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«And the Oscar goes to…»: crónica

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Dicen por ahí que ha sido una gala aburrida y poco «memeable», y a mí no me lo parece. No todo son coñas en la viña del Señor. Quizá yo tengo la lágrima fácil cuando alguien se planta frente al micro y se acuerda de su mamá entre temblores; pero es absoluta mi fe en esos homenajes en vida que reconocen un trabajo bien hecho.

Dejando de lado algún Oscar protocolario, como el de Elton John, este año el elenco de films era inmejorable. Se ha hecho Historia reconociendo la labor de una peli de habla no inglesa –ahora recalificadas como «internacionales», que viene muy bien para seguir rebajando el imperialismo americano- con cuatro estatuillas, las principales: mejor guion original, mejor película internacional, mejor director y mejor película para Parásitos.

Bong Joon Ho va a «beber hasta mañana», o sea, hasta ayer. Y ciertamente, se lo ha ganado. Nunca antes la audiencia ha disfrutado tanto leyendo los subtítulos en versión original de un idioma imposible que termina todas las frases con un deje descendente. La película es una obra de arte y Hollywood se rinde ante ella con justicia: un humor negro depurado que va transitando desde la ligereza de la crítica social a una profundidad descarnada. Distancia cultural pero cercanía universal en un largo donde cada escena está cuidada y cada minuto cuenta y te lleva a un lugar inesperado. Incluso al sótano, si hace falta.

Si bien JoJo Rabbit también merecía un galardón a mejor película. Se llevó mejor guion adaptado porque la novela, de corte dramático, no preveía esta novedad: ya podemos bromear, con conciencia, sobre el nazismo. El propio director, Taika Waititi, se introdujo en el elenco de actores con el papel del mismísimo Adolf como amigo invisible del niño, de JoJo. Una de esas películas –si uno no es demasiado sensible- en las que te ríes y lloras, y a veces, te ríes mientras lloras. Al grito de «un, dos, tres, ¡esvástica!», en el campamento para niños nazis o ese «Heil Hitler» a modo de saludo informal, en plan hey qué pasa; y en las butacas los había que reían impúdicamente y otros que callaban medio avergonzados. Pero la realidad es que Hollywood está abriendo camino a lo políticamente «incorrecto», con matices, y ha repuntado en calidad.

ONCE UPON A TIME IN HOLLYWOOD Brad Pitt (L) and Leonardo DiCaprio credit: Andrew Cooper/Sony Pictures

 

Me gustaría, humildemente, señalar una que no estaba nominada, a la que yo habría premiado por guion en que cada frase es críptica, profunda y casi prosa poética, y por mejor película extranjera. Se llama Ema, es chilena y dirigida por Pablo Larraín, y representa la cultura del reggaeton verdadero, no el que nos ponen en los antros los sábados noche en España. O sea, una peli que explica este movimiento musical y rebasa el típico discurso de cosificación de la mujer para apropiarse del ritmo y convertirlo en una celebración del cuerpo en su máxima expresión, del sexo y de la sensualidad. «Tú estás aquí porque alguien se calentó y tuvo un orgasmo». Esta peli es una pieza artística que no cumple los cánones de «entretenimiento», pero consigue contar una historia de forma absolutamente inusual. Que, a fin de cuentas, es el cometido del arte: adentrarse en territorio inexplorado.

Por su parte, para Tarantino con un final alternativo de la cruda historia de los Manson hubo estatuilla al mejor actor secundario con un siempre radiante Brad Pitt, y Leo se mostró orgulloso de su fellow, pero ojalá hubiera posibilidad de que lo compartiera con Joaquim Phoenix. Algunos papeles, de por sí, son más exigentes y brillan más que otros y sobre el Joker no había discusión posible. Sin embargo, también Adam Driver hace un papel exquisito –dentro de su personalidad ya marcada, que le da su sello- en Historia de un matrimonio; y Al Pacino con su Jimmy Hoffa es de lo más destacable de El Irlandés, que con ese regusto a las clásicas mafiosas parece más documental que peli, y quizá por ello ha sido el gran fracaso de la noche. Nada para Scorsese, más allá de las menciones continuas y los aplausos del público que lo erigen como un gran maestro.

Premios técnicos para otra gran favorita que no se fue de vacío pero casi, 1917, gracias a su fotografía con ese plano secuencia con poquísimos cortes y efectos visuales. Este último premio, así como maquillaje –Bombshell– y vestuario –Mujercitas-, apuntan la inclinación de los académicos por seguir premiando el bien hacer tradicional de fuegos artificiales y prótesis, pasando de las nuevas posibilidades digitales de rejuvenecimiento en El Irlandés y la propuesta de reinvención de la estética de un personaje de cómic en Joker.

 

Menos afortunadas han sido las actuaciones femeninas: Renée Zellweger -¿se ha operado para parecer menos operada?- se destacó en su vuelta al curro por Judy en una peli bastante regulera, dejando a Scarlett sin ningún Óscar a pesar de sus dos nominaciones; y Laura Dern se reconoció más por trayectoria que por su papel secundario de abogada implacable. Esta musa de Lynch que ha resurgido con Big Little Lies agradeció a sus héroes en vida –papá y mamá- ; igual que Renée hablando de ídolos comunes en el discurso más rollero de la gala. Joaquim, por su parte, se puso reivindicativo con el medio ambiente y con el veganismo y con voz quebrada citó a su hermano. Y a mí, personalmente, me saltó las lágrimas. Pero la verdad es que no hay que hacer gran cosa para conseguirlo.

Panzá a llorar con Billie Eilish cantando Yesterday en el In memoriam que se abría con Kobe Bryant y se cerraba con Kirk Douglas, aportando con su pelo de dos colores un toque más millennial a la gala; y ese inesperado Eminem con barriguita que recuperaba Lose Yourself de 8 millas para las adolescentes eternas de mi generación, haciendo que todos –menos Scorsese- se pusieran en pie y cabecearan sintiéndose más raperos que nunca. Y es que, como apuntaban en algunos discursos, la posibilidad de contar historias nos hace recaer en la existencia de los otros. Consigue que nos preocupemos más y que nos queramos mejor. No sé si hay cosas más bonitas en este mundo de Telecinco que es un poco menos cruel y un poco más homo sapiens gracias a grandes pelis como las de los Oscars este año. Salud y palomitas siempre.


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