DESARROLLO
1) LA MALA
«Lo único más extraordinario que su música es su historia». Ajam. Pues en Bohemian Rhapsody la cuentan fatal.
Vaya por delante que yo no soy muy fan de Queen. Es una cuestión de gustos personales. Cada vez que lo digo en público me procuro una buena armadura anti-tomates. Pero hasta yo sé reconocer dónde habita el genio. Algunos genios son más afines que otros, porque cada quien tiene su culo y esas cosas.
Y jamás -y digo jamás con un gesto definitivo de manos en horizontal, afilando el aire-, se me ocurriría destrozar la figura de un grupo, y particularmente de un artista, con un biopic cutre como este. La peli es ni chicha ni limoná. Es un cumplido pobre en un funeral. Es el abrazo de una suegra diplomática. Es una broma en una reunión de trabajo. Eso es Bohemian Rhapsody.
En un plano de trama argumental, la estructura del guion se enhebra sobre el supuesto conflicto de Mercury hacia sus raíces, que en teoría se resuelve el día de la actuación del LIVE AID, cuando padre e hijo se abrazan porque hijo es bueno y ha aplicado una frase de padre. En serio, esto es de primero de Infantil. Pasando de puntillas, ya no por la controversia de la homosexualidad, las drogas y el SIDA, sino por el propio talento de Mercury, su chispa. Todo aderezado por unos amigos cojonudos de la banda y por un colaborador-novio un poco hijo puta que hace de malo maléfico. Fin.
Los fans dicen: si la peli está genial. Y yo pregunto: por qué. Y los fans responden: por la música.
Ecco qui. El director solo tenía que hacer una cosa, que era adaptar el genio de Queen al cine. Para eso, tenía dos opciones. O bien imaginar cómo sería una peli hecha por Queen, o añadir su propia creatividad a la visión artística del grupo. En resumidas cuentas, o respetar o sumar. Pero no eliminar y eliminar y eliminar hasta dejar un cuadro ridículo in memoriam. Si alguien viniera a reinterpretarme así después de muerta, me levantaría de la tumba y me lo zamparía a bocados. Como la hamburguesa y las deluxe. Seguimos.
2) LA REGU
Respetar. Eso es lo que hace la serie de La amiga estupenda que ha sacado HBO después de la saga Dos amigas de los cuatro libros de Elena Ferrante. Hasta donde se sabe, este es un pseudónimo. O sea, que no se sabe quién escribe los libros. Quizá por eso te los bebes que da gusto, porque es tan real que el/la escritor/a –es una mujer fijo- se ha tenido que ocultar la cara. En el arte, casi siempre hay que ponderar entre privacidad y sinceridad. Una buena vida o una buena obra.
Elena, o Eleno, se parte en dos y tú te bebes mil páginas con el culo a remojo en la piscina en verano -que hay más tiempo para leer-, y ni te enteras.
La serie, por su parte, es correcta. Reproduce a las mil maravillas el ambiente, los personajes, las descripciones, los hechos clave, todo. Un poco como hicieron con JK Rowling, que al ver a Harry en persona decías: coño, si así era en mi cabeza. Igual que Crepúsculo. Sí, todos hemos leído Crepúsculo. Al menos, todas. No nos engañemos ahora. Fantaseábamos con Edward y tenía justo esa cara un poco mameta. Bien.
3) LA PEOR
¿Qué prefieres primero, la buena noticia o la mala? Pues voy a dejar la buena para el final, para acabar con buen sabor de boca. ¿No? Pues sí. Venga. Que aquí me voy a enfadar mucho. Llevo un par de años queriendo decir esto.
El mayor crimen que se ha cometido en la Historia de las Adaptaciones tiene un nombre mundialmente conocido.
Ese nombre es Lolita.
Una «lolita» no debería ser sinónimo de niña pequeña con tempranas inclinaciones sexuales. Si acaso, debería ser sinónimo de niña torturada que experimenta con su escasísimo poder, pero sobre todo, debería ser sinónimo de «víctima de los líos macabros y perversos de un pervertido pedófilo abusador de menores». Sé que he usado muchos sinónimos aquí. Es que es como para eso.
En el libro, la magia se fragua cuando Nabokov consigue hacerte empatizar -¡ojo!- con un degenerado.
En la peli, el pobrecito protagonista está a expensas de los coqueteos de una niña un poco fresca.
Dios santo y bendito. Es que mira. Mira, mira, mira. Me enervo.
Lo peor es cuando llega la adaptación de turno y se carga el espíritu del original. Esto es inaceptable. Es el motivo de que muchos creadores rechacen la posibilidad de la adaptación y se abstengan de que venga un paleto, por mucho renombre que tenga, a darle la vuelta a su obra.
Continuamos. Con una sonrisa.
4) LA BUENA
Decía yo hace unos párrafos que para adaptar se puede sumar o igualar la apuesta. Pues este es el caso en que se suma.
Loving Vincent es una peli hecha de dibujos a mano que reproducen el estilo de Van Gogh para narrar la reconstrucción de los hechos tras su muerte. Aparte del increíble valor de que haya un equipo de más de doscientas personas trabajando, fotograma a fotograma, en un proyecto de este calado; la propuesta es fascinante: ¿Así veía el mundo este pintor fallecido? Y, yendo más allá, incluso, con la mezcla entre la técnica y el argumento de la peli: ¿No es como si él mismo se asomara a las consecuencias de su presunto suicidio? Como si desde el más allá nos estuviera mostrando un fragmento de su no-vida.
Esto es una propuesta artística de calidad. Que integra el talento indiscutible de un pintor clave y, además, le da una vuelta de tuerca en creatividad positiva para conseguir un resultado nuevo en otro medio distinto. Se puede pasar del pincel a la pantalla y sumar ambas cosas. Chapeau.
CONCLUSIÓN
Esto que acabo de hacer es un artículo, pero he dejado las pinzas del esquema.
Los creadores deberían hacerse esquemas básicos en la cabeza antes de abordar la materialización de sus propias ideas. Preguntarse, si acaso, dónde demonios quieren llegar y qué quieren contar. Eso, en general. Pero si además se les encomienda la delicadísima tarea de reconfigurar una criatura anterior, deberían hacerse, no uno, sino muchos esquemas. Y acordarse de una cosa: en el arte, las medias tintas no valen.
Si queremos cosas políticamente correctas, nos ponemos La Dos y vemos un par de documentales de focas random, pero no lo llamamos arte. Y si el talento personal no alcanza para plasmar lo que el proyecto merece, el artista verdadero está obligado a reconocer sus limitaciones, dejar atrás el ego y renunciar a ello. O ponerse un petardo en el culo y un boli en la mano y hacer esquemas. Muchos.
(Despedida):
Y que lo mismo lo mejor de leer este post ha sido la hamburguesa, las patatas deluxe y la cerveza, pues también.
Buen provecho.
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