…
¡Ah, que no lo eres!
Tengo un feedback bueno con ellos por las redes sociales, me perdonan a veces préstamos que no devuelvo… (Risas).Que sepáis que la comiteca que tienen es de las mejores de España. Es la más cuidada, tiene un nivel impresionante de cómic europeo, japonés… Merece la pena ir. O mejor no vayáis (amenaza con el dedo índice), que me quitáis los cómics que quiero. Me gusta el manga, el anime, la novela, el cine… y lo fusiono todo en mí porque hablo de mí. Y mamo de eso.
«Mamo de la teta de la cultura».
(Risas). Es lo mismo: tengo un grupo de colegas que cuando escuchamos algo guapo en Youtube nos lo recomendamos. Si veo una película buena, me gusta que la gente sea consciente, por lo menos, de que existe eso. Y que el manga no es solo de frikis, y el anime no es solo de frikis…
Un poco sí.
(Risas). Las mejores ideas y los mejores argumentos están ahí, te lo digo.
¿Y el porno anime qué tal? Ese es el hentai, ¿no? ¿Te gusta?
(Hace el signo de OK con los dedos).Yo no lo consumo, pero conozco a gente que lo consume… (Risas).
¿Guardas objetos en tu barba como Marge en su pelo? Tu imagen no es la de un rapero al uso.
Es verdad que soy el rapero menos rapero de todos los raperos. Sí tuve una época que tenía una necesidad de estereotipar lo que sentía, pero hay un momento, que creo es que madurez y le llega a todo el mundo, en el que no necesito gastarme 70 euros en una sudadera Trivial para aparentar que soy rapero. Soy rapero por otras cosas. Y me dejé barba por determinadas cosas y se quedó ahí. Hay quien dice «eres un hipster». Pues yo qué sé. Las etiquetas me las ponen otros, yo soy yo. Y estoy contento, no con lo que aparento, sino con lo que me da igual aparentar.
Olé.
En la barba no, pero sí guardo muchas cosas en mi habitación. Tengo un problema.
Es verdad, también recoges cosas de la basura.
No recojo: «rescato» cosas de la basura y de la calle. Porque hay que darles otra oportunidad. De todas maneras esto lo hablo con mi psicóloga, no lo puedo decir aquí.
¿En serio?
No, es broma, es broma. (Risas).
¿Y tiene algún concepto detrás?
Yo creo que sí. Son recuerdos de alguien y yo quiero sentirlos, o darle más vida a esos recuerdos. Tengo un poni, un maniquí… todo tipo de juguetes. Casi todo son juguetes. Eso es una enfermedad, ¿cómo se llama?
Se llama… Diógenes.
Sí. Diógenes, Toys R Us.
(Risas).Tienes 10k seguidores en redes. Eres un microinfluencer, o un influencer normal. ¿Qué relación tienes con ellos?
¿Con quién?
Con tus followers.
Todo lo que se hace en Instagram es escaparate puro y duro. Lo haces por ellos, necesitas ese feedback o esa palmadita en la espalda. Si subo un texto y a la gente le gusta, pues es de agradecer. Y hay un contacto mucho más directo, de «oye, ¿cómo se llama esta canción?». O «¿cuándo vas a sacar este vídeo?». Pero por lo general, paso un poco. Jaro se encarga más de responder a la gente, a mí me da mucha pereza. Cuando tengo muchos números rojos, me da pereza.
Vamos a ver en riguroso directo cuántas conversaciones tienes sin contestar de desconocidos en Instagram. Esto es periodismo de investigación.
(Hermi mira su móvil). Tengo treinta y cuatro. Ahora le doy a «rechazar todo».
Venga, toca hacerte promosió.
No quiero. Se ha acabao la entrevista. (Risas).
¡No! Proyectos que tengas en marcha para 2019, venga.
Vamos allá. Tengo: el disco con el Jaro y Jayder, que se llama de The Boys of Void. Estamos grabándolo, saldrá pronto. A lo mejor en septiembre, a lo mejor nunca. También tengo: un proyecto en solitario; llevo mucho, mucho, mucho tiempo trabajando en él, pero como me divierto más haciendo cosas con el Jaro y con gente va un poco lento. También tengo un poemario – o llámalo como tú quieras- con mi amigo el Tono, el tatuador. Eso se habló un día en un café, juntamos muchos bocetos y se quedó ahí. Y luego: iré sacando mis temas cuando a mí me dé la gana. Y seguiré escribiendo cosas que nadie leerá. (Sonríe).
Hermi se echa hacia atrás para estirarse en la silla y le mando un pantallazo de su barba desde esa posición: la visión es escalofriante. Me dice que controlo mucho de Skype y le digo que tuve una relación a distancia casi cuatro años, como pa no.Nosotros nos quedamos hablando de business y de cosas secretas.
Fotos: Paula Mínguez
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