La Revista de Murcia Inspira

«Seguimos teniendo la misma vida que antes de la crisis pero, de alguna forma, sabemos que se va a acabar»

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Empecemos por el principio. Sois una compañía nueva y es interesante desentrañar vuestros inicios.

Andrés Galián: El proyecto, como idea empresarial, comienza cuando yo recibo una beca de residencia durante seis meses en Factoría Cultural, en diciembre de 2018. Empecé a pensar sobre mi proyecto final de carrera, llamado NORTE – una versión de Hamlet – con la idea de relanzarlo fuera de lo académico. Esto, junto a otras ideas que tenía, necesitaba que se englobaran bajo el paraguas de algo parecido a una “marca comercial”, no tanto una compañía profesional, aún somos muy jóvenes.

Estela Santos: Aunque en realidad la investigación artística o metodológica empezó antes, en 2017, con un taller que se llamaba La energía de lo ausente, en el que a través de la música y el cansancio físico se producía mucho material artístico. No existía una dramaturgia prefijada, no se sabía qué iba a pasar pero la música se encargaba de inducir los cuerpos en diferentes direcciones. Nos pareció súper interesante porque participaron unas veinte personas y nos sirvió como laboratorio para comprobar que funcionaba. Así que NORTE fue una pausa dentro de esa investigación inicial pero al mismo tiempo se convirtió en otra manera de llegar al mismo punto. En la Escuela la tendencia era partir siempre de dramaturgias ortodoxas por la necesidad de aprendizaje. Nosotros pudimos, partiendo de lo básico, encontrar en lo clásico (Hamlet) nuestra propia forma y nuestro propio lenguaje (NORTE).

A.G.: A mí, particularmente, fue algo que me costó mucho aprender. Desde el primer montaje en segundo curso, ya quería hacer algo rompedor. Poco a poco, a base de cometer errores, me di cuenta que era necesario comprender el “lenguaje clásico” antes de llegar a todo lo demás. Ahora, sin embargo, pienso todo lo contrario: es imposible hacer nada nuevo (risas). NORTE nos ha ayudado a entender todo esto y a la hora de salir al mercado ha ofrecido una primera imagen muy buena. No es lo mismo entrarle de primeras al público con algo totalmente desconocido y personal que con una versión de Hamlet. La gente entiende de qué estas hablando, qué quieres transmitir y valoran una serie de cosas que, de otro modo, sería imposible. Hicimos una dramaturgia colaborativa con todos los actores y alrededor del 60% del texto es nuestro. No ha sido simplemente hacer Hamlet. Hemos desarrollado una comprensión profunda de la filosofía del original.

E.S.: NORTE nos ha abierto muchos caminos. Pudimos ir al Festival de Spoleto en Italia y fue una súper oportunidad estar allí, formando parte de la sección European Young Theater.

Sé que llevais un tiempo colaborando con la compañía Onírica Mecánica. ¿Cómo empieza esta aventura?

E.S: Todo empieza en un curso al que asistí dirigido por Paco Maciá y Jesús Nieto en el Centro Párraga, llamado La persistencia de la memoria. Tenía que hacer mis prácticas externas de la Escuela y se lo comenté a Jesús. A los dos días me dijo que iba a ser actriz en su obra Alicia y las ciudades invisibles como manipuladora. Acabé las prácticas justo antes del estreno, estrenamos y ya me quedé toda la temporada. Por otro lado necesitaban un técnico de iluminación para otro espectáculo: El circo submarino y empezó Andrés también.

Estamos aprendiendo muchísimo, viajando y conociendo lo que se hace a nivel internacional. Es una experiencia increíble y la razón por la que nos hemos quedado en Murcia.

Si Jesús Nieto no viviera aquí, ¿dónde estaríais?

E.S.: Madrid no nos apetece demasiado, sobre todo porque nos interesa mucho el teatro físico y en Madrid no conocemos (no sé si hay) escuelas que se dediquen a eso principalmente. Hemos tenido un maestro, Gabriel Almagro, nacido en Elche que estuvo viviendo en Polonia diez años donde trabajó con una compañía que se llama Sound of the goat, que es buenísima. Yo siempre había querido irme a Polonia pero es un país que actualmente está muy mal políticamente. Y ellos se están viniendo porque allí es complicado vivir. Así que tuvimos que aparcar nuestros planes de ir para allá.

A.G.: Uf, ¡qué pregunta! En realidad no tenemos un sitio ideal, un lugar al que nos gustaría ir. Da igual que sea Francia, Marruecos… pero donde sea iríamos con un plan. Mucha gente se va a Madrid solo porque es la capital y van a ver qué sale, sin más. A nosotros nos parece algo impensable. Además de que Madrid, como ciudad, tampoco nos interesa especialmente. En todo caso, nos gusta más Barcelona. Lo más importante es que nosotros no queremos viajar a un lugar, queremos viajar a una idea, compañía, escuela, a algo que nos interese hacer. Yo, especialmente, tenía la idea de salir fuera desde siempre y con Jesús aprendí que no hacía falta. Vivir en Murcia no significa que, obligatoriamente, esté trabajando para Murcia. Nuestro objetivo principal ahora es aprender. Nos encantaría que nos diesen temporalmente una residencia interesante en algún sitio, por ejemplo Alemania.

Hace muy poco se concedieron los Premios Azahar de artes escénicas (23 de Octubre). No sé si conocéis a las compañías, los nominados… ¿Hay profesionales independientes o compañías que trabajen en Murcia y sean un referente para vosotros?

E.S.: Sí, conocemos el panorama. Como referente principal tenemos a Jesús Nieto. Nos gusta todo: su forma de producir, sus cualidades artísticas, su forma de trabajar… Yo también valoro muchísimo otras propuestas como Teatro Silfo. Me gusta mucho la forma de organizar la producción y aunque personalmente no he podido ver ninguna de sus obras creo que tiene mucho valor lo que hacen porque están trabajando muchísimo y están llegando muy lejos. Les concedieron el Premio Feten, ahora han obtenido premio al mejor espectáculo infantil o familiar, en los Azahar. Eso es dificilísimo.

¿Y cómo veis el panorama aquí? ¿Creéis que las artes escénicas actualmente en Murcia están el lugar que les corresponde?

E.S.: En cuanto a programación es increíble, de envidiar en muchas otras provincias. El Teatro Circo trae espectáculos internacionales súper interesantes, se celebra Títere Murcia, muy consolidado y con mucha calidad. También se están apoyando mucho los proyectos emergentes. Por ejemplo ahora el Teatro Circo les acaba de dar una coproducción a Las Monstruas, a Ayeclown

A.G.: Igual antes también pasaba, pero yo siento que estamos en un momento en que las compañías mas clásicas de Murcia, con una experiencia a sus espaldas y un valor enorme, están interrelacionándose con la gente joven que también se esta poniendo en valor. Hay mucha gente que se esta quedando aquí en vez de irse a Madrid, como pasaba siempre antes, y se están formando grupos que quieren hacer cosas nuevas, a los que se les están dando oportunidades. Murcia, como Ayuntamiento, funciona muy bien en este sentido. Propuestas como el CreaMurcia, los premios de Industrias Culturales, ayudas a asociaciones…hay de todo. El ICA hace su labor muy bien. Nosotros, por ejemplo, para la nueva producción estamos ensayando en el Espacio 585 y funciona muy bien. Siendo asociación puedes pedir espacio para ensayar y te lo conceden con mucha facilidad. Existen otros similares como La Nave de Puente Tocinos, el centro cultural de La Alberca o el Auditorio de Beniaján, donde estrenamos NORTE y pudimos ensayar previamente dos semanas… Hay mucha confianza en los jóvenes por parte de las instituciones y se está luchando mucho para que esa confianza se mantenga.

¿Os parece necesaria la colaboración con otro tipo de colectivos o agentes, ajenos al teatro, como puedan ser colectivos artísticos o creadores de otras disciplinas?

E.S.: Sí, por supuesto. De hecho, el bolo que hicimos en el Mercado de Correos surgió así. Era FAM, una Feria de arte contemporáneo que lleva algo de teatro pero muy poquitas cosas. Y a raíz del contacto con Pedro Valera, organizador del evento, pudimos actuar allí.

¿Y qué tal fue vuestro paso por la Feria?

E.S.: Interpretamos NORTE. Fue súper bonito porque no fue una actuación al uso. Por ejemplo, no teníamos luces. Tenía que ser con luz de día y partíamos de algunas escenas que eran en oscuro. Entonces se convirtió en una adaptación. Y el ambiente era de fiesta, de tomarse algo mientas veían la obra, de modo que se convirtió en otra cosa. Pero fue especial porque la gente entró totalmente. Se creó como un ambiente, no diría sagrado, pero que atrapaba. Al final de la obra hubo mucha gente llorando, gente que habitualmente no tiene acceso al teatro por desconocimiento u otros motivos, les impresionó mucho.

¿La habéis representado en algún otro lugar?

E.S.: Sí, en Mazarrón, en la playa. La obra hace mucha referencia al mar y nos vino muy bien. Se llenó y no hubo ningún problema. En estos sitios, a veces, la gente grita, no se concentra… y aquí fue increíble. Hubo silencio durante todo el rato. Incluso se quedaron niños a verla. Siempre habíamos pensado que este no era un público para NORTE, que a los niños no les interesaba y fue todo lo contrario.

A.G.: Es muy interesante cuando se rompen esas barreras, cuando se rompe la solemnidad del cuerpo teatral al uso y se hace algo en un espacio no convencional. Yo siempre estoy detrás de ese tipo de cosas. Es muy interesante que en un espacio diferente, en el que se pueda hacer (porque sea grande y tenga casi todo lo que se necesita) de repente se cree algo que, de alguna forma, en un teatro ha perdido.

Me doy cuenta que sois muy reflexivos en vuestras creaciones. Me gustaría saber, a la hora de poner en marcha un proyecto nuevo, qué os mueve.

A.G.: Nuestras inquietudes se basan en el hoy y ahora de la juventud. Queremos indagar en el sentimiento común que tenemos los jóvenes: desubicación, muchas veces ansiedad y aturdimiento, de cansancio. El concepto responsabilidad, no solo a nivel de hacerse mayor sino de la que se supone debemos tener los jóvenes respecto al cambio climático, por ejemplo. Nuestro nuevo proyecto va a ir sobre la sensación de que el mundo se va a la mierda y es culpa nuestra. Como personas jóvenes que somos sentimos que es así y lo peor es que sentimos que no podemos hacer nada, pero al mismo tiempo tenemos que hacer un montón de cosas: reciclar, ser vegetariano, solidario. A mí, particularmente, me gusta el mundo en el que vivimos pero es una sensación de angustia, una presión que viene de lo abstracto. Cada vez hay, supuestamente, más libertad y más facilidad para que se difundan las ideas. Al ser global, ¿a quién le echas la culpa de lo que no funciona bien? Lo más difícil es cuestionarse qué responsabilidad tengo yo en todo esto. Cada vez es más difícil analizar la situación porque, de algún modo, se ha convertido en caótica. En ese universo caótico lo único que hacemos es tirar para adelante.

E.S.: Es una paradoja porque estamos en un momento súper individualista, pero al mismo tiempo muy colectivo. Hemos hablado de esto con mucha gente y todos dicen lo mismo. Reconozco en mi día a día el aburrimiento, la desidia…y sin embargo, las redes sociales muestran a la galería todo lo contrario. Todo es un poco esquizofrénico. Antes había una realidad empírica y trabajabas con eso. Pero ahora hay otra, la realidad virtual. Y no sabes cuál es más verdad. Tenemos un pensamiento tan abstracto que es muy difícil expresar lo que sentimos porque a veces nuestra cabeza funciona de una manera que no comprendemos. La excesiva información genera ansiedad.

A.G.: Es una sensación de angustia permanente porque todo lo que haces nunca está a la altura. El problema no está tanto en la red social como en la propia vida. La realidad virtual es ahora más segura que la propia realidad, para una persona joven. Nos hemos criado en la confusión. En 2008, cuando comienza la crisis, yo tenia doce años, así que he crecido en este caos. Estoy ahora trabajando en “lo cíclico” y cuando analizas la belle epoque, antes de la primera guerra mundial, te das cuenta que todo iba muy bien. Parecía que no pasaba nada. Hasta que por algo que, aparentemente, no era tan grave, estalló la guerra. Ahora mismo tenemos la misma sensación. Hasta el 2008 la gente vivía en el “todo va bien”. Empieza la crisis y empieza la confusión. Seguimos teniendo la misma vida que antes de la crisis pero, de alguna forma, sabemos que se va a acabar.

Así que nuestra intención es comprender un poco qué nos pasa a la juventud de hoy en día y poder plasmar nuestra sensación al respecto. No pretendemos dar soluciones porque vemos claramente que es imposible. Cuando lees La decadencia de Occidente de Oswald Spengler, te das cuenta de que habla exactamente de lo mismo que el contemporáneo Byung Chul Han, porque estamos, de nuevo, en el mismo punto. Tenemos de referente en este sentido a la compañía barcelonesa Conde de Torrefiel, que son para nosotros un ejemplo a seguir en cuanto a la forma de plasmar la filosofía contemporánea y nuestro modo de vida.

Fotos: Fran Bécares.


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