LOS DE LA ERA A.F, POR AQUÍ
Flea… ¿qué?
Fleabag. Literalmente, «piojosa», o «saco de mierda». Si aún no la conocías, estás a tiempo de devorar doce capítulos de media hora aproximadamente, repartidos en dos temporadas, en Amazon Prime Video. O sea que tienes unas seis horas de Fleabag por delante. Y créeme, los de la era d.F. te envidian mucho ahora mismo.
Yo te cuento algunas curiosidades antes de que te pegues el maratón del siglo –ve cancelando las citas Tinder, las visitas a los abuelos y las compras al súper. Con bajar al veinticuatro horas y comprarte cosas ricas basta. Ponte el pijama y apaga el móvil. Ready when you are-.
Lo primero que te digo es que la serie ha arrasado en los Emmys. Se ha zampado a Juego de Tronos y tal. Qué me dices. Lo que oyes. Se ha llevado seis estatuillas, entre ellas mejor guion, mejor dirección, mejor actriz principal –hasta aquí todo gracias a la chica de la mancha en la frente-, y mejor comedia.
Yo aquí discrepo. No estoy segura de que se trate de una comedia, sobre todo en la segunda temporada. La comedia sirve para recubrir un trauma doloroso de la prota: la muerte de su mejor amiga Boo. Que por cierto, es su mejor amiga en la realidad. Se llama Vicky y fue quien animó a Phoebe a escribir esta pieza que comenzó siendo un monólogo de diez minutos, ampliado luego a una obra teatral de una hora y captada por un coolhunter de la BBC. Phoebe cuenta que solo quiso escribir cosas que hicieran reír a Vicky. Y así consigue un entramado de peripecias marcadas por la ruptura de la cuarta pared de la prota. Esto lo hacía ya Malcolm in the Middle en nuestra infancia (yes, no, maybe… I don’t know… Can you repeat the question? You’re not the boss of me now… and you’re not so big… -perdón por el momento banda sonora, es un clásico), y nos encantaba.
Lo que no puedo decir, porque he prometido cero spoilers, es que tiene un sentido. Lo de la ruptura de la cuarta pared, y en general. T-o-d-o lo que sucede en Fleabag tiene un sentido, por aleatorio que se antoje en algunos momentos.
Y si bien la primera temporada es más un despropósito sexual y económico tras otro, un continuo vilipendiarse a sí misma que algunos han visto como el hito feminista definitivo; en la segunda temporada adelanto y prometo que vamos más al fondo de las tramas planteadas. Con el fantástico final se cierra una historia que parece ser una peli muy larga. Seis horas, ya te digo. Se te harán cortas.
Así que buena suerte y prepárate para zambullirte en las aguas inglesas de nuestra Phoebe, en plena mancha de su frente.
P.D.: Cuando te conviertas en miembro del segundo grupo, vuelve aquí a por más.
LOS DE LA ERA D.F., POR ACÁ
Hey. Qué tal. ¿Un poco vacío después de que Phoebe te haya abandonado? Te partió el corazón al despedirse de ti al final de la segunda temporada, ¿eh? Te alegraste por ella, claro, porque entendiste que como espectadores eras su fiel compañía durante el duelo de Boo y que ya no nos necesitaba.
Después de haberte revelado su implicación indirecta en esa muerte y de haber expiado sus culpas con el reconcome de ninfómana, boom, fin de la serie. Te dejó sin hot priest y la soltaste sabiendo que por lo menos la habías ayudado a rehacer los lazos familiares, endebles desde la muerte de su madre. Pero ¿y tú qué? Un vacío interior.
Bueno, Phoebe no te ha abandonado. No te preocupes. Ella anda liada corrigiendo guiones –el de Bond 25, la próxima de James Bond- para darles su clásico punto de humor y adaptando otros para la tele –Killing Eve, en HBO, una de las mejores series del año 2018 según dicen por ahí-. Pero para que no la echaras tanto de menos, Netflix ha rescatado una joyita previa a Fleabag que se llama Crashing.
Ambas tienen en común que son protagonizadas por Phoebe, que tienen seis capítulos por temporada y que cada uno dura lo mismo. Y por supuesto, que tienen su toque. Por desgracia, Crashing solo tiene una temporada –y es una p****a porque el final exige continuación, en mi modesta opinión. Ya verás como concuerdas conmigo-.
Pero a cambio encontrarás un fino humor inglés que esta vez no es negro y dramático. Y como hilo conductor, la convivencia de unos principales desternillantes en un hospital abandonado, dentro de una comunidad legal similar a la de okupas, para aquellos jóvenes que no pueden permitirse alojamiento estándar en Londres. Así que el escenario es bizarro y de ahí su nombre: todo se cae, todo se rompe.
Qué decir antes de que la veas… Que el personaje de Sam, que ahora sería releído con la lente de la corrección política –insulta fuerte, muy fuerte; y podría ser considerado un baboso de tomo y lomo y otras lindezas-, te hará replantearte lo que te pierdes al ser demasiado diplomático. Que la relación de Melody y ‘Crying’ Collin, la francesa artista demente y el divorciado cincuentón; es totalmente imprevisible, igual que la de Sam y Fred. Y el trío amoroso entre Kate, Anthony y Lulu –el personaje de Phoebe-, es fantástico. Y que estos dos últimos recuerdan un poco a Capaz o Incapaz, con esos juegos de infancia que alternan con las ganas de compromiso.
Nada más, querido o querida. Seas de la era a.F. o de la era d.F., te envidio. Yo ya estoy pasada de rosca: soy d.F. y d.C (después de Cristo y después de Crashing). Tendré que esperar al nuevo James Bond o engancharme a Killing Eve. Ya me estoy preparando para el mono de esa mancha oscura en la frente.
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