Es licenciado en Bellas Artes, trabaja de diseñador gráfico y pinta los fines de semana, así que no tiene días libres; y planea realizar un máster en Concept Art + Ilustración en Madrid, Barcelona o Valencia, porque «en Murcia, poco». Quizá se deba a que su tema principal es el desnudo, y los genitales explícitos, cuenta, no siempre son bien recibidos en según qué sitios. Por eso ahora se está reinventando y prepara una serie nueva inspirada en las mitologías antiguas.
Eres de las Torres de Cotillas, una ciudad dormitorio donde «no hay nada que hacer». Por eso te refugiaste pronto en la pintura.
Sí, vas a tomarte algo y tienes un bar a dos kilómetros, el siguiente a uno… no hay tres, o cinco juntos. La gente no sale por aquí. También tengo la influencia de mi padre, que dibuja. Bueno, dibujaba, ya no, por el trabajo no puede y no pudo dedicarse a ello porque antiguamente, si no había dinerillo (Nota de la redactora: hace el gesto con la mano de cash), te tenías que quedar aquí. Pero vamos, que dibuja mil veces mejor que yo. He tenido una influencia bien buena.
¿Ahí tienes un poco el complejo de querer superar a papi? (Risas).
En pintura sí, ahí le he superado por mil. En dibujo me cuesta, porque él es muy detallista y yo no puedo con eso. Cuando veo el cuadro más o menos bien, se queda así. No le doy mucha más tralla.
Tu estilo es figurativo-realista.
Sí, yo sería realista y mi padre, por ejemplo, hiperrealista. Si se pusiera con la pintura, claro. Como no se ha puesto con ello, yo estoy tranquilo (risas). En la carrera me rodeé de compañeros muy detallistas. Si hubiera estado con gente de performance, por ejemplo, seguro que cambiar, cambio algo. Las influencias son bastante importantes. Yo antes era de mancha, era como Velázquez, que es realismo pero mancha (risas).
Además de tu padre, tus grandes referentes son Velázquez y Caravaggio.
Y Rembrandt… principalmente del Barroco. Son los que dominan el claroscuro, ¿sabes lo que te digo? Por ejemplo, el cuadro que tienes ahí detrás… (Nota de la redactora: señala un póster de Marte de Velázquez que tengo en la pared).
¡Anda! Lo guay de este cuadro es que aparece el dios de la guerra totalmente calmado. Velázquez iba más allá de la técnica para transmitir verdades universales sobre la Humanidad.
Sí, eso me lo quedo para mí. Pues sobre todo Caravaggio, su estilo, con el drama de la diferencia entre luces y sombras, su significado… Es lo que más me gusta. Y Velázquez le dedica menos al tratamiento de las luces, pero imprime mucha emoción al cuadro. David con la cabeza de Goliat… ese cuadro es brutal. Tanto que hice una representación en montaje, me puse la cabeza de Goliat y se quedó de puta madre.
Niquelao (Risas). Precisamente tú reconviertes lo clásico para darle un punto contemporáneo, un punto pop.
A veces hago montajes así con Photoshop, para despejarme de la tarea de pintar. Para los bocetos también lo uso; a partir de la foto, no los hago al natural, es mucho más difícil. En Bellas Artes sí probábamos con modelos.
Yo una vez posé en desnudo para una pintora. Nunca había conocido una cota de dolor así: no me circulaba la sangre. Y por otro lado, era la sensación de que estaban mirando mi cuerpo de otra manera, no como los médicos ni como las parejas. Yo era simplemente un objeto, un jarrón.
(Risas). La gente me pregunta qué pienso cuando tengo a los modelos delante; pero para mí es como tú has dicho: yo veo una figura a la que tengo que sacar las medidas, sus sombras, sus brillos. No veo un desnudo. Veo esto (Nota de la redactora: me enseña un monigote de madera del cuerpo humano).
¿Y por qué el desnudo? ¿Por qué el cuerpo humano?
Yo he crecido viendo eso, de los dibujos de mi padre. Lo he tenido ahí siempre y me he orientado hacia ese lado; da mucha facilidad a la hora de pintar, se puede jugar más con los tonos; no como en el paisaje, que la variedad de colores hace que me explote la cabeza. En el desnudo hay más simbolismo, según la pose, la mirada… y me comunica más eso que una catedral, por ejemplo.
Abarcas todo tipo de cuerpos, vas en la línea del movimiento del body positive. Este cuadro que tienes tú detrás (señalo ahora uno suyo),por ejemplo, de la chica con el pelo azul y las súper tetas (risas). No son cuerpos normativos…
Y este igual (Nota de la redactora: señala otro cuadro donde aparece un pene). Yo no tengo problema, el cuerpo siempre es bonito, sea como sea. Yo prefiero que me pose una persona con… más… «gordilla» que una más delgada, me da más matices en las formas y en la luz y sombras. Yo soy eso: luz y sombras.
Tú ahí marcas ya casi una posición zen.
En verdad, sí (risas).
En realidad, tu cuadro del pene recuerda a Mapplethorpe, que fotografiaba los genitales de su novio negro en los 60 para defender la homosexualidad y el stop racismo. Al final, hay una reivindicación de lo prohibido.
Yo he tenido muchos problemas con estos cuadros, ya sabes que la censura está por todos lados. En Instagram esto no he podido subirlo. El de la chica sí, porque no se ven apenas los pezones, pero a este otro he tenido que ponerle una berenjena.
Qué me dices.
Eso jode mucho porque destroza el cuadro. Es pintura, no ofende a nadie. No es nada porno, es una parte normal del cuerpo, como una nariz o una oreja, pero es tabú… «el aparato reproductor» (risas),y la gente se corta. Cuando expuse en Léucade, me avisaron de que posiblemente me publicitarían en el periódico o en la televisión… (sonríe y niega con la cabeza). No.
¿Nada?
Nada. Siempre que hay exposiciones individuales o colectivas se anuncia, pero la mía no salió. La siguiente sí salió.
O sea, ¿tú me estás diciendo que has cambiado de temática porque en Murcia no te dan visibilidad por hacer desnudos?
Sí. Ahí le has dao. Mi estilo siempre ha sido así, pero he tenido que cambiar porque… (niega con la cabeza).En la primera feria de arte del Nelva, la gente se quedaba (abre la boca),y se daba la vuelta. Y yo ahí: vale, muy bien, muchas gracias.
¿Y tú esto cómo lo vinculas con el hecho de que seamos la Comunidad Autónoma que más ha votado a VOX en España? Vamos a hablar de todo un poco.
En mi pueblo se ha votado muchísimo a VOX, muy igualado con el PSOE… Pero como salga VOX, voy a estar más jodido todavía, aunque el PP… para mí es casi lo mismo (risas). El PP gobierna en mi pueblo y me censuraron estas dos obras, la de la chica de pelo azul y otra que parece «el majo desnudo». Presenté el portafolio y el concejal me dijo que estaba todo bien, pero que esas dos en concreto mejor quitarlas. Yo decidí no hacer la exposición y punto. Ya esperé a una colectiva para colar el de la chica… y se le quedó una cara rara.
¿Esto será la religión? ¿El vínculo derecha-censura del erotismo?
Leí hace poco que en Córdoba un artista había pintado a una Virgen a la que se le veía un poco el coño y tal. Y le rajaron el cuadro. Ahora la gente es más radical.
Esto es así, el movimiento pendular de la sociedad. Trump, Le Pen… La cultura te hace pensar y plantearte cosas. A lo mejor los conservadores acérrimos prefieren dejar las cosas tal y como están… Pero en todo este panorama, la galería Léucade te abre las puertas.
Sí, la verdad es que Sofía, la galerista, deja mucha libertad. Menos mal (risas). En pleno centro de Murcia, ¿eh? Entró mucha gente y gustó bastante. No vendí nada…
Miran, pero no compran.
Amigos míos también me lo han dicho: «yo no quiero este cuadro en mi casa, yo quiero un paisaje».
Entonces ahora estás reinventándote. También pintas por encargo, pero en la nueva serie reinterpretas las culturas clásicas: la griega, la romana, la nórdica, la egipcia… ¿Por qué te ha dado por ahí?
Después de esta serie, Lienzo desnudo, que expuse en Léucade, empecé con otra en la que quería coger las influencias millennials de ahora y mezclarlas con lo antiguo. Siempre está ahí la mezcla. Por ejemplo, hacer el David con Paco León… aunque no creo que sea muy millennial ya (risas).De ahí sale el cuadro de Rosalía que tengo en mi Instagram, con ese tipo de cosas se llega a gente por redes. Así he podido hablar con la hermana de Rosalía, con Paco León o con Kortajarena. Que no te dicen casi nada, solo un gracias y un «me mola mucho», fin. Pero cambié a este proyecto, porque con el uso de los simbolismos y demás, quiero hacer que la gente piense un poco. Investigo el dios, cómo nace, cómo muere, los animales que los representan… Se puede jugar con eso, con la forma, las poses… Y abre muchas puertas el tema mitológico.
(Nota de la redactora: Me enseña una pintura llamada El nacimiento de Pegaso y me explica el significado de cada pincelada). Y también estoy haciendo una serie de dibujos surrealistas sobre ciudades españolas.
¿Algún mensaje oculto?
Alguno habrá (risas).
Entonces lo tuyo es vocación. ¿Recuerdas tu primer dibujo, o cuadro?
Recuerdo que de pequeño pintaba a los Pokémon, a Dragon Ball, a futbolistas, todo eso…
Pero clásico, en plan Velázquez.
Sí, que la gente lo veía y decía «este chico promete». (Risas).A futbolistas… Pero en pintura era penoso. El Bachiller me dio la base buena. De hecho, me dio clase Juanjo Molina, que es el segundo de Ciudadanos de aquí, de Murcia. Y la verdad que bien.
¿Cómo encuentras el escenario de pintura en Murcia, por lo demás?
Hay mucha calidad, compañeros míos que son increíbles. Por ejemplo, Piscila Ramal que pinta realismo y siempre le he visto un gran futuro. Ahora está yéndose más a la performance, y le va bien, la verdad. Está en un grupo de artistas, Espacio Incógnita, que han alquilado un local detrás de la Plaza de Europa y hacen exposiciones, performances… Me gusta que se vean esas cosas en Murcia, que no hay mucho. A mí, personalmente, no me llaman mucho las performances, pero ir allí y rodearte de gente que entiende de eso me mola.
Claro, las «nuevas» formas de arte tienen que traerse.
Sí, Sofía, de Léucade, trajo aquí la primera Feria Internacional de Arte el año pasado, la Keyhole Art Fair. Fue en el Nelva, y en cada habitación había un artista que decoraba como quisiera y exponía. Es un rollo que se lleva mucho en Europa y en el mundo, pero en España todavía no. Y ella lo está trayendo.
Bueno, al final que te avale alguien así te da seguridad en lo que haces.
Sí, claro, me da una seguridad increíble.
«Pues eso es lo importante», le digo. «Ahora vamos a cenar», que estamos desmayaos. Le cuento que hice un curso de pintura con gente del IMSERSO, él me responde que para saber pintar, hay que saber dibujar. Nos corta su perro ladrando bien fuerte. Guillermo tiene un pitbull o algo para protegerse de los que intentan rajar sus cuadros, pienso, y le doy las gracias por sacar un huequecito para nosotros antes de despedirme.
Fotos: Aíta Salinas
Entrevista : Andrea Tovar