Un murciano prologa el último libro de Vila-Matas. Parece el titular de El mundo Today ¿Cómo ha podido pasar?
Sí, parece una broma. Es curioso porque hasta que no tuve el libro en las manos no me resultaba verosímil. La historia es muy simple en realidad. A Vila-Matas lo conocí en 2016 en la presentación de un libro, allí lo saludé, pero fue el típico encuentro de autor y lector de “me encanta tu obra y salgo huyendo”. Justo por aquella época, empecé a trabajar en la librería Los Editores, de Madrid y, al poco tiempo, Vila-Matas publicó Mac y su contratiempo, a raíz de ello, se celebró una comida promocional en el Hotel de las Letras e invitaron a un grupo de libreros; como mis compañeras de la librería sabían lo que me gustaba Vila-Matas, me enviaron allí de representante y no llevaba ni dos semanas. Fui a la comida un poco descontextualizado, nadie me conocía, pero entonces tuve ocasión de hablar algo más con Vila-Matas.
Visto el resultado, fue un encuentro interesante
Para mí fue genial, para él imagino que no tanto (risas). No volví a saber nada en un montón de tiempo. Escribí un pequeño texto sobre su obra y se lo mandé por correo, no sé por qué, ya que me cuesta mucho dar esos primeros pasos. La cuestión es que llevaba más de cuatro años haciendo la tesis sobre él y nunca había pensado que mereciera la pena contactar con él. Se trata de un autor muy consciente de su obra y de alguna manera no quería que me influyera demasiado, porque tenía claro que mi tesis era un trabajo independiente.
¿Temías que te decepcionara?
Sí, no tanto si me decepcionara él como persona, sino porque podía romper un poco los esquemas que yo tenía sobre su obra. Tenía un poco de miedo a no poder mantener al margen su influencia. Queda súper anecdótico porque yo no quería conocerlo y, al final, de una forma muy casual acabé escribiendo su prólogo.
¿En qué momento te dice, “Oye, Mario, prológame”?
Le envié un borrador de prólogo que había escrito para Impón tu suerte y me contestó diciéndome que le había gustado mi texto y que ojalá fuera el prólogo de la segunda edición del libro.
Así, a bocajarro
Sí, aunque aún así, me dijo que lo veía difícil, ya que el libro había salido hacía poco tiempo. Una de cal y otra de arena. Que me dijera que le gustara, ya me parecía genial, que encima me dijera lo del prólogo… eso no cabe en la cabeza de nadie y aún menos en la mía. Así que lo tomé como un cumplido y lo dejé pasar. Meses después, mientras trabajaba en la Feria del Libro de Madrid, me encontré con Eva serrano, la editora de Círculo de Tiza y se me ocurrió comentárselo. Me dijo que le parecía una idea genial y que lo hablaríamos. Ahí empezó a girar la rueda. Me pasé todo el verano trabajando porque había que corregir algunas cosas, modificar el índice onomástico, terminar el prólogo, incluir alguna nota en los textos….El equipo de Círculo de Tiza me dio plena confianza desde el primer momento, al igual que Vila-Matas. Fue muy halagador a la vez que una gran responsabilidad porque me dejaron el Word de un autor como él para hacer lo que yo quisiera. Al final, la confianza es lo que te anima, si no, el miedo es muy grande.
Te llegó el archivo y, ¿qué hiciste?
El orden de los artículos es el mismo que en la primera edición, excepto el de un texto que funcionaba como prefacio y que ahora se convierte en epílogo. Con mi prólogo ya no tenía mucho sentido colocar su prefacio a continuación ya que además quedaba un poco redundante, así que le propuse ponerlo al final y jugar con la dinámica del libro de hacerlo circular, un continuum, dejándolo abierto. La mayoría de los textos pertenecen a la columna Café Perec que aparece en El País. También hay discursos, conferencias… Me gusta mucho la porosidad, la inexistencia de fronteras. Hay un índice que sirve para guiarte, pero en el fondo, me gusta que se pueda leer salteado.
Como tú, ¿no? Recordemos que estamos frente al mismísimo Lector Salteado
Una cosa que me gusta mucho como lector y, sobre todo, después de haberlo trabajado es que, en muchos de los textos, puedes ver el germen de otros libros. Utiliza sus artículos como un taller, como un laboratorio. Es algo muy interesante no solo en los artículos sino en toda su literatura, en conferencias… Si no fuera por el sistema editorial, la obra de Vila-Matas podría ser una obra total, la obra de una vida entera.
El libro que a mí me fascinó de Vila-Matas fue París no se acaba nunca y ayer, ojeando Impón tu suerte y leyendo tu prólogo, con el que, por cierto, me parece que aciertas de pleno, recordé la fascinación que me creaba hablando de todo lo que había leído. Dices que Vila-Matas tiene un poder para crear fascinación y para entusiasmar muy poco habitual. Y tú no te quedas atrás.
Es curioso, Vila-Matas es un autor que te gusta o no te gusta, no conozco a gente que tenga una opinión templada sobre su obra. Se le relaciona siempre con la cita literaria, con nombrar mucho, con citar mucho y esa forma de trabajar se confunde, en muchas ocasiones, con la pedantería y es verdad que existe una línea muy fina entre ambas. ¿Qué separa la pedantería de la erudición o incluso de la generosidad? Porque para mí, muchas veces, las citas son una manera de conectar con otras lecturas. Es divertido si empiezas a jugar, es como una sintaxis mayor de su obra. Yo he descubierto un montón de libros y autores leyendo a Vila-Matas y nunca me he sentido abrumado, no me apaga en absoluto. Cuando se habla un idioma que la otra persona no comparte, empieza la pedantería para mí, porque te deja fuera del juego. Vila-Matas habla de los autores excluyentes, aquellos que no dejan que entre en su obra ninguna idea de fuera, a ningún autor, como por ejemplo, Paul Valéry… y de autores incluyentes, que acogen otras voces dentro de su obra,según Vila-Matas, Borges. Una prueba de que Vila-Matas es incluyente, es la atención que presta a la gente joven, cosa que no hace nadie.
La generación a la que pertenece es de viejuntos totales. Solo se leen entre ellos y dando gracias. Jamás se les ocurriría leer a alguien más joven que ellos o que no esté muerto
Tú piensa que Vila-Matas es del cuarenta y ocho. Creo que es una forma de ver la vida. Una actitud de descubrimiento, de exploración… Hay gente mucho más joven que vive como si lo supiera todo y eso es una gran limitación. Hay tanto que ver, tanto por aprender… En mi caso en concreto, hay un gesto de confianza, de generosidad por apostar por alguien a quien no conoce nadie. Eso dice mucho de cómo entiende la literatura y la vida. Si lees crítica literaria, es difícil encontrar a un crítico o a un reseñista que de verdad no se limite a seguir la estela de turno. Es muy fácil reseñar libros que sabes que gustan. Vila-Matas me parece un crítico porque trabaja sobre su gusto y su sistema de valores, la gente lee algo porque lo ha leído Vila-Matas y eso es la crítica para mí. Él genera gusto, influencias, conexiones…
Es un influencer en toda regla
Además es un influencer que hunde raíces en terrenos muy distintos, porque igual que puede hablarte de un escritor relativamente desconocido, estoy pensando, por ejemplo en un caso muy anecdótico: Vila-Matas consultaba un blog que escribía un tipo con pseudónimo. Le gustaba mucho y, con el paso del tiempo, empezó a comunicarse con él por correo sin saber quién era. Un día, le escribió desde aquel correo la mujer del tipo diciéndole que este había muerto. Entonces Vila-Matas dijo en su web que buscaba una editorial para los textos de este hombre y la editorial Pepitas de Calabaza se puso en contacto con él: Toma, aquí tienes el libro de un hombre totalmente desconocido, en el que no hay intereses de por medios porque está muerto. También consigue que, de repente, Siruela reedite a Robert Walser y que la gente se ponga a leer a Blanchot o a escritores que son clásicos pero que no se suelen leer porque son excéntricos en el sentido físico del término, que están en los márgenes. Es una manera de mantenerlos vivos; siempre tiene una mirada hacia adelante y una mirada hacia atrás.
Un hombre generoso
Es muy curioso, porque la gente, cuando piensa en Vila-Matas, piensa en un autor joven. Si alguien quiere leer literatura moderna, acude a Vila-Matas pero en realidad tiene setenta años. No es que vaya de abuelo chachi, es que su actitud ante la vida es muy especial. Enfrentar la vida de esa manera, sabiendo que te queda mucho por aprender es clave. Es igual que si das clase, que tú tengas la capacidad de no sentirte un catedrático, que sepas dejar de lado tu posición y ser permeable a lo que los alumnos te puedan enseñar es importante. Entre que tú terminas la carrera y el máster, el doctorado, consigues tu plaza… pasa mucho tiempo y, en ese tiempo, el mundo no se ha parado. Si tienes setenta años y sigues dando clase en la universidad, o consigues dejar pequeñas puertas abiertas para que entre el aire, o no vas a hablar el mismo idioma que tus alumnos.
Y sin embargo, es lo que ocurre en muchas ocasiones
Cuando entras en el mundo real para dar clase, tienes que reconectar y entiendo que hay gente que no lo hace porque cuesta mucho o porque simplemente no le interesa. También es cierto que no hay un reconocimiento de las labores, el profesor que lleva tiempo trabajando y todavía tiene esas ganas y esa energía para conectar con sus alumnos ha de ser valorado. Hay pocos pero los que hay se merecen un monumento. Con los autores ocurre igual, que todavía tengan la actitud de seguir conectando con la gente joven…
Que sería muy legítimo, por otra parte
Claro, pero si me pasa a mí. Primero por salud, no puedes estar pendiente de todo lo que pasa a diario, eso te vuelve neurótico, porque al final te conviertes en un influencer y no en un crítico, pues sí, cojo el libro, me leo la contraportada, pongo dos frases, una foto de la portada y esta es mi crítica, pues no.
Es una cosa totalmente distinta, si quieres, hazlo, pero no es comparable a una crítica
Entiendo que hay mucha gente que desconecta de la actualidad porque es desbordante, pero hay que mantener el ánimo. Tienes que saber que no puedes leerlo todo, pero sí puedes intentar ver qué pasa, qué se está haciendo. Igual que un médico no termina la carrera y dice ya está; en este ámbito ocurre igual y no estoy comparando la literatura con la medicina porque sé que no tienen nada que ver pero…
Las enseñanzas de Vila-Matas las has hecho tuyas porque al leer el prólogo dan ganas de leer a todos los autores que nombras, a buscar más. Creas tú mismo esa fascinación de la que hablas
Cuando salió el libro, lo primero que pensé fue No voy a abrirlo porque no quiero encontrarme una errata o pensar en posibles modificaciones Por más ojos que miren, no se acaba nunca. Con el prólogo me pasó igual, no quería leerlo, pero lo hice una vez en papel y me di cuenta de que había muchos autores, quizá podía haber aligerado un poco en eso, pero tampoco me arrepiento porque si hay un lector predispuesto va a entender que no es ostentación y que abre el camino para comprender un poco mejor a Vila-Matas, entender en qué coordenadas se mueve.
Combinan muy bien por esa razón, porque crea “las ganas de”
Como has dicho, es más fácil entusiasmarse que generar entusiasmo. Igual que soy introvertido y muy reflexivo, me cuesta mostrar ilusión fácilmente. Soy demasiado comedido. Muchas veces me pasa que cuando estoy con alguien muy entusiasta, me abruma, me crea rechazo, sé que eso se hace sin querer, que me cree esa sensación es culpa mía, sin embargo, son pocas veces en las que se transmite bien ese entusiasmo, eso es un don. Vuelvo otra vez a la docencia, podría decirte que solo he tenido uno o dos profesores que han hecho eso conmigo, enseñar con un entusiasmo contagioso.
¿Quién?, ¿Alguien de la carrera?
Sí, sí, por supuesto, a Vicente Cervera, que es uno de mis directores de tesis y Aurora conde que es mi otra directora de tesis. Y no es porque sean mis directores aunque, en el fondo, quizá me he acercado a ellos por eso, porque para mí es algo muy valioso; lo encuentro muy poco y como es contagioso, te hace crecer a ti también. Hay una persona muy importante en mi vida, aunque suene muy trascendente, que es mi profesor de historia del arte del instituto, Isidoro Martínez; en sus clases aprendí que existía ese tipo de persona que se entusiasma con lo que enseña y que consigue transmitirlo.
Y tú consigues entusiasmar con tu blog Lector Salteado
El blog nació en febrero de 2016 de forma muy íntima. Empecé a tomar notas porque quería crear un espacio de reflexión. Muchas veces el ritmo de la vida en general y, en este caso, de la literatura, te hace leer muchas cosas, pero luego eres incapaz de hablar de los tres últimos libros que has leído. Una de las funciones del blog fue obligarme a detenerme, a parar un poco en los libros que sabía que me habían gustado y que sabía que, si pasaba de largo, se podían evaporar. Lo compartí entonces con personas cercanas y gustó y, poco a poco, me fue estimulando. En parte, Lector Salteado nació también como forma de exponerme a mí mismo, no tanto como persona sino mis criterios, mis ideas, mis lecturas, mis juicios… No tienes que esperar a ser ninguna autoridad, ¿por qué no puedo jugármela ya entonces? Hay libros que me gustan por una serie de razones y tengo argumentos y quiero contarlos. Si eso da pie a que alguien comparta mi entusiasmo o me lo rebata, pues genial. Sobre todo, escribo el blog porque me divierto, si no, no lo haría.
¿No te da pereza? Porque a veces te lees un libro y dices ay quiero escribir pero luego me da pereza
Bueno, no deja de ser trabajo, pero me divierte, de hecho, cuando deje de divertirme lo cerraré. No me da dinero así que lo hago por diversión y por entusiasmo, porque me aporte algo, porque aporte algo a alguien. Lo abrí en 2016, que fue un año en el que pasó prácticamente desapercibido, 2017 ya fue distinto y este año que le hice una pequeña remodelación con mis nociones mínimas de nada, ha aumentado un montón en número de visitas y seguidores. Es algo que yo no buscaba en un principio pero estimula mucho y te ayuda a vencer esa pereza que dices, que muchas veces la siento, sí. No tengo regularidad ninguna; publico lo que quiero y cuando quiero, lo que me da mucha libertad para dosificar mi pereza. Entiendo que hay un compromiso porque la gente te sigue y de alguna manera están esperando o, al menos, es la ilusión que te creas para motivarte. Siempre he querido montar una revista, he dado mil vueltas, lo he intentado mil veces, he empezado varios proyectos que nunca han salido y el blog, en parte, es un residuo y un fruto de ello. Mi intención no era que solo se escuchara mi voz, siempre he querido mostrar otras voces, y entiendo que es muy difícil, es trabajo y el entusiasmo no es suficiente siendo un blog gratuito. Aún así, a partir del primer año empezaron a colaborar Elena Jiménez y María Ayete que escriben muy bien, tienen mucho criterio. Me gustan porque escriben y leen distinto a mí, es algo que me enriquece y que diversifica la potencia de lo que puede ser el blog.
¿Cuál es tu propósito de año nuevo para el blog?
Lo primero, tener más tiempo para dedicarle. En septiembre, inauguré Café con/suelo, que es una especie de blog literario personal que en un principio quiero que sea diario mínimo de lo que sea, que suponga una imposición, pero que, al mismo tiempo, no me genere la obligación de crear un texto definitivo ni nada maravilloso.
Que sea un continuum
Uno de los miembros de Oulipo, el grupo de vanguardia francés, Harry Mathews escribió un diario en el que se obligaba a escribir veinte líneas diarias, fueran genialidades o no; el apéndice es importante porque si te obligas a escribir una genialidad al día, te frustras, te deprimes y lo dejas rápido. Lo bueno es darte esa libertad y ponerte a prueba en tu acto de crear contra viento y marea porque no siempre tienes ganas, mejor dicho, casi nunca tienes ganas. La idea de Café con/suelo pretende combatir también la idea romántica de guardarlo todo, de pensar que siempre hay un momento mejor, un contexto o una situación más propicia. Lo he hecho mucho y sé también que las palabras se mueren.
Imaginemos que tienes una novela en el cajón, si te dice una editorial muy pequeñita, que no la conoce nadie, que te publican, ¿lo harías o prefieres esperar hasta que te publiquen en Anagrama?
No lo sé, tendría que verme en la situación. no rechazaría algo que me interese por esperar, eso seguro; tendría que ver qué tengo, porque soy muy autoexigente. No lo haría con cualquier editorial, mi finalidad única no es publicar a cualquier precio. Lo veo mucho y me revienta porque hoy en día editar es muy fácil y más barato que nunca y se edita muchísimo, lo que significa que también se publica basura y hay gente dispuesta a editar de cualquier manera. Igual que me indignan posibles editores sin criterio, me indignan, sobre todo, los escritores sin criterio.
Creo que en ocasiones pesa más el hecho de decir esto lo he escrito yo
Sí, es cosa de egos. Es comprensible, pero no a cualquier precio. Si has escrito algo interesante y quieres tenerlo en papel para que lo lean tus amigos, te vas a la imprenta, encargas cien ejemplares y los repartes. No veo diferencia entre hacer eso, que además puedes hacer el libro que tú quieres, que llevarlo a una editorial de mierda. Entiendo que hay editoriales jóvenes, de provincias, pequeñitas, de todos los gustos, pero no está reñido ser pequeño con hacer las cosas bien. lleva mucho trabajo, eso sí. No quiero disculpar un trabajo mal hecho porque sea una editorial pequeña, con bajo presupuesto o poco personal. El criterio final es si hace un buen o un mal trabajo. La gente hace grandes sacrificios. Hoja de lata son dos editores de Gijón que hacen todo el trabajo y que se dejan la piel. Una editorial no es un buen negocio, al igual que escribir un libro. Existe esta idea que habría que ver de dónde viene del escritor como una persona con éxito y dinero. Me gustaría que lo fuera, la verdad, pero no es así.
¿Hay una burbuja en ese sentido, el escritor famoso dentro de su círculo únicamente?
Sí, esto es muy utópico, a mí me gustaría que se correspondiera el prestigio editorial con que te puedas ganar la vida con ello. Está muy bien que reconozcan la labor de un escritor, porque es una figura importante pero, al final, la gente no viaja a Madrid para ver la M30, viaja para ver el Museo del Prado. A un país no se lo recuerda por sus ingenieros de caminos -y no estoy desprestigiando en absoluto-, lo que digo es que, socialmente, hay un prestigio en los artistas que no se equipara con una valoración en vida.
¿Cómo crees que se podría paliar?
La cultura necesita dinero y si viene del Estado no nos gusta porque está comprometido con la política; y si no viene del Estado no nos gusta porque está comprometido con las empresas. Es verdad que para escribir no hace falta dinero, que cada uno escriba en su casa, como hacía Pessoa trabajando todo el día en su oficina y escribiendo después. Es que es muy complicado: de los libros no se puede vivir, se acaba viviendo de colaboraciones en prensa, talleres y demás. Como un tío que lee y escribe, me gustaría vivir de eso, es lo que intento, pero también entiendo la crítica contraria y me da rabia entenderla. A ti nadie te pone una pistola en la cabeza para que escribas. Escribe en tu casa, ¿por qué te tengo que pagar por ello? Además, lo haces con gusto, te diviertes. Soy muy consciente, sin embargo, de que escribir es un trabajo y bastante duro además.
¿Crees que sigue teniendo una hueco una crítica literaria más calmada que una foto en Instagram?
Creo que siempre hay lectores sosegados. También te digo que cuando hablo de que ha aumentado el número de seguidores del blog, la subida es ridícula. Es mucho más fácil seguir a un tipo que que sube fotos del libro que se esté leyendo que a otro que escribe mil palabras. Muy poca gente se lee mil palabras en internet, prácticamente nadie. Yo intento mantener un formato breve, lo que quería desde el principio es que no fuera ni una nota de prensa, ni una sinopsis y tampoco quería hacer un análisis en profundidad, aunque reconozco que a veces tiendo a ello porque me gusta; lo que intento es que la gente se acerque al libro, se entretenga y acabe gustándole.
¿Por qué sigue mereciendo la pena escribir?
Si me lío hablando, me lo dices, por favor, que me acabo de acordar de Nabokov, que decía pienso como un genio, escribo como un señor distinguido y hablo como un niño. A mí me pasa eso último: se me agolpan las ideas. Escribir no merece la pena. O necesitas escribir o no escribes. No confío ni creo en escribir como una recompensa o una satisfacción de deseos. Creo que es más bien una necesidad aunque suene muy romántico o melodramático. Quien necesita escribir, escribe sea como sea, en el formato que sea y en la manera que sea, a lo mejor no escribe una novela necesariamente, pero le da forma por algún sitio. Si lo necesitas, al final, escribes aunque tengas cinco hijos y trabajes en una oficina hasta las diez de la noche; no se puede frenar. Si lo ves desde el punto de vista del dinero no merece la pena en absoluto. Si pienso en el tiempo, en la energía y en el dinero que he invertido en leer, estudiar e investigar, no sé si sería Mark Zuckerberg, pero sí su primo. Si toda esa energía la proyectas en otros ámbitos se me ocurren millones de cosas más agradecidas económicamente hablando.
¿Y leer?
Ahí no creo tanto en la necesidad, pero sí creo que somos lenguaje y que no somos capaces de salir de él. Cuanto mejor sepas moverte en el lenguaje, más matices aprecias en la vida. Incluso el tópico de que te permite vivir más vidas es real. Te permite entrar en contacto con muchas más realidades e interpretar de una manera mucho más minuciosa y más satisfactoria. Te permite disfrutar más de la vida.
No hay que caer en el leer te hace mejor persona, porque es verdad que hay gente que tiene esa idea, pero sí que te hace más empático porque te hace más consciente. Quien es mala persona habiendo leído mucho, no es que tenga menos excusas, pero sí es más difícil que no sepa que está siendo mala persona. Estos últimos meses que me los he pasado sumergidísimo en la tesis, estaba deseando salir al campo a correr. Necesito la literatura, no tengo recuerdos de un momento en el que no la haya necesitado, pero que alguien me diga que su vida es solo eso… Creo que te estás perdiendo un porcentaje muy grande de la vida, porque tocar a una persona, tocar un árbol, salir a correr, a hacer algo con las manos es una pasada.
Escribes, eres crítico literario, has trabajado de librero y estás haciendo la tesis en humanidades. Perdóname, pero estás muy mal de la cabeza
Esto no hay forma de que dé dinero
El mundo de la investigación es bastante precario pero además tú te has ido al campo más complicado todavía, las humanidades.
Aunque sea un cliché, es algo que no haces por dinero, ni por fama ni por prestigio, es algo puramente vocacional. A mí me da mucha satisfacción saber que estoy dedicando mi tiempo y mi trabajo a algo que me apasiona. No sé si la palabra es tanto satisfacción como tranquilidad; me calma un poco la conciencia el hecho de saber que estoy haciendo algo que me gusta, que me supone una necesidad. He escrito reseñas para distintos medios, informes para editoriales, pequeñas traducciones y que te paguen por leer, al menos como concepto, es maravilloso; luego la realidad es distinta, porque te pagan poco, no compensa el tiempo que inviertes… Pero trabajar en algo que te apasiona, conseguir darle forma y hacerlo tu proyecto de vida… No necesito más. Es verdad que es un camino largo, es una carrera de fondo y no hay una meta clara. A mí me estimula por un lado y depende de cómo me levante, me puede dar vértigo o desanimarme, ya que te puede generar más incertidumbre en otros ámbitos de tu vida. Me metí en la tesis porque me apasiona y porque me satisface ligeramente esa idea de que si ahora mismo salgo a la calle y me atropella un camión, hasta hoy, he estado haciendo cosas que me llenan, que me dan plenitud.
¿Hay tanto glamour como sombras en la universidad? ¿Qué balance haces ahora que estás terminando la tesis?
El doctorado es mucho más duro de lo que se puede pensar; el de humanidades en concreto es muy solitario, tienes que ser capaz de soportarte a ti mismo mucho tiempo, que es dificilísimo y encima soportarte trabajando con conceptos que no son cómodos, con los que no siempre estás de acuerdo; en ese sentido es desagradecido. Ahora bien, es muy estimulante y te permite rodearte de gente que tiene inquietudes que no son frecuentes. Me gusta mantener ese glamour, me gusta pensar que hay una elite -que es un concepto muy desprestigiado que a mí gusta- del conocimiento, que hay gente que apuesta por el conocimiento más allá de que le vaya a dar dinero o de que vaya a tener repercusión mediática inmediata. Somos un grupo de personas, aparentemente, haciendo el capullo pero que, a largo plazo, harán que las sociedades mejoren. Las civilizaciones mejoran porque hay gente en la sombra trabajando y pensando. En nuestro día a día pensamos muy poco y la universidad es un foco de resistencia del pensamiento, donde se puede pensar sin compromiso, sin ataduras, sin intereses. Ahora bien, hay un lado oscuro: hay pocos recursos, somos demasiados, hay una inflación de títulos universitarios que a largo plazo va a generar que se devalue el contenido de las carreras. Si hay un doctor de literatura dando clases particulares de lengua, ¿con qué se va a sacar un dinerillo el que esté estudiando la carrera de hispánicas? Es desmotivador. Está bien saber que mi estímulo para seguir es que hago lo que me gusta, pero es una verdad como una casa que el doctorado es una forma de buscar trabajo cuando le quitas la pátina romántica.
En el prólogo hablas de la felicidad literaria. ¿Qué es para ti?
Es mantener la ilusión. Incluso haciéndolo parte de tu profesión, que no le cojas asco a los libros. Intentar apartar de ti a ese bichillo que está de vuelta de todo e intentar alimentar al otro bichillo que se ilusiona cada vez que aparece un libro interesante, que sigue descubriendo autores que le flipan. Mantener vivo el espíritu inconformista. Cuando termino un libro bueno lo primero que digo es qué hijo de puta. Ese es el cierre de un buen libro; no puedo evitarlo, también leo como escritor. Lo segundo que pienso es ¿qué voy a leer ahora?. Luego resulta que hay un tipo o una tipa desconocida -que por cierto, son muchas más tipas las que me están flipando últimamente- y empiezas de cero. Ese poder renovarte siempre a mí me da la felicidad literaria, si es que ese la felicidad literaria como concepto tiene alguna posibilidad de subsistir. Reencontrarte con la literatura para mí es de las experiencias más gratificantes que vivo de vez en cuando, creo que lo relaciono mucho con la infancia. Tengo muchos recuerdos de pequeño, relacionados con los proyectos que emprendía; me acostaba pensando en la cabaña que estaba construyendo y me despertaba pensando en ella. Tendemos a dejar esa sensación en la infancia y es muy agradable. Estar tan enfrascado, tan pendiente de algo que no hay tiempo ni espacio. Volver a ser un crío lleno de ilusión.
Fotos: Fran Bécares.
La cita tendrá lugar el próximo 28 de mayo a las 20:30h en el restaurante…
El público podrá conocer la historia y el patrimonio cultural de algunos de los lugares…
La cita tiene lugar el miércoles 8 de mayo a las 20h en Juno Rock…
Cervezas Alhambra y Cucü Gastrobar se unen para presentar una experiencia culinaria única para disfrutar…
El evento estará protagonizado por el artista plástico, performer y editor Derek V. Bulcke y…
El próximo 17 de abril a las 20h, el restaurante La Pilar será el escenario…
Ver comentarios