¿Cómo empezasteis en la música?
Jesús Hernández.: Yo empecé muy pequeñito con clases de piano. Pero cantar, más allá del coro de la iglesia, no me había interesado hasta hace poco. Todo empezó cuando abrieron el conservatorio de música en San Javier. Mi prima es profesora de piano y me comentó que iban a dar clases de canto, así que me presenté a las pruebas y entré. En un principio iba a hacer canto moderno, pero me dijeron que tenía cualidades para la lírica. Y ahí empezó mi pasión que, hasta entonces, no conocía.
¿Cuántos años tenías?
J. H.: Tendría 28, más o menos.
Amber Kay: Empezamos mayores para lo que suele ser lo normal en esto…
¿Tú también empezaste mayor, Amber?
A.K.: Yo vengo de una familia cero artística y cero musical, pero me gustaba mucho la música en general, de cualquier tipo. Mis padres no sabían muy bien qué hacer con eso, no conocían el conservatorio… así que me apoyaban a seguir como hobby, porque tampoco sabían cómo podía derivar en una carrera profesional. Empecé a estudiar cuando cumplí 18 y me metí a cantar porque quería estudiar solfeo, teoría musical y, como había que entrar con un instrumento sí o sí, entré con la voz. Me pareció tanto lo más barato como lo que más había practicado.
Vosotros que habéis entrenado tanto la voz para el canto, ¿creéis que se puede adquirir con el tiempo, o es algo que se tiene o no se tiene?
J. H.: Yo siempre he escuchado de los profesionales que, todo el que puede hablar, puede cantar. Las cuerdas vocales son músculos y se entrenan, igual que uno puede entrenar en el gimnasio. Siempre es más fácil para alguien que tiene una base o unas características por naturaleza pero, con técnica, también se puede aprender.
¿Cómo os conocisteis?
A.K.: Coincidimos en proyectos, porque los tres vivíamos en la zona del Mar Menor y por allí tampoco hay muchos cantantes o pianistas, así que fue fácil coincidir. También nos veíamos en algunos proyectos escénicos en Murcia y mantuvimos el contacto. En este trabajo hay mucha gente diferente, vivimos momentos muy estresantes y de mucha presión y, cuando das con personas que comparten una buena filosofía de trabajo y con las que te llevas bien, te quedas con ellas.
¿Cómo surge Trío A Piacere? ¿Cómo dais el paso?
A.K.: Lo nuestro ha sido una relación muy larga, pero nos ha costado comprometernos. Somos como los que llevan muchos años de relación pero les cuesta dar el paso de casarse (risas). Cada uno hasta ahora ha estado estudiando, con sus compromisos, yo con mi carrera, Javi y Jesús también… y nos ha costado tomar la determinación de dar el paso no solo juntos, sino también a nivel individual. El paso de confiar en nosotros y conseguir que esto sea nuestro trabajo. Siempre impone un poco. Después de seis años, el año pasado dimos un golpe sobre la mesa y dijimos «mira, llevamos un montón de años juntos y necesitamos darnos a conocer y hacerlo oficial».
J. H.: Habíamos trabajado siempre para otras personas y nos apetecía hacer algo por nuestra cuenta.
A.K.: Sí, tomar las riendas… Intentábamos meternos en otros proyectos, organizar óperas, conciertos… pero, a veces, teníamos ganas y no había nada donde meterse. Así que decidimos crear nuestra propia entidad con la que hacer nuestros proyectos.
¿Os dedicáis solo a esto?
A.K.: Todos hacemos cosas por nuestra cuenta. Por ejemplo, Javi, nuestro pianista, está muy metido en el jazz y la música moderna, Jesús en la lírica y la operística, yo en la música antigua… nos juntamos para proyectos, pero también hacemos cosas por separado.
J. H.: Yo también estudio Medicina, trabajo los fines de semana como encargado en un local… cada uno tiene su historia.
¡Siempre digo que los médicos y los músicos son las personas más inteligentes…!
J. H.: La verdad es que la música y la medicina están muy relacionadas, conozco a muchos médicos que se dedican de una manera u otra también a la música.
¿Por qué el nombre Trío A Piacere?
A.K.: ¡Tuvimos, por lo menos, 800 ideas! (risas). También hay que buscar nombres que no estén registrados, por ejemplo…
J. H.: Queríamos transmitir que podíamos hacer más de una cosa, no solo un tipo de concierto.
A.K.: Sí, no hacemos solo ópera, o zarzuela, o un género todo el tiempo.
J. H.: Además, como también hacemos cosas tanto los tres como por separado, ¿qué mejor que a piacere? Significa que eliges a tu gusto, a tu placer, entre varios tipos de repertorio, de composición…
¿Me explicáis cómo son vuestros espectáculos? ¿Por qué esa mezcla de arias de ópera, canciones de musicales, bandas sonoras, diálogo…?
A.K.: El verano pasado estrenamos nuestro primer espectáculo auto-editado, Entresuelos. Llevamos varios años haciendo actuaciones en verano en Santiago de la Ribera y ya ha llegado un punto en que la gente de la zona lo reclama. Este verano pasado pensé que me apetecía escribirlo y hacerlo yo, así que Javi y yo nos juntamos en mi casa varias mañanas a escribir.
Fue intenso, pero también es nuestra forma de intentar ofrecer algo moderno y que llegue a un público, en general, joven. Esto es un topicazo, pero es la realidad, y es que la gente que no va a la ópera ha establecido un estereotipo de persona que va a la ópera… así que Entresuelos ha sido una apuesta por convencer a la gente joven de que la ópera es relevante y no todo son vestidos largos, joyas, trajes… que va más allá de lo superficial.
Hicimos una comedia actual que bebe de muchas influencias modernas pero con los grandes éxitos de la ópera clásica y tuvo muy buena recepción tanto por parte de un público mayor como de gente joven.
Porque, las canciones que cantáis, ¿son conocidas por un público general, no especializado en ópera?
J. H.: Sí. Suelen ser extractos de óperas conocidas, entrelazadas entre sí por un guion. No tiene un nombre exacto, podemos llamarlo concierto escénico, teatro musical… es como si fuera un musical pero con arias conocidas de ópera, incluso zarzuelas, bandas sonoras… una historia contada entre canciones, unidas por un guion.
¿Hacéis todo vosotros? ¿No tenéis ningún tipo de ayuda externa?
A.K.: Hasta este año, no.
J. H.: Técnicos sí solemos necesitar, pero lo que es montaje, escenificación, guiones, decorado…
A.K.: Venta, publicidad, poner las sillas en los conciertos, transporte… lo hemos hecho todo, y nos encanta porque te da una visión muy amplia de lo que supone dedicarse a esto.
Para escribir los guiones, ¿también habéis sido autodidactas?
A.K.: Llevamos muchos años interpretando guiones y siendo dirigidos por directores diferentes, así que hemos cogido experiencia. Entre los tres se ha puesto todo en práctica y hemos apostado por intentar hacerlo todo nosotros.
J. H.: A parte de nuestra formación musical, hemos tenido también formación escénica. Hemos asistido a montajes de ópera, zarzuela, musicales… siempre ha habido alguien que nos ha enseñado.
A.K.: Yo, además, hice Bellas Artes, y me dedico también a hacer performance, lo que ayuda a la hora de diseñar la escenografía. Javi lleva más de 15 años como repertorista… por nuestra experiencia, aportamos todos. Hay cosas como el diseño de iluminación que nos cuestan más pero, al final, se consigue.
Soprano, tenor y piano. ¿Cómo se complementan?
J. H.: Si nos vamos a los tópicos, que es lo que suele pasar en un teatro, la soprano y el tenor siempre luchan por el protagonismo. Eso es evidente, porque tienen su solo principal, que en la ópera es el aria más importante. Cada uno intenta destacar en su aria, ser el más aplaudido…
A.K.: Ese es el tópico, pero con nosotros no es así. En primer lugar, llegamos al concierto agotados porque lo preparamos todo nosotros, y el concierto es el último paso. Además, nos respetamos mucho y nadie destaca sobre nadie. A no ser que haya que tomar la decisión y, entonces, soy yo (risas).
J. H.: Y nos compenetramos y nos entendemos.
A.K.: Eso reconforta mucho, nos miramos y nos entendemos perfectamente y, a veces, hasta sin mirarnos.
¿Habéis pensado en incorporar algún otro instrumento o elemento en el espectáculo?
J. H.: Nos adaptamos a todo, intentamos no quedarnos encasillarnos. En alguna ocasión nos juntamos con otros músicos como pianistas, coros… buscamos lo que se adapte a las necesidades de quien nos contrata.
A.K.: Y también al presupuesto. En parte, somos la formación que somos porque tampoco nos podemos permitir ser una orquesta.
¿Qué acogida tuvo Entresuelos? ¿La gente se sorprende cuando lo ve por primera vez?
J. H.: Impacta porque nos conocen y, quizá, nuestra personalidad no pega mucho con cantar y tocar música de ópera. También por nuestro tono de hablar. Hablamos muy bajo y, luego, la potencia que nos sale al cantar impacta.
A.K.: Ninguno tenemos personalidad de solista de ópera, la verdad…
J. H.: El ego nos lo dejamos en casa. Y, de cara al espectáculo, la gente no esperaba relacionar una música tan seria con un guion tan gracioso. Ese contraste fue lo que llamó la atención.
A.K.: El público da por sentado que va a sentir solo una cosa, o algo trágico o algo cómico y, por lo menos, el feedback que nos llega es muy positivo.
Me decíais que una de las razones por las que os lanzasteis con este espectáculo es conseguir llegar a un público joven. ¿Creéis que este concepto de la ópera como algo snob, de algo solo entienden unos pocos, sigue vigente?
A.K.: Sí. Y lo entiendo, pero creo que está desfasado y es un concepto que lo tiene la gente que en realidad nunca ha ido a la ópera. Se le achaca un carácter serio que entiendo que pueda dar pereza pero, si le dan una oportunidad y no se quedan en lo superficial, verán que la ópera no es solo entretenimiento como otros tipos de música, sino que recoge la esencia de lo que somos, es patrimonio artístico…
J. H.: No le debemos quitar importancia a la ópera, porque es la música que nos gusta y la que queremos interpretar. Es preciosa y nos gustan todos los montajes de ópera que se hacen, pero entendemos que la gente paga una cantidad de dinero por el espectáculo y que, de primeras, puede no ser tan interesante para ellos como podría ser ir a un musical. Y también piensas, «hay tantos tipos de música, que quizá la gente no se va a fijar en la ópera».
A.K.: A la gente también le da miedo sentirse menos inteligente, no entenderlo… pero ahora hay subtítulos, te dan un libreto con la información dentro… hay mil maneras de familiarizarte con esa música antes de ir. La gente no te va a mirar mal, no hay que tener miedo a aplaudir cuando se supone que no hay que aplaudir… ese protocolo impone, pero ya no se toma tan en serio.
J. H.: Nosotros pasamos un folleto con las canciones traducidas, para que entiendan la letra y vean que tiene sentido con el resto de la obra.
¿Cuál es el perfil del público que va a veros?
A.K.: Hay un equilibrio casi perfecto, por lo menos en esta función. Cuando vamos a casinos, por ejemplo, no ocurre. Pero en esta función ha sido así.
J. H.: Ha habido desde niños hasta gente mayor, y los niños se han reído y los abuelitos también (risas).
¿Cómo es la audiencia en Murcia comparada con otras ante las que hayáis actuado?
J. H.: Jugar en casa siempre da puntos, eso no lo podemos negar. Además, hay unas expectativas, porque la gente espera que todos los años hagamos algo allí, en nuestra zona. Pero hemos actuado en otras ciudades y pueblos, la gente nos ha dado la enhorabuena, nos han aplaudido…
A.K.: Si hablamos de lo fácil o difícil de llevar a cabo la apuesta por este tipo de música, está claro que hay sitios donde apuestan más por este patrimonio y el público también está más acostumbrado a verlo, pero en Murcia se está haciendo mucho por la cultura. Hay muchas convocatorias, subvenciones, propuestas, ciclos de música… hay tanta oferta que, en cualquier caso, me preocuparía la falta de público. Pero hay que ir poco a poco. Creo que, aunque quizá haya un público más receptivo fuera, más dispuesto a ir a obras que no conoce, los que somos de aquí tenemos la responsabilidad de levantar el panorama musical y aportar lo que podamos.
En Murcia hay muy buena cantera de músicos, ¿verdad?
A.K.: Tengo amigos músicos que están tocando en las mejores jóvenes orquestas en España y fuera de España, y que están terminando su formación en los mejores conservatorios del mundo. En Murcia tenemos a muchísimas personalidades musicales como Silvia Márquez, el grupo de música antigua Cantoría… Hay mucha gente murciana liderando el panorama ahora mismo.
J. H.: Tenemos una gran comunidad de músicos. El problema viene si quieres hacerte famoso o conocido. Evidentemente, aquí es difícil acceder a grandes teatros, pero oportunidades no nos han faltado desde que hemos empezado, ya sea colaborando entre nosotros o de manera independiente.
A.K.: Depende de lo que pretendas con tu carrera. Quizá la fama mundial, si no estás dispuesto a moverte de Murcia, no la vas a conseguir, pero trabajar dignamente de lo tuyo se está pudiendo.
¿Cuáles son vuestros compositores de referencia?
A.K.: Juan, ¿quieres elegir tú? Porque, ¡madre mía! (risas).
J. H.: No se puede decir uno porque, al final, toda música intenta transmitir un sentimiento. Por ejemplo, en lo festivo, nos podríamos ir a Verdi…
A.K.: Hay música para cada momento y, en mi caso, la música cantada no siempre es la respuesta a mi necesidad. Lo mismo me gusta escuchar un concierto de cello de Elgar que una sinfonía de Beethoven. Si tuviera que elegir uno, que no lo voy a hacer, supongo que lo lógico sería decir Beethoven o Bach, o alguien que realmente haya representado a la Humanidad.
J. H.: A la hora de elegir, me suelo centrar más en el bel canto, porque es lo que más me gusta interpretar. Me quedaría con Puccini, porque tiene de todo.
¿Qué otro tipo de música escucháis en vuestro tiempo libre?
J. H.: Escucho de todo. Evidentemente, no me siento capaz de interpretar todo tipo de música, no podría cantar flamenco por ejemplo. Salvando cosas como el reggeaton (risas), escucho de todo. Instrumental, balada… lo que me apetece en cada momento.
A.K.: Al que le gusta la música, le gusta, venga como venga. La música antigua es lo mío pero, cuando salgo, ¡a mí también me gusta bailar! También me gusta la que puedo escuchar en la radio. Estamos al día y no somos tan frikis como piensa la gente de los cantantes de ópera o los músicos clásicos.
¿En qué estáis trabajando ahora?
A.K.: Estamos escribiendo la segunda parte de Entresuelos, que la presentaremos este verano. También estamos completando la agenda del año, después del descanso de enero.
J. H.: Estamos ofreciendo muchos espectáculos, vamos haciendo bagaje, tenemos un montón de proyectos presentados que están teniendo bastante aceptación, y otros pendientes de convocatoria.
Quiero terminar la entrevista con esta frase de la soprano Lesley Garrett: «La ópera explica la vida y todo lo que ella implica: el amor, el odio y la pasión». ¿Lo veis así? ¿La ópera explica la vida?
J. H.: Es uno de nuestros lemas. La ópera como un día, una historia diaria cantada.
A.K.: Recuerdo una frase que decía «la ópera cuenta el mejor o el peor día de la vida de un hombre». O una mujer, añado. Cada vez que me pasa algo, lo puedo asociar con la ópera. Eso lo hago mucho con mis amigos. En base al problema que tengan, les recomiendo una ópera diferente, porque retrata todo, de una manera más o menos dramática o romántica, pero da lecciones fundamentales sobre la vida y te ayuda. Es una guía.
J. H.: Cuando estuvimos buscando títulos, uno de los que surgió fue La vida es una ópera, porque todo momento de la vida de cualquier persona está reflejado en un momento concreto de una ópera.
Fotos: Fran Bécares.
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