¿Santini Rose o Santos Martinez?
El otro día estaba ojeando el borrador de lo que estoy escribiendo y en la portada tenía puesto el título y Santini Rose. Lo borré y puse Santos Martinez. Ahora mismo Santos Martinez, Santini Rose es un personaje, pero me he da dado cuenta después de que lo era, he necesitado quitarme la muda de ese personaje para saber un poco más quién soy.
Es sobre todo a la hora de escribir, en el resto soy yo, que también soy bastante gilipollas. Santini Rose no soy yo, es una caricatura de mí en realidad y viene de mil autores que me flipan que tienen un alter ego que se parece mucho a ellos pero que no son ellos. Santini Rose no soy yo, pero se parece bastante a mí.
En mi trato contigo, leyéndote en artículos, en relatos… sí me doy cuenta de que has creado un personaje y de que vas comportándote como tal.
El personaje es todo lo que me pasa, pero exagerado. A Santini, por ejemplo, no le importa mentir, pero de las cosas que más respeto en el mundo es la sinceridad y la honestidad. Sin embargo, al personaje no le importa mentir si eso hace que la historia mole más.
¿Cuándo te inventas a ese personaje?
Surge, una vez más, por inseguridad. De pequeño, echaba de menos pertenecer a algo y una parte importante de ello era tener un mote, porque significaba que la colectividad te reconocía. Nunca lo tuve. Por lo único que era un poco conocido era porque sabía mil datos de fútbol, era un friki. Hay un periodista que se llama Maldini, que sabe todo de fútbol y en el autobús de camino a Almagro jugando a contar la trayectoria de jugadores, dije un montón y empezaron, «dios, ¡Santos, Santini!». Ojalá tuviera más épica pero no la tiene… Lo de Rose, me da bastante vergüenza. Me he inventado otra posterior que da menos.
Cuenta la que da vergüenza por favor.
Con Santini, la que me inventé después fue que era una adaptación de Bandini que es el alter ego de Fante. Rose viene porque cuando empecé a escuchar rock me tragué mucha mierda; cuando el resto de la gente que está a tu alrededor escucha solo reguetón, todo lo que lleve una guitarra eléctrica, te lo tragas; una de esas mierdas que me tragué fue Guns and Roses. El cantante se llamaba Axel Rose y un día poniéndome el nick del Tuenti, como los estaba escuchando, utilicé Rose. Ahora digo que es por Micah P. Hinson, pero no. En realidad me gusta porque es la contradicción.
Dijiste que te largabas mañana pero sigues aquí. ¿A dónde ibas? ¿Qué te sigue atando a Murcia?
La verdad es que sigo pensando que me largo mañana, de hecho es rara la semana que no ideo algún plan para irme con algún colega a algún país donde se necesite un call center que hable español. Me agarra, primero, el no querer irme sin nada, no quiero irme de un calentón y que a la semana siguiente esté en Hamburgo en el barrio de las putas, diciendo: “¿qué hago yo aquí? Podía haberme ido a mi casa a que mi madre me hiciera una tortilla de patatas”. Y no sé, justo ahora empiezan los días en los que Murcia se convierte en la ciudad más hermosa del mundo, la primavera.
Tengo un amigo, Ángel, -él es la razón por la que vivo en Vistabella-, que dice que la ciudad a veces te obliga a estar bien. Otro amigo mío dice que es imposible no tener una relación de amor-odio con Murcia, porque joder, es muy difícil aquí labrarse cualquier cosa que no sea una oposición con un puesto de por vida, es una ciudad en la que el alquiler no es demasiado caro, pero es muy difícil encontrar un trabajo que te mole.
A veces me gustaría que Murcia tuviera un sitio para mí, pero de verdad que no lo encuentro; sé que me gustaría quedarme, que mis hijos crecieran aquí y envejecer aquí, pero sé que me va a tocar irme tarde o temprano.
¿No tienes esperanza?
Sí, sí, pero en un futuro que no sé cuándo será. Sé que a corto medio plazo me voy a tener que ir.
Si quieres dedicarte a lo que quieres dedicarte, claro.
Me podría quedar si hago el máster de profesorado y luego una oposición, lo que sería en parte morir un poco; luego no será para tanto, seguro, pero quiero apostar por lo mío, lo estoy haciendo ya desde aquí, pero es muy difícil. Aquí me agarran, sobre todo, mis amigos.
Es curioso, porque nunca había tenido amigos, pero de los 18 a los 26 he encontrado a la gente más maravillosa que podría imaginar. Tengo un grupo de amigos alucinante.
Es un poco cursi pero es así. Es estar mal y decirle a tu amigo, “tío vente a casa y nos echamos unas cervezas”. No es lo mismo que estar en Barcelona compartiendo piso con gente que no conoces de nada y que pone candados en las puertas de su habitación.
Nos hemos engañado un poco con el discurso de “vámonos fuera a trabajar”, pero al final lo que te hace feliz es sentarte en tu sofá y llamar a un amigo.
A mí eso no me hace feliz, pero me reconforta mucho y luego hay otra cosa. Hace un año estaba por aquí con un amigo, Nacho, el de los Pepsicolos y el de mil bandas más y le dije “creo que me voy a Berlín”, porque lo tenía casi cuadrado; hice un curso para dar clases de español a extranjeros y todo.
Él me dijo que si todos nos fuéramos a Berlín, Murcia no dejaría nunca de ser lo que es. Y es verdad, hay una parte de mí que cree que aquí hay que hacer cosas, que a la oligarquía que nos oprime hay que joderla y hay que construir una nueva ciudad.
Es un poco utópico y a veces cuesta verbalizarlo, pero hay que luchar desde aquí. Hay mil ejemplos de gente que se ha quedado aquí luchando y está consiguiendo cosas.
El otro día que fui a la librería de Libros Traperos, a Mandrágora, a la cafetería María Antonieta. Hacía tiempo que no iba por esa zona y ves que van surgiendo cosas.
Al mismo tiempo, siempre hay algo que me dice, lleva cuidado que hay algo oscuro detrás… Por ejemplo, en Vistabella, no paras de ver carteles de mercadillos de todo tipo, pero al final los gobiernos regionales pasan de los problemas reales que hay en el barrio. ¿Por qué a La Paz no vienen los moteros del Domino´s Pizza?, ¿Por qué la comunidad tiene un plan para meter a toda la gente de la Paz en un bloque gigante? Va a parecer The Wire.
¿Se puede ser periodista y escritor en Murcia con 26 años?
Joder, me gustaría… Sí, tengo amigos que están trabajando de periodistas en La Opinión, por ejemplo, pero es muy difícil.
El periodismo freelance, que es en el que estoy metido yo ahora mismo, es más difícil todavía. Van saliendo cosas poco a poco, pero hay que lucharlo todos los días. Lo de ser escritor, seguro, tenemos bastantes ejemplos. No sé cómo, pero al final la gente necesita historias, eso va a ser siempre así.
El periodismo nunca va a dejar de existir, precisamente ahora con tanto ruido y con tantos estímulos informativos que no son información, necesitamos gente que nos cuente, que nos filtre el grano de la paja.
Creo que el periodismo para sobrevivir tiene que volver a su origen, que es ir a un sitio, apuntar lo que ocurre, volver a casa y contarlo. Y después que la gente valore eso y lo pague.
¿Y se valora?
No, no se valora.
Pecamos, yo el primero, de quejarnos demasiado, de no luchar demasiado. Hay gente creando medios que se busca las habichuelas para monetizarlo, por ejemplo. Formémonos para ver cómo monetizamos esto, para que esto nos pague los macarrones. Pero no, el periodismo no está valorado en nuestro país desde que los periódicos dieron información gratis en Internet.
Es difícil que ahora la gente quiera pagar por un contenido que se le ha dado gratis durante años. Hasta que no haya un canon de todos los medios de comunicación medianamente serios que digan que el futuro del periodismo online pasa porque la gente pague por contenido como se ha hecho toda la vida, no cambiará nada.
A corto plazo no va a haber otra cosa que no sea precarización en el periodismo y eso no va a pasar de momento en un capitalismo salvaje como en el que vivimos.
No sé cuál es la solución, la verdad… Y luego están los medios tradicionales que se aprovechan, por ejemplo, yo entré a currar en una radio y como venía de curros de mierda, -lo que había hecho hasta ese momento era estar en un almacén de limones dos semanas porque nos echaron a todos-, firmas lo primero que te ponen, yo entré cobrando 300€ declarados, 200€ en negro, un montón de horas… Todas las mierdas que nos venden de los emprendedores… pues muchas veces se aprovechan de que nos llega el agua al cuello.
Al final se trata de cambiar un poco el chip y pagar por ciertos contenidos, yo tengo claro que en el momento en el que alguien que me interese esté publicando algo, pagaré por ello. Al final es igual que pagar por Netflix.
Hay una cosa que siempre he tenido clara, tú te metes en Google y las cinco Ws que nos enseñaron en la carrera que tenía que tener una noticia, que luego es mentira, qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué, Google ya te lo hace; lo que nunca va a hacer Google es contar una historia con una lógica narrativa; eso es lo que tenemos que hacer, contar historias y hacer lo que nunca van a hacer las máquinas, llorar, reírse, correrse, tener gatillazos, enamorarse, desenamorarse… eso sin que sea masturbatorio es lo que te hace tener una voz y que, al final, la gente te busque.
¿Periodismo, literatura o… periodismo literario?
Pues es una pregunta que me he hecho mucho tiempo. Fafi, uno de mis mejores amigos, dice siempre que su sueño era ir a una redacción, hacer un reportaje y que el director se lo tire a la cara sin leerlo, es como su sueño romántico.
El mío es que el director me dijera, “esto es literatura”, y yo dijera, “claro que es literatura, ¿qué va a ser si no?”. Quitando el romanticismo extremo que no da más que disgustos, es lo que te decía, yo siempre había pensado que al final un texto periodístico bueno es literatura, si una noticia está bien contada es literatura.
Ahora mismo no lo pienso, porque creo que el arte es un fin en sí mismo y el periodismo no lo es, es un medio para estar informado. A partir de ahí, lo importante en el periodismo es que la gente se entere de lo que le estás contando.
Se puede hacer periodismo utilizando herramientas literarias, que es lo que decía el Nuevo Periodismo, y creo que esa fórmula que está tan manida, sigue siendo vigente porque no se ha explotado del todo. Si se rompe un autobús en el Puerto de la Cadena, la noticia tiene una narrativa, tiene una historia.
No tienes que empezar con lo de la uve invertida, puedes empezar con qué se la ha pasado por la cabeza al conductor, o a la ecuatoriana que viene a Murcia a limpiar y que no va a llegar a tiempo para hacerle de cenar a sus hijos… Eso es más emocionante, al final todos sabemos lo que ha pasado, que el autobús se ha roto porque los autobuses son más viejos que el Sol o porque se ha quedado sin gasolina.
Eres conocido por tus artículos a lo gonzo, el último, el de la manifestación de PP, Ciudadanos y Vox.
Es que hay que hacer cosas un poco feas para llevarse un trozo de pan a la boca. Una de mis propuestas, cuando me echaron de la radio, era ofrecer artículos a medios que se posicionaban en la izquierda.
Uno de los problemas de la izquierda es que es muy turrera, da mucho el follón, pero nunca se habla de lo ridícula que es la derecha, de lo graciosa que es, del asco de da.
Fui a un mitin de Vox aquí en Murcia, escribí un artículo y se lo envié a varios medios, uno de ellos era Contexto y a Miguel Moro le moló. Era la primera vez que alguien valoraba el gonzo más allá del “acho tío casi la lías, a ver si te pegan”. Intento siempre que no sea frívolo, que haya algo de reflexión.
Me parece interesante y a esta gente le está pareciendo interesante así que voy a estar callado hasta que se den cuenta de que soy un fraude (ríe).
Es algo que siempre me ha tirado mucho, me viene de Hunter S. Thompson, de flipar con sus artículos. Este tío, cuando surgieron Los Ángeles del Infierno, criticaba que todos los periodistas estaban escribiendo desde su mesa, así que se compró una moto y se fue un mes con ellos. Al final casi lo matan. Es muy extremo pero él alcanzó un grado de verdad muy superior al del resto.
En estos artículos, la crítica es dura y despiadada.
Tiene que serlo.
¿No te planteas en ningún momento que le estés haciendo daño a alguien?
No, la única vez que he pensado, “ay creo que me he pasado con esto”, ha sido cuando he escrito sobre música y he criticado a bandas jóvenes. He borrado párrafos enteros porque he dicho, “tío, están empezando, vamos a decir que son malos pero también que están empezando”… Con los demás, qué va y me quedo corto además, me molestan ellos a mí cuando sacan banderas nazis a la calle, tía.
Cuando se meten en el Congreso y dicen lo que están diciendo, que hay que quitar el sistema de autonomías, que hay que dejar que los inmigrantes no entren al país, eso me duele a mí, coño.
Con colectivos así lo puedo entender, pero si alguna vez haces alguna crítica más personal, ¿Tampoco te planteas, “oye a lo mejor he sido muy cabrón”?
No, no. A veces lo he hecho mal, pero por ejemplo, Ignatius dice que para conocer los límites tienes que habértelos pasado varias veces. Me he pasado muchas veces con gente y para mí el límite está en criticar únicamente la faceta pública.
Por ejemplo, una de las mayores polémicas que he tenido fue cuando en Piso 28 sacamos la chapa que decía que Second da asco. Mucha gente se quedó en eso y quizá no se entendió del todo. Nosotros nunca dijimos que las personas de Second fueran malas personas o algo así, decíamos otra cosa.
Si yo me pongo a criticar aquí con el látigo tus relatos, ¿no te vas a tu casa un poco dolido?
Sí, pero se madura, se piensa… Tenemos que normalizar la crítica, coño. Es que en este país no hay mucho periodismo crítico. A Miguel Ángel Hernández, por ejemplo, hay gente en Murcia que si lo ve por la calle le pega, pero es así. Si no escribes para ofender, si no hay conflictos, si no hay vísceras, si estás encantado de conocerte, no escribes.
¿Te has impuesto algún límite?
Por ahora no, pero lo he pensado. Me hizo mucho pensar el caso de Knausgård cuando Mi lucha se hizo famosísimo: él lo cuenta todo, absolutamente todo, con nombres y apellidos y le ha costado mucho, denuncias de su familia, su mujer se separó de él… Dice que si hubiera sabido que iba a generar ese daño, no lo habría escrito. Pues me parece muy ingenuo, ¿qué esperabas?
Carlos Pardo, por ejemplo, escribió una novela con nombres y toda su familia lo dejó de lado. ¿Hasta qué punto de merece la pena publicar un libro así y dejar a todo el mundo de lado?
Yo sí lo haría, porque sé que mi padre no lee lo que yo escribo y le parece una mierda.
¿Y si alguien se lo dijera? Imagina que te haces famoso.
Si estás escribiendo de verdad y estás poniendo el dedo en la llaga, no piensas en eso. Cualquier escritor que escriba con el corazón en la mano no piensa en eso. En eso se piensa después y, si merece la pena, hay que correr el riesgo. Ahora, si es una mierda y además te vas a pelear con toda tu familia…
¿Merece la pena en qué sentido? Porque piensas, voy a publicar un libro, me van a pagar mil euros, a lo sumo; si te haces muy famoso, tres mil y ya está, se acabó.
Es que no piensas así, Araceli. Lo que hace a un escritor, escritor, es la necesidad de contar una historia y si en esa necesidad hay que sacar la basura de debajo de la alfombra, se saca. Luego siempre hay límites, siempre hay algo de autocensura. Yo tengo mi límite, sobre todo, cuando algo es gratuito, cuando es necesario no. Por ejemplo, cuando estás describiendo a un personaje muy gilipollas que no deja de darte la turra, pero no es un personaje importante, simplemente está ahí, a lo mejor sí que hay que maquillarlo un poco para que la persona que en realidad te da la turra no se sienta ofendida, pero si ese personaje que a ti te ha hecho tener un trauma sí hay que decir exactamente cómo es.
Éramos invencibles pero ya no. Solo estás desengañándote, solo estás abriendo los ojos. ¿La vida iba en serio?
La vida va en serio y se está poniendo en modo difícil. Antes jugábamos al Pro con 2 estrellas y ahora jugamos con 5. Es jodía. Estabas en una burbuja estudiando con tus amigos, emborrachándote, creyendo que eres una vanguardia cultural y, en realidad, lo que decís y hacéis solo os importa a tus amigos y a ti. Tus padres son maestros, son funcionarios, no eres rico pero tienes una cama y lentejas y, joder, acaba eso y dices esto no era así… Creo que nuestra generación lo va a pasar muy muy mal porque hemos vivido en el estado de bienestar y no vamos a tener nada parecido a eso y es jodío, pero bueno habrá que lucharlo
Dicen que eres el hijo ilegítimo de Fante. ¿Quién es y por qué eres su natural descendiente?
Cuando salió Mañana me largo de aquí, Pepe, de La Marca Negra, puso algo así en la contraportada. Obviamente hay que vender libros. Lo leyó mi madre y dijo “el Fante este que te gusta a ti, hijo”. Mi padre empezó a reírse y mi madre que me quiere mucho dijo, “si lo dice este hombre que ha leído tanto… tiene que ser verdad”. Qué va, ojalá. A mí me gustaría fracasar en el intento de ser heredero de Fante, pero por el camino dejar algunos hitos que se recuerden. Fante es… Es el más grande para mí. El hecho de que no tenga un Nobel, no tenga un premio o una estatua, me hace perder la fe en cualquier organismo oficial. Cuando estaba terminando el último libro que me quedaba de él estaba cagando, lo que es una situación muy Fante y me puse a llorar. Llorando y cagando.
¿Qué libro era?
Sueños de Bunker Hill. El protagonista, después de estar toda la vida escribiendo y comiéndose los mocos, llega a Hollywood y le pagan por no escribir, por ser guionista suplente. Así que se frustra porque tiene dinero pero no escribe. Vuelve a su pueblo frustradísimo y va la biblioteca y abraza un libro de Hansum, Hambre.
Llora y lo roba, de vuelta a la pensión se da cuenta de que tiene que volver a la ciudad, porque aunque la odia, necesita su motor para crear. Además mola porque es romántico pero no es maniqueo, no es tópico, no es maldito, es un tío que juega todo el rato a crear una épica y a la vez es un fracasado. Creo que es la esencia del hombre, del ser masculino, el ser un amasijo de inseguridades que tienden a la violencia y a la vez ser romántico. Para mí es el culmen de muchísimas cosas que merecen la pena.
Te vas a emocionar…
Paro porque voy a llorar. En técnica literaria, en cosas formales, me apasiona cómo escribe en primera persona, cómo escribe, cómo se ríe de sí mismo. Tú dices que yo rajo, pues Fante raja de todo el mundo, odia a todo el mundo, pero al primero que odia es a sí mismo. Si estás dispuesto a rajar a todo el mundo, al primero que tienes que meterle el dedo en la llaga es a ti, tienes que darte cuenta de que eres un miserable. Podemos estar horas hablando de él, de verdad. Léelo.
¿Con qué empiezo?
Con Pregúntale al polvo, quizá, pero después hay que empezar por el primero, por Espera a la primavera, Bandini ¿Mejor título de la historia que ese?
¿Por qué publicas Mañana me largo de aquí? Pensaba que esperarías a Anagrama…
No se puede esperar a publicar en Anagrama porque entonces seguramente nunca se publique. Yo estaba escribiendo cuando volví de Barcelona -pienso mucho en eso ahora porque estoy un poco en la misma situación- y me puse como objetivo no pensar en lo que vendría después. Una noche en el Carril de las Palmeras, en una época en la que salía cuatro noches por semana, me encontré a Pepe, que me dijo, “tú escribes seguro. Cuando juntes equis caracteres, mándamelo y te lo publico”.
Así que me animé. Es un tío que se ha portado muy bien conmigo, dentro de lo que es la Marca Negra Ediciones se ha movido mucho. Pepe es de San Javier y creó la editorial, primero, para editarse a sí mismo, y luego, para editar a los demás. También ha reeditado clásicos muy baratos y yo no sé lo que pasará pero le estoy muy agradecido. Anagrama ni me lo planteo, pienso que publicaré más. Me pagó un viaje a Roma y conocí a la que ahora es mi novia así que…
Lo que has escrito son relatos, pero ahora estás con una novela.
Una novela que voy a terminar, porque siempre termino los proyectos, pero vaya follón.
Escribo de doce a cuatro de la mañana, bueno, más bien, intento escribir, me siento delante del ordenador, pero muchos días no escribo. Ahora mismo tengo que escribir el capítulo más importante, el que da paso al segundo punto de giro y tengo miedo de escribirlo y que no sea de verdad lo que tengo en la cabeza.
Llevo un par de semanas que no escribo una palabra. Pero sí, estoy escribiendo una novela, este es el segundo borrador que escribo y que creo que tiene que ser ya el definitivo. Muchas veces mis amigos me preguntan “¿Qué? ¿cómo vas?”, y digo: “Ahí voy”. Si es que no puedo decir más. Es arduo, sobre todo cuando decides aprender a escribir una novela escribiendo una. Das un paso atrás y dos adelante y dos atrás y uno adelante, es toda una batalla, es muy frustrante a veces pero bueno, vamos a ver a dónde nos lleva.
¿Es tan duro como parece escribir una novela?
Es duro, pero más duro es picar piedra. Tú te lo pasas bien escribiendo una crónica de tres folios, pero con una novela de doscientos… Es agotador, pero estoy en un momento ya en el que necesito quitármelo de encima, es una losa que tengo que sacarme ya. Tampoco me mola mucho el malditismo, estoy escribiendo una novela porque yo quiero, nadie me ha obligado.
¿Nos puedes decir de qué va?
Va de mi historia y mi historia es la de siempre, decía Kurt Vonnegut que hay que escribir de algo que te importe tanto que estarías dispuesto a subirte a una caja de jabón y hablarle a la gente de ello. Va de lo de siempre, de amistad, de amor, desamor, precariedad, épica malentendida, vómito, violencia… Es mi historia. Eso también me lo enseñó Fante. Él tiene ocho o diez libros y son todos sobre inmigración italo americana, sobre ser escritor y sobre su familia.
Esa es su historia y es lo mejor que hace. Ahora mismo mi historia es esa, curro de mierda, creerte que vas a ser algo y tener pinta de no serlo nunca. El protagonista al que acaban de dejar y trabaja en un almacén de limones y su mejor amigo se ha ido a Brighton a trabajar y se siente súper solo, sale solo, lo echan de los bares, queda con la poca gente con la que tiene algo parecido a la amistad, pero se da cuenta de que no es amistad y entonces se raya y entra en un bucle y lo que pasará después te sorprenderá. Bueno no, al final es justicia poética.
Así que ya sabes cómo acaba…
Está clarísimo, no puede acabar de otra manera. Me surgió la idea del libro cuando estaba leyendo Sábado por la noche, Domingo por la mañana, de Alan Sillitoe, que habla de que un tío que está currando y tiene dos días a la semana que cree que es libre, pero se da cuenta de que emborracharse dos días y luego agachar las orejas el resto de la semana aguantando y aguantando, no es ningún tipo de libertad. Ese es el germen de mi novela.
Entonces va por la línea de los relatos.
Sí, siempre, si mi historia es esa.
Fracasos, decepciones, cambios de residencia, búsqueda de trabajo… Si pusiéramos una faja en la novela, pondría algo así como “La voz de su generación”.
No soy la voz de mi generación, me gusta hablar de la gente que me rodea.
Hablas de tu experiencia que es bastante específica: Sales demasiado, pero en realidad la chicha es, “estamos buscando algo, por ejemplo, trabajo y nunca lo encontramos”.
Espero que la chicha nunca sea lo explícito como el ir a un bar y que te echen. Lo que me importa es saber por qué te echan, qué rabia tienes dentro de ti para que te salga en un bar y acaben echándote. No es normal que te echen de un bar, tío. A veces he molestado a gente y cuando he sido consciente, he pedido disculpas. En mi época de más liarla, salía el sábado y estaba rayándome hasta las seis de la tarde del domingo y preguntándole a mis amigos a quién tenía que pedirle disculpas.
Pides perdón, pero lo haces.
Eso es lo peor, es una putada tener la misma facilidad para liarla y sentirte culpable por haberla liado. Si la liara pero no me importara… Hay que intentar no molestar a la gente. Volviendo a Fante, yo a mí no me caigo bien, cuando a alguien no le caigo bien o alguien me critica algo, es una crítica a mí mismo a la que yo ya he llegado antes. Soy una persona leal pero hago cosas muy mal todos los días, soy un bocazas por ejemplo y no está bien. Con gente a la que le tengo aprecio me jode e intento corregirlo. En eso sí que me esfuerzo, intento cada día ser menos gilipollas y hay un largo trecho porque soy muy gilipollas pero soy consciente, Araceli.
Hemos hablado todo el rato de escritura pero te gusta mucho la música.
Buah, me apasiona.
¿Alguna canción o algún disco que represente tu estado actual?
Me paso el día recopilando mentalmente la música que me voy a poner cuando escribo, porque escribo siempre con música y dependiendo del ritmo del capítulo tengo que escuchar unas canciones u otras. La música que más me gusta es la que aparece cuando el hardcore se ralentiza, el posthardcore, que viene a tener la misma intensidad emocional pero es más lenta.
Son canciones que parece que no van a llegar a ningún sitio pero que al final explotan como el primer emo bien entendido, es lo que más me va. Mi grupo favorito ahora mismo es The Van Pelt, música de jóvenes dañados que no son pijos. Ahora mismo creo que es mi grupo favorito, el que más escucho, el que me alucina. La semana que viene te diré otro.
En los relatos vas también haciendo daño, es lo que se ve, si tengo manía persecutoria y no es así, dímelo. Por ejemplo, el de la gorda, No hay más que hablar, es súper dañino, y sin embargo, me lo estaba leyendo y me reía y me sentía mal .
Ah, ah, claro, ¿quién problema tiene, entonces?
Haces que el lector se sienta mal.
Hombre, es que una amiga mía que trabajaba en Playground me dijo que yo nunca podría trabajar ahí porque llamaba negros a los negros y gordos a los gordos.
Vale, si al final es lo que hacemos todos, pero… te ensañas demasiado. Dime que no existe la mujer.
Sí existe, claro que existe
¿Y lo ha leído?
No, porque es una mujer muy borracha y no creo que pueda mantener la atención en algo. Pero la gente que la conoce, la reconoció, la tenía que haber maquillado un poco más. Ahora bien, es muy resultón en un libro escribir las cosas a machete, impacta y eso ya tiene de por sí un efecto y una justificación. No es solo efectista, está en el carácter del protagonista llamar gordos a los gordos pero al mismo tiempo él dice que es un puto tirillas y que no puede ayudar ni siquiera a la mujer.
Es peor el que no puede levantar un vaso, creo que sería peor si se riera de la otra persona sin reírse de sí mismo. Y, sobre todo, cuando habla de la gorda, no habla de la gorda, proyecta en ella muchos odios que si no se entienden es que no están bien escritos: odio a su generación, a su estatus social a cómo se comporta… Lo de menos es lo de gorda, eso es lo fácil.
Si ella lo leyera y te dijera “oyeeee”, ¿le pedirías perdón? Como te gusta tanto pedir perdón…
No, no me gusta pedir perdón, tampoco hay que pedir perdón por todo porque entonces pierde valor el perdón que pides. Yo le pediría perdón a mis amigos y a gente con la que lo hubiera hecho mal de verdad, por llamarla gorda cuando pesa trescientos kilos no voy a pedir perdón, no es ningún crimen. Si quieres que no te llamen gorda no te comas cinco donuts al día. Eso es muy cruel también. No se me puede juzgar a mí por llamar gorda a una persona gorda. ¿Cómo habría que llamarla? ¿persona con diversidad de peso?
Es que estamos en la época de lo políticamente correcto y ya…
Ese eslogan es muy facha, la derecha se ha apropiado de él y lo está utilizando para reivindicar casi el nazismo. Hay un libro que lo explica muy bien que se llama La trampa de la diversidad, de Daniel Bernabé, un libro bastante polémico porque ha puesto en la encrucijada al feminismo o al veganismo.
Explica que la sociedad de consumo y posmoderna se ha encargado de que la clase obrera se olvide de su identidad común como clase obrera y estemos más atomizados. El gay con sus cosas de gay, el negro con sus cosas de negro y por supuesto que los gays tienen que reivindicar mayor visibilidad y la presión a la que están expuestos, por supuesto, no estoy en contra de eso. Pero él dice que cuando tú vives en las afueras, en Zarandona, por ejemplo, y el gobierno regional no invierte en las carreteras que van allí y hay un bache y te matas, al bache le da igual que tú seas homosexual, negro o blanco, ese bache está porque eres clase obrera y no puedes permitirte una casa en el centro. Esa es la batalla, tenemos que luchar contra eso, no olvidar que la mayoría de nosotros somos clase obrera.
Recomiéndame a alguien de Murcia que esté haciendo algo interesante.
Conozco a gente que está metida en la música y la literatura, me junto más con músicos que con escritores y no conozco a ningún empresario, bueno la Mati de Chiribiri es muy amiga mía, pero porque está en los bares y porque organiza cosas con cerveza gratis.
Y te voy a hablar de una de las personas más fascinantes de aquí. Hay un tío que va al Plan 9 y que nunca habla con nadie y mi amigo le puso el mote de “El mejor moro del mundo”. Siempre va solo y siempre sonriendo con su cervecica, quitándose de en medio cuando alguien pasa y el tío no sé por qué quiere que cuente su historia, tiene las manos siempre muy pegajosas y me dice escupiendo: “Tú amigo tienes que contar mi historia”, y yo la escribiría si hubiera algo de coherencia en su discurso, pero es que no la hay, me parece una persona apasionante. Un día me lo encontré por la calle con mi amigo Dani y el tío nos dijo cuando se iba: “gracias por estar hablando conmigo cinco minutos”. Le dije “tío, ¿cómo que gracias? Somos amigos”. El otro día le presenté a mi novia, le pregunte si conocía a María y me soltó “si no me conozco a mí mismo, cómo voy a conocer a María”.
Tienes que escribir sobre él.
También te voy a hablar de una persona que para mí encarna el rock and roll que es Vicente Navarro. Vive aquí en Vistabella, ha tocado en Galleta Piluda y en mil grupos, ha sido portero de mil bares, ha montado mil cosas y ahora mismo él se considera un fracasado.
Lo máximo que quiere es venirse a mi casa, fumarse unos porros y escuchar vinilos. Esa gente nunca sale en los medios, salen los emprendedores, la gente que sonríe todo el rato. Pienso en todos mis amigos que están trabajando en lo que les gusta en una ciudad que es hermosa pero que a la vez te echa encima cosas para que tengas que sacarte una oposición. Dani Cano, Miguel Mena, Fafi… sin los que sería muy difícil hacer esto que no sé si es un camino o qué pijo es, compartir esta itinerancia vital, como dijo mi amigo Ángel Calvo una vez, una definición definitiva.
¿Cómo? ¿Quién ha sido el fantoche que ha escrito eso?. No sé si Murcia o mi pueblo, pero sí, la siento como mía.
En qué lugar tienes esto en un 27 de febrero (una mañana soleadísima con tiempo primaveral que invita a hacer esta entrevista en una terraza), siempre he odiado reivindicar Murcia por cosas que no dependen de ti, como es el puto clima, pero a ver en qué ciudad te puedes tomar tú una marinera en una terraza en febrero.
Eso no depende de ti, no has hecho nada para que eso exista, pero al mismo tiempo eso hace que en Murcia seamos de una forma concreta. Creo que vivimos sin pretensiones, sabiendo que somos lo que somos y no queremos ser de otro modo.
Es parte de los murcianos ser hospitalarios. También hay cierto carácter proactivo en Murcia hacia la autogestión, hacia el juanpalomismo, si esto no existe tengo que hacer yo que exista. Conozco mucha gente que es la primera en hacer lo que hace en Murcia.
Esa gente vive veinte años pensando que lo que le gusta en Murcia en gran medida lo han fomentado ellos. Eso es lo bueno que tiene vivir en un sitio que es aburrido.
¿Qué quieres ser de mayor?
Quiero tener dignidad, tía, al final te quedas con eso. No quiero ser millonario. Por supuesto, me encantaría poder dedicarme a escribir y no tener que pensar en el dinero. Esa gente que dice… vivo sin saber lo que tengo en el banco. De mayor quiero ganarme la vida escribiendo. Ahora me malgano la vida escribiendo, pero ya es un paso y soy consciente de que me voy a tener que comer curros de mierda y que voy a pasarlo mal, no quiero que suene maldito.
Pasarlo mal tampoco implica que luego vayas a vivir de la escritura, pero sí creo que en el sentido de ir con ello hasta el final, muy poca gente apuesta de verdad por lo que se quiere, lo que significa quitarte todo lo que no sea eso, hay que tener mucho valor para hacerlo, yo ahora mismo no lo hago. Hay una parte del día que dedico a ser práctico a pensar cómo juntar 400€ el mes que viene.
Me gustaría vivir de la escritura, me gustaría ser como Nacho Vegas, que vive en Gijón pero está todo el día de acá para allá, en Madrid, Barcelona… pero que mi cuartel general estuviera en Murcia. Ahora mismo tengo la necesidad de escribir.
Sobre todo no perder el entusiasmo por las cosas, que de pronto no haya canciones que me emocionen o películas que me hagan llorar. Eso sería morir en vida.
Fotos: María Campos.
Entrevista: Araceli Muñoz
La cita tendrá lugar el próximo 28 de mayo a las 20:30h en el restaurante…
El público podrá conocer la historia y el patrimonio cultural de algunos de los lugares…
La cita tiene lugar el miércoles 8 de mayo a las 20h en Juno Rock…
Cervezas Alhambra y Cucü Gastrobar se unen para presentar una experiencia culinaria única para disfrutar…
El evento estará protagonizado por el artista plástico, performer y editor Derek V. Bulcke y…
El próximo 17 de abril a las 20h, el restaurante La Pilar será el escenario…