¿Por qué una historia de amores frustrados?
Yo con la novela lo que quise desde un primer momento es dar voz a las mujeres. Ahora que hay tanto rollo ese del ultrafeminismo, de ir contra el hombre y no sé qué, dije “pues no, yo voy a dar voz a las mujeres, a esas mujeres que se enloquecen, que son capaces de cruzar un océano en busca de un amor, que son capaces de dejar todo por un hombre”. Obviamente hablo de amores y de amores frustrados, porque eso también existe en la vida. Ahora hay como una polémica de que solo podemos escribir de lo correcto y yo digo que no nos van a quitar la maravilla de la literatura de escribir sobre todo. Podemos escribir de los que nos dé la gana, yo con mi primera novela he querido dar voz a esas mujeres que su vida la basan en el amor y que quieren estar al lado de un hombre y de encontrar el amor al lado de un hombre.
Entonces, ¿Abril fue rebelarte ante ciertos movimientos feministas?
No, no, no, no es mi punto de vista. Yo difiero mucho de la gente que piensa que Abril es yo, y yo no estoy tan loca como para contar mi vida en un libro así a destajo. Obviamente tiene mucho de mí, creo que cualquier creación literaria tiene mucho de uno mismo. Además yo siempre creo que una primera novela siempre es un poco autobiográfica porque es mucho más sencillo agarrarte a tus cosas que fantasear. Obviamente tiene mucho de mí y también tiene muchísimo que no es de mí, tiene muchísimo de mucha gente. Esa es la historia que he querido contar, pero a raíz de que la he publicado y a raíz de que me han hecho muchas preguntas, y a raíz de que ha habido mujeres que me han criticado que yo escriba sobre esas mujeres desesperadas en busca del amor yo he dicho que coño, la literatura también tiene que ser políticamente correcta o qué. No, la literatura habla de lo que nos dé la gana hablar y obviamente esas mujeres existen y obviamente esas historias de amor frustrado y dolor existen, entonces yo ahora reivindico a esas mujeres que buscan el amor y que lo quieren buscar. A mí me tiene aburrida esa historia feminista de ir contra el hombre, el hombre es mi enemigo; yo tengo mis mejores amigos, yo he vivido siempre muy cómoda con los hombres. Hay cosas que quiero reivindicar, cosas por las que quiero luchar, pero mi lucha no va contra el hombre…
Pero, esa no es la lucha del feminismo ¿no?
En muchos aspectos yo sí que lo veo así.
Volviendo a Abril y su búsqueda del amor, ¿lo busca realmente o se está buscando a sí misma?
Se está buscando todo el rato a sí misma. Ella está totalmente perdida y el amor es como una excusa de una búsqueda de encontrarse a sí misma. Ella no sabe ni quién es. Y yo creo que eso también es dar voz a muchas, no solo a las mujeres, muchas veces nos encontramos perdidos. Ella se va a la otra punta del mundo a ver si se encuentra, ella no para de hacer cosas a ver si se encuentra y yo creo que eso ahora es un denominador común buscarnos y más con esta pandemia.
Si hubieras escrito Abril ahora, ¿sería diferente?
Ella estaría el doble de perdida. Porque Abril tiene momentos que parece una mujer muy valiente, pero hay momentos en los que se hunde.
El mar es uno de los temas principales de la novela, ¿qué relación tienes tú con él?
Eso sí que tiene mucho de mí, yo desde muy pequeñita he tenido mucha vinculación con el mar y en mi primera novela quería dar voz al mar que a mí tanto me ha acompañado… El mar sí que es mío, los momentos más felices de mi vida han sido cerca del mar y cuando me he encontrado mal siempre lo he buscado, y no solo el mar, sino la naturaleza.
La naturaleza también es otro de los temas alrededor de los cuales gira la novela
Ese aspecto sí que se lo he querido ceder a Abril. A mí siempre me ha gustado la naturaleza; yo soy creyente, no practicante, por tradición soy católica, y siempre digo que mi dios está en la naturaleza.
¿Y cómo llevaste el confinamiento en Madrid sin ese contacto con la naturaleza?
Muy mal. Yo consigo publicar la novela, y digo “yo quiero mover mi novela en mi país” y entonces dejo a Colombia en segundo plano. Los últimos años yo he vivido en Santa Marta, de unos 500 mil habitantes, la oferta cultural era muy limitada. Yo quería ir a Madrid, ver museos, teatros… Yo esa parte la disfruto, camino, me meto al Prado, veo exposiciones, pero claro de repente viene el confinamiento con tres amigas más, con un balcón muy pequeño, en medio de la ciudad y es ahí donde me refugio con la escritura. Yo siempre pienso que todos venimos a la vida con un don y lo maravilloso es descubrirlo. Y el mío es escribir, me ayuda tanto.
Y volver a Murcia…
Fue una maravilla.
Abril comenta que le pesa vivir lejos, tú has estado varios años fuera de España, ¿te pasaba lo mismo?
Si y eso es mío. Ahí reconozco que volqué mi nostalgia. Siempre pensé que los comienzos iban a ser duros pero con el tiempo se pasa. No, no se pasa, tener lejos a tu familia, a pesar de que yo ahí he sido súper feliz. Yo había domingos que de repente mi familia me llamaba porque se habían reunido para comer un arroz y yo me moría del dolor. Fíjate que cuando yo llegué a Colombia, hablaba con mi madre, colgaba y me ponía a llorar. Yo tengo 52 años, y llevo desde los 18 años sola cuando fui a estudiar a Madrid, pero ese cordón umbilical no se corta nunca. Ahí sí que he volcado mi nostalgia. Ha sido muy bonito también porque yo he volcado mucho de mí en ese libro, supongo que en el segundo libro si soy capaz de escribirlo no va a ser tan personal y tan femenino.
Abril, tanto la mujer como la novela es emociones…
Demasiadas.
¿Era lo que buscabas cuando empezaste a escribir la novela?
No, ahí fue como una catarsis. Aquí vuelco todo, lo que pienso, lo que me gustaría decir. Yo creo que he utilizado Abril para decir cosas que me hubiera gustado decir pero que no me atrevía a decir. Utilizo abril como vehículo para soltar mis cosas, las de mis amigas, mis hermanas. Y fíjate que yo pensaba que mi novela no iba a interesar a ningún hombre, es más no les iba a gustar… Y he tenido unos mensajes tan bonitos de los hombres, en los que me daban las gracias por hacerles entender las mujeres. Y eso ha sido muy bonito. Yo digo que si con Abril he podido poner mi pequeño grano de arena para que los hombres nos entiendan un poco mejor bienvenido.
Eso no te lo esperabas…
No, jamás, yo no le habría dado a ningún amigo mío la novela, me daba vergüenza porque era una novela romántica, pero que al final no lo es. Es una novela sobre la vida. Una reivindicación y voz femenina: “hola, estamos en el mundo y esto es lo que nos pasa a veces”, y todas esas feministas que me critican por haber escrito eso, no me creo que ellas no hayan sufrido nunca por amor porque es que el amor está presente en nuestra vida. Hay muchas clases de amor, entonces por qué no nos da tanto miedo y criticamos tanto las novelas que hablan de amor.
Esas críticas de las que hablas…
Sí, por darle voz a una mujer que busca el amor en un hombre y que es capaz de perder la cabeza. Y lo hago porque existen y la literatura es esa cosa maravillosa que encierra el mundo y el mundo es todo. Hostias, si ya nos quitan la literatura, esto es una censura de todo, que tenemos que descolgar los cuadros del Prado porque son políticamente incorrectos. No podemos ver el mundo con nuestros ojos de ahora.
Pero también has recibido buenas críticas, en Amazon por ejemplo
Muchas. ¿Sabes lo que pasa? Que tú nunca sabes si lo que has escrito merece la pena o no. Yo escribí lo que quería escribir con todo el amor del mundo, con toda la predisposición del mundo y con toda la profesionalidad del mundo, de una persona que se ha dedicado toda la vida a la escritura, como periodista. Igual que he tenido buenas críticas, hay otros que me han dicho “que mierda de novela”, “esta chica escribe fatal”, “este tema no nos interesa nada”. Esas críticas negativas que te digo han sido dos o tres pero me han llamado mucho la atención porque las mujeres somos las peores enemigas de las mujeres, ¿sabes?
¿Esperabas algo cuando publicaste Abril?
No. Fue una autopublicación pero tuve mucha suerte a la hora de elegir; pude haberlo hecho con muchas editoriales que tienen programas de autoedición. Yo elegí a Penguin Random pero tuve suerte porque Penguin tiene una distinción para las mejores novelas autopublicadas, que se lo dan a poquísimas, que es el sello talento y yo lo he conseguido.
Cuando tú mandas para publicar tu novela lo primero que te llega es un informe de uno de los editores profesionales de Penguin. Yo casi me muero en esa espera. Me acuerdo perfectamente, estaba en casa de mis padres, habíamos ido a comer juntos, llego a casa y llega a mi correo electrónico un mensaje de Penguin. Yo lo abro temblando, yo lo leo, y las cosas tan bonitas que dijo de mi novela… Yo me puse a llorar. Me dijo que la novela era una belleza, que tenía muchas posibilidades comerciales y que tenía una voz narrativa súper profesional. Me dijo cosas súper preciosas. Entonces esas palabras de ese editor me dieron alas. Cuando terminé de escribir la novela, el primer borrador antes de autopublicarla se lo mandé a un editor en Colombia y me dijo “dedícate a otra cosa, esto es una porquería”. Si yo le hubiera hecho caso a ese tío, hubiera guardado eso en un cajón y no hubiera hecho nada.
¿Si el informe del editor de Penguin hubiera sido negativo?
Hombre, me habría defraudado muchísimo.
¿La hubieras publicado?
Sí, sí la hubiera publicado. O no. Ese hombre me dio unas fuerzas que ojalá algún día pueda conocerle. Te lo estoy contando y me estoy acordando del momento justo que me llegó el manuscrito. A mí es que escribir me emociona. El otro día alguien me preguntaba y tu porque has escrito una novela, y que pregunta tan sencilla, tan absurda, o tan inteligente. Yo le dije que a cualquiera que nos guste escribir, escribir una nueva es uno de nuestros sueños. Yo siempre desde jovencita he dicho que quería escribir una novela. Y he sido capaz de hacerlo con 51 años. Es que esto es muy fuerte, es muy bonito.
¿Abril hubiera sido diferente si no hubieras viajado a Colombia?
No hubiera existido Abril. Yo estoy agradecida a Colombia por muchas cosas, porque personalmente me demostró que soy capaz de mucho, que nunca es tarde para empezar una nueva vida, yo me fui con cuarenta y pico años y una maleta. Me dejé aquí una carrera profesional de periodista y empecé desde cero. Me demostré que no hay edad para nada, que no hay que tener miedo a nada, que la vida premia a los valientes. Y profesionalmente, quien me iba a decir a mí que iba a trabajar de periodista de viajes, que viajar es lo que más me gusta del mundo.
La Toya que se fue a estudiar periodismo a Madrid, ¿se imaginaba que se dedicaría es esto?
Nunca. Yo jamás hubiera escrito una novela si no hubiera ido a Colombia. A mí es que me hablan de Colombia y a mí se me agranda el corazón, todo lo bonito de los últimos años se lo debo a Colombia y por eso quiero volver, y por eso me duele tanto como están ahora.
Para Abril, una vida sin libros y sin vino es una pérdida de tiempo, ¿con que cosas no podrías vivir tú?
Esa soy yo, ahí me has pillado. Los libros me han acompañado siempre, no hubiera sido capaz de escribir Abril si no hubiera leído tanto. Hay un par de amigos, que ya se habían leído el libro por separado y durante el confinamiento quedaban por zoom para leer partes de mi libro con una copa de vino. Yo quiero llegar con Abril a Colombia, no sé cuándo va a ser, pero yo sé que abril y yo vamos a volver a Colombia.
Abril dice que lleva las orillas del caribe dentro, ¿qué lugar llevas tú?
El Mediterráneo, qué belleza de mar. A mí me emociona mucho el mar.
Tú que estás tan unida al mar, la situación del Mar Menor…
Me duele, me crie en el Mar Menor y fíjate me duele tanto que no voy. Duele, duele que te arrebaten los recuerdos de tu infancia, y me los han arrebatado. El Mar Menor ahora es una cloaca.
Sinónimo de Colombia
Magia.
¿Y de Murcia?
Hogar, me he dado cuenta de que raíces es hogar. Y aquí es donde tengo mis afectos. Murcia es mi tierra, de la que me siento muy orgullosa. Yo habré viajado por todo el mundo y quiero seguir viajando, pero Murcia es Murcia.
Te fuiste a Colombia con 40 años, ¿cuáles fueron las reacciones de la gente?
La gente lo vio súper raro. Hay determinado tipo de gente que se cree que tú con cuarenta ya no tienes que hacer nada, que tienes que vivir casada, tener hijos, una hipoteca y un perro.
Escribiste durante años un blog de viajes, ¿qué ha pasado con él?
Lo abandoné. Ahora es la inmediatez lo que está de moda. Cuando llego no había ningún blog de viajes sobre Colombia, y ninguna chica extranjera viajando sola y yo veo ese nicho, encontré esa oportunidad y ahí me enfoco. Pero después de tanto tiempo me di cuenta de que la gente no quería leer un reportaje en un blog, entonces lo abandono y me centro en las redes sociales. Una de las cosas que he aprendido en Colombia es el desapego, no todo dura siempre. Son etapas que he tenido que cerrar, hay que aprender a vivir con el desapego. El blog estuvo y ya no está y no pasa nada. Ahora están otras cosas.
También te apasiona la fotografía por lo que he podido ver…
Eso sí que me gusta, y es de las cosas que tengo que agradecer a Colombia. Mi abuelo le encantaba la fotografía, era un loco y se pasaba todo el día persiguiéndonos con la cámara. Yo lo odiaba.
¿El primer viaje especial?
África, yo había ido mucho a Marruecos porque lo tenemos muy cerca, pero cuando voy al África negra me quedo loca. Dos años después vuelvo a Malí, esos dos viajes fueron un antes y un después. Me gustaría volver.
¿Hay algún viaje que no te atrevas a hacer?
No lo sé. Me han preguntado siempre como es el tema de viajar como mujer, y yo siempre he dicho que no hay sexo para viajar sino viajeros responsables, en el sentido de que yo he sido muy responsable en mis viajes, nunca pierdo de vista mi condición de mujer, tengo que saber cómo viajar, como comportarme. Supongo que hay viajes en el mundo que me encantaría hacer sola pero, ¿por qué voy a asumir ese riesgo? Hay muchos sitios y planes que descartaría porque no tengo ganas de pasar una situación desagradable.
¿A qué sitio volverías siempre?
Me encanta cualquier sitio de Asia, recuerdo con muchísimo cariño un viaje que hice a Vietnam. No hay ningún viaje que yo diría que nunca volvería, todos los viajes tienen sus cosas preciosas. Yo en Colombia, como trabajé de guía para turistas, he ido una y otra vez a los mismos sitios, y siempre ves algo nuevo, conoces gente nueva, siempre hay sorpresas nuevas. Nunca los sitios son iguales. No perdamos esa inocencia tan bonita de las primeras veces, de cómo miramos las cosas cuando somos niños
¿Qué te ha enseñado Latinoamérica?
La alegría de vivir, ellos celebran todo. Y luego el tema familiar, son muy familiares. Esta mañana hablaba con mi madre del tema de las residencias, de los ancianos, sé que hay gente que por situaciones económicas y tal no pueden sacar a los abuelos, pero hay muchos que sí que podrían haberlos sacado. Hay muchos abuelitos que podrían haber salido de las residencias, y siguen ahí. Esta mañana le decía a mi padre, que tiene 80 años que una sociedad que pudiendo, abandona a sus mayores se acaba como sociedad. En Colombia me he dado cuenta de eso.
¿Qué tenemos los españoles que los colombianos no?
Yo estoy muy triste con este país, a mí me duele mucho este país. He visto toda esta inquina política que hay, como nos estamos insultando en redes sociales, y así no vamos a ningún lado, reviviendo odios que teníamos que haber tapado. Ahora mismo no puedo hablar bien de España. Estoy enfadad con mi país. Pero bueno es mi país, lo quiero mucho, estoy súper orgullosa, pero el tema político me tiene jodida
¿Coleccionas algo?
No, ¿sabes por qué? Porque como hace mucho tiempo que soy tan nómada, he vivido en tantos sitios y he tenido tantas casas no puedo coleccionar nada. Como no tengo casa fija, ya no me puedo permitir ni comprar libros. Con la pandemia ha habido como dos casos diferentes: gente que tenía muchas raíces y la pandemia le ha hecho reflexionar que no quiere tener tanta seguridad en su vida, y gente como yo que no tenía raíces, que era muy nómada por el mundo y que de repente, a mí por ejemplo tengo ganas ahora de tener una casa. Fíjate, yo creía que la casa la quería en Colombia, pero ahora la quiero en Murcia, cerca del monte porque necesito que mis cosas estén en un sitio. A mí me duele ahora ver mis libros y mis recuerdos en cajas. La pandemia me ha hecho echar raíces.
¿Qué es lo que no dejarías de hacer nunca?
Viajar y escribir, sobre todo escribir, me he dado cuenta de que cuando escribo viajo.
Fotos: Joaquín Zamora.
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