Bantastic Fand es un grupo que no cuenta con grandes medios y completamente autónomo en todos sus procesos. Usted suele hablar de milagros a la hora de explicar su ascenso, pero yo prefiero pensar que las grandes canciones suelen tener recompensa tarde o temprano. No me diga que no cree ni un poquito en la justicia poética.
Es difícil creer en cuentos de hadas, soy del Atlético desde niño. Los atléticos vemos la justicia poética como una aspiración, pero creer, creer, solo creemos en el partido a partido. Nos mueve una suerte de cholismo bantástico. También somos un poco como el Bilbao, queremos hacer las cosas con nuestros mimbres. Pero no hay cerrazón ni localismo en esta actitud. Simplemente, el mimo necesario para las canciones y la manera de presentarlas a los demás. A veces compras un disco de un artista con discográfica y lo abres y te encuentras una triste hoja de libreto. Eso no puede pasar. Acabamos de empezar a trabajar con Dharana Managment, una agencia especializada en folk-rock y Americana. No es que no quisiéramos manager, sino que estábamos esperando a alguien así, que no solo ama al grupo, sino que además cobra un porcentaje muy razonable y lo entrega directamente a una ONG. No fue esa la razón por la que la elegimos, pero cuando lo supimos pensamos que habíamos acertado con la persona.
¿Siente que la banda se ha convertido, en cierto modo, en la banda sonora de todo un colectivo de supervivientes, tanto musicales como sociales?
Uf, no sabría decirte… Sí que es la banda sonora de nuestros propios sueños. Y sin duda, nosotros somos supervivientes, músicos en peligro de exclusión social. Todavía hay quien me pregunta si ya he vuelto a trabajar o aún sigo con la música (risas). En cuanto a la gente que se acerca a nuestras canciones, no creo que sea un colectivo homogéneo. Supongo que hay ricos, pobres y medio pensionistas. Quizá sí que conectamos con cierto tipo de supervivencia intelectual, muy atomizada, de gente preocupada por la belleza y la emoción. Gente que no se toma el rock como algo retrógrado, lleno de tics conservadores, sino como una forma de expresión aún válida, fresca, librepensadora y gozosa.
Encontrar un público tan fiel como el de Bantastic Fand en plena etapa de veteranía aleja cualquier posibilidad de egocentrismo y vuelo a las alturas de la idolatría, ¿no?
Somos artesanos, siempre lo digo. Vivimos donde vivimos y no aspiramos a nada más que a resistir dignamente. El ego y la idolatría son malos aliados de la dignidad. Un alfarero se mostrará ufano cada vez que acabe un bonito jarrón, y más ufano aún, cuando alguien se lo compre y le diga lo bonito que es. Eso es todo. Creo que sentimos algo parecido a eso.
La última vez que hablamos me dijo que estaban coloreando doce temas nuevos. La pregunta es obligada: ¿Cómo va ese próximo disco de Bantastic Fand?
Puedo decir que habrá disco bantástico en 2019, antes del verano, si todo va bien. La orientación del álbum ha ido mutando desde el germen inicial y ha virado hacia un concepto muy apetecible. También las canciones seleccionadas han cambiado, hay más variedad estilística, un puzle diferente. Las letras se han vuelto más de la calle, más apegadas a los que sufren y aman sobre la faz de la tierra. ‘Welcome to Desert Town’ era mucho más de cielo y nubes. Musicalmente, este me parece nuestro disco más alegre. Además, será el primer disco en el que participe Fernando Rubio, con quien mantenemos una estupenda relación de vasos comunicantes.
¿Tiene la costumbre de escuchar sus antiguos trabajos de vez en cuando o, al contrario, prefiere que vuelen a su aire y regresar a ellos cuando sea estrictamente necesario?
Rara vez vuelvo a escucharlos enteros, de corrido, cosa que sí hago con los discos de los demás. A veces sí, en el coche, pero porque viaja alguien dentro que tiene ganas de escucharlo. Pero las canciones de los discos ya nunca se van de ti. Las tocas en directo, evolucionan, mutan. Nos gusta mucho buscarle nuevos enfoques para no aburrirnos nosotros. La grabación es una foto fija. Ya nos ocupamos en su día de que quedara lo más guapa posible. Después, la canción vuelve a tener vida propia, y tú también. Lo lógico es evolucionar juntos o llegar a un acuerdo.
¿Las canciones son más exigentes con usted o usted con ellas?
No le doy demasiadas vueltas a las canciones. Me suelo quedar con las que salen sin demasiado esfuerzo, con las que recuerdo mañana la melodía con la que estuve jugando ayer. Si la recuerdo, empiezo a considerarla canción. Quizá sea un método deficiente. Una de las que van en el próximo disco la había grabado en el móvil. Buscando otra cosa, apareció en una carpeta. ¿Esto es mío? Pues no me acordaba. Pero me aterra acumular demasiadas pseudoideas, porque sí que me siento exigido por las canciones, y prefiero concentrarme en cerrar ramilletes. También quiero que al grabarlas no pierdan mucho de lo que eran nada más nacer. Es difícil, pero se intenta.
¿Qué es lo que más disfruta de las labores de producción, de la búsqueda del sonido más idóneo para cada tema?
Sé de lo que no disfruto: de la tecnología musical. Antes me abrumaba, por pura ignorancia. Entre ceros y unos se pierde mucho la perspectiva y la inspiración. Pero cada vez me lo tomo de forma más serena y natural, y la experiencia y los consejos de los que saben te ayudan a simplificar. Además, en cuanto a producción, este va a ser un disco más colectivo. Así lo disfrutas mucho más que cuando recae en tus hombros.
Curiosidad y debilidad muy específica: Bantastic Fand y los juegos de voces. ¿Cómo plantea este elemento de sus canciones? El resultado en todos y cada uno de los casos es radiante.
Bueno, aunque todos participamos con ideas, este negociado lleva la firma de los hermanos Del Cerro. Paco y Paloma llevan haciendo armonías vocales desde muy niños. Para ellos es como respirar. Es Paco quien dirige el cotarro vocal: los tonos, las dosis, el momento adecuado. Las voces son material sensible, porque te pueden elevar una canción o endulzarla demasiado si te pasas.
¿Qué tienen las canciones añejas, inoxidables, que nos apasionan tanto como oyentes?
No sé si nos pasa solo con las añejas. Las buenas canciones son pequeñas islas a las que une puede agarrarse cuando naufraga. Al náufrago le da igual si la isla se creó ayer o en la primera glaciación. Lo único que le importa es salvarse.
¿Dónde encuentra la belleza de la imperfección musical?
En Bob Dylan.
Además de extraordinario escritor de canciones, usted ha dedicado gran parte de su vida al periodismo. ¿Cómo encuentra a la profesión en estos tiempos tan convulsos que nos ha tocado contar?
¿Cómo la encuentro? La verdad es que me cuesta encontrarla (risas). Sigo leyendo buena información y buena opinión y buenos reportajes. Pero lo tengo que hacer saltando obstáculos, publicidades, retweets, me gustas, me encantas, me aburres y me enervas. No sé, no es mi época. Y ahora estoy a otra cosa. Tampoco soy de los de sacralizar el pasado, pero los treinta años que entregué al oficio los disfruté mucho. Me fui porque sabía que en el nuevo orden de la comunicación, demasiado atenta al balance de resultados y tejemaneje político, me costaría mucho estar a gusto. Pero seguro que si volviera a tener veinte años seguiría siendo para mí un mundo apetecible.
¿Qué se ha perdido y ganado por el camino?
Personalmente, he perdido estabilidad laboral y he ganado estabilidad emocional. Si te refieres a la profesión, creo que ha desaparecido el gusto por la reflexión y se ha potenciado la rapidez del acceso a la información, no siempre con buenos resultados.
Unificando oficios, dígame, ¿la actualidad como punto de origen para la composición es algo que le interese a la hora de sentarse frente a la hoja en blanco?
Más que la actualidad, la realidad de mi tiempo, que ahora mismo no son conceptos intercambiables. Hay muchas cosas de actualidad que no responden a la realidad. Incluso hay actualidades de laboratorio que crean falsas realidades. Es el mar de fondo en que sí me interesa para escribir. Cuanto más naufraga el mundo, más canciones hacen falta. Así que, aunque parezca lo contrario, estamos en tiempo de demanda de canciones, de buenas canciones.
¿Se aprende más de los pasos en el desierto o de las huellas en los escenarios?
Un día en el desierto pueden parecer siete vidas.
¿Los géneros musicales son pura etiqueta frívola, una división necesaria o, simplemente, una barrera?
No creo que tenga demasiada importancia si tú mismo no te encasillas.
De melómano a melómano, ¿qué discos siguen alimentando a las canciones de Bantastic Fand?
Los discos de la adolescencia y juventud, sin duda. No sería capaz de hacer una lista, pues en esa época me caía en la marmita cada noche, como Obélix. Nunca he conseguido volver a escuchar música de la misma manera. Sí a disfrutarla, pero en dosis mucho menores. De lo que sentí entonces es de lo que intento hacer canciones ahora.
¿Dónde cree que habitan las canciones que todavía no ha escrito?
En los escalones del porche he encontrado unas cuantas, y sospecho que aún hay más. Pero pueden aparecer en cualquier parte. En un viaje, mientras coges el sueño, olvidadas en una carpeta del móvil…
Fotos cedidas por Bantastic Fand
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