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Murcia Inspira - “Trabajar fuera me ha servido para valorar el potencial que tienen los músicos en España

La primera pregunta está muy manida y quizá es un poco cursi, pero creo que es fundamental. ¿Qué es para ti la música?

Además de un modo de vida, que no puede ser de otra manera porque me dedico a ello, como oyente la música para mí es un transmisor y constructor de emociones y sensaciones. A todo el mundo le pasa; al escuchar canciones nos traen un recuerdo de familiares, amigos, situaciones… incluso nos ayuda a construir o inventar nuestras propias imágenes sobre la música que estemos escuchando. A mí me emociona, o me cabrea, o sonrío y estoy contento porque estoy imaginándome una situación cómica.

¿Qué te provocó ese transmisor de emociones para que un chaval de Beniaján terminara tocando en Finlandia?

Prepárate, porque esto puede tardar un rato (risas). Comencé mis estudios de trompeta en la Agrupación Musical de Beniaján a los diez años con el trompetista Pepe Nicolás. Al poco tiempo, vino a dar clase el que ha sido mi profesor durante muchos años y que ahora es trompeta solista de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, Alejandro Castañeda, en parte culpable de que yo me metiera en el mundo sinfónico.

Estudié durante seis años el grado profesional de música con José Ibáñez Barrachina, y en mi último ciclo toqué por primera vez en la orquesta del Conservatorio de Música de Murcia y accedí a la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia. Poco después, en 2009, hice mi primera actuación profesional, tocando el Réquiem de Fauré con la OSRM.

A mitad del grado medio conocí al trompetista Luis González Martí. Él me abrió los ojos a la humildad, a no creerte que eres un superhéroe, porque en el fondo solo estás tocando un instrumento, y por ahí hay gente como médicos y bomberos que hacen una labor mucho más importante. Su calidad humana me fascinó y fuimos profesor y alumno muchísimos años, y ahora tenemos una relación de amistad fantástica.

El grado superior lo estudié en Murcia e ingresé en la Brass Academy de Alicante, donde estudié con Rudy Korp. Ahí empezó mi andadura en las audiciones. Gané una para la joven orquesta nacional de Holanda y también empecé en el European Brass Ensemble. Con ellos he grabado dos cedés y tocado para la radio austriaca, la radio y la televisión italiana, en festivales de verano en Austria en la Abadía de Melk, en Bayreuth, la ciudad de Wagner, en Alemania…

En 2017 empecé en la Malta Philarmonic Orchestra y estuve una temporada entera allí. Es un buen sitio, con buen clima, buen ambiente… pero yo quería ver otras cosas.

Un amigo que tocaba en la Filarmónica de Helsinki me comentó que uno de sus compañeros iba a tomar una excedencia. Me presenté y finalmente la sección de trompetas decidió ofrecerme un contrato para la temporada 2018-2019. Estuve ocho meses en la Filarmónica y dos meses en la Ópera Nacional de Finlandia

Después de la temporada surgió una audición en Turku, una ciudad más pequeña pero con una muy buena orquesta, y de momento estoy trabajando aquí.

¿De dónde viene la decisión de tocar la trompeta?

Hay que tener en cuenta que yo era un niño de unos diez años cuando empecé. Tenía claro que quería tocar algún instrumento de viento-metal, porque me gustaba mucho la trompa y familiares míos la tocaban muy bien, así que yo estaba acostumbrado mucho a ese sonido.

En las bandas de los pueblos te prestan instrumentos en base a la disponibilidad. Un compañero del colegio de Beniaján, Javi, tocaba la trompeta en la banda así que, cuando me dijeron que no podía tocar la trompa porque no había ninguna disponible, Javi me dijo «oye tío, ¿por qué no tocas la trompeta?» Y dije «pues venga, ¡la trompeta!». Y esa decisión tan inocente, ¡mira en lo que ha acabado!

A mí me fascina eso de colocar la boca para tocar… ¿hay técnica en esto? o ¿es cosa de ensayo-error hasta que encuentras la posición?

(Risas) Se han escrito libros sobre el tema de la embocadura en la trompeta. Para mí, hay demasiada información para lo que luego es. Cuando más aprendí sobre esto fue cuando empecé a enseñar en escuelas de música, incluso más que cuando me enseñaron a mí. Tenía muchos alumnos que empezaban a tocar la trompeta y mi misión era guiarles sobre cómo colocar la boquilla sobre los labios. El grandísimo dilema es: ¿en qué zona de los labios colocarla? Yo no te puedo hablar de mi experiencia cuando puse la boca por primera vez en la boquilla, porque no me acuerdo, pero sí que es cierto que puede que mi embocadura se haya modificado con el tiempo, pero no conscientemente.

Y ¿cómo definirías tu estilo como trompetista?

Quizá esto es un error por mi parte pero, de momento, y por el trabajo que desarrollo, soy un trompetista puramente clásico, de orquesta sinfónica. Aun así, he tratado de investigar o poner en práctica otros tipos de música como jazz o música latina. En un futuro, me encantaría adentrarme en otros tipos de música.

Empezaste en la Agrupación Musical de Beniaján, ¿qué papel juegan las bandas locales en la creación de músicos profesionales?

Un papel importantísimo. Las bandas municipales, locales, de pueblos que tienen incluso más de una banda… hay un gran colectivo juvenil que comparte muchísimo tiempo allí. A parte de las horas que pasan en clase, la banda es un local social, haces un grupo de amigos, vas a estudiar con tus amigos de toda la vida, compartís la misma afición… Al final, lo que haces es que empiezas estudios  profesionales y luego estudios superiores y al final, no sabes cómo, acabas haciendo audiciones y trabajando en este mundo. ¡Imagínate si es importante el papel de las bandas! Porque todo esto nace de ahí.

En nuestra zona son muy importantes, sobre todo en cuanto a los músicos de viento, viento-madera y viento-metal, y percusión. Cuando empecé mis estudios en el conservatorio, prácticamente el 90% de los estudiantes venían de las escuelas de música de su banda. Hay pueblos que tienen más de una banda y algunos más de dos. En el Levante son súper importantes, en toda la Comunidad Valenciana, Murcia, Cataluña… y también en Galicia y Andalucía. Hay mucho movimiento de bandas y esto ha creado en España una cantidad de músicos de viento-metal, viento-madera y percusión que, después de haber estado en el extranjero, puedo decir que somos casi como una ‘plaga’. He tocado en muchísimos sitios y, por ejemplo, en el European Brass Ensemble, en algunos conciertos casi la mitad éramos españoles. Y esto viene de lo mismo, de que todos empezamos en las escuelas de música de las bandas, y es algo que hay que valorar muchísimo.

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Y, ¿se las valora? O ¿crees que se las subestima?

Por lo general, sí se las subestima, al menos por lo que yo conozco. Hace tiempo que estoy fuera y no controlo mucho la situación de cada una de las agrupaciones musicales, pero cuando yo estaba ahí la situación era muy deficiente. Normalmente estas escuelas dependen de sus municipios. Hay algunos que apoyan mucho a sus escuelas de música y esto se ve, pero no son la mayoría. Hay municipios muy grandes como el de Murcia que, cuando yo empecé a estudiar, tenía tres bandas que dependían del municipio, pero ahora creo que hay cinco o seis. Si se las apoyaba poco desde la política cuando eran tres, pues me imagino que ahora que hay bastantes más el apoyo no debe ser mayor. Es una situación triste, pero es una batalla que se está luchando desde hace mucho tiempo. Creo que ahora hay una nueva Ley de la Música en la Región de Murcia y esperemos que esto mejore la situación.

Dices que formaste parte de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia. ¿Cómo recuerdas tu experiencia allí?

Aquello fue una espectacular. Todas las orquestas jóvenes son una experiencia súper divertida, pero la de Murcia fue mucho mejor porque, además, compartí muchos encuentros con amigos del conservatorio. Hacíamos música a un nivel espectacular, era increíble, casi un nivel profesional pero, además, con la energía y el entusiasmo de gente joven que aportaba, me atrevería a decir, mucho más que lo que se aporta en un ambiente más profesional. Para mí fue casi la primera experiencia en una orquesta y creo que fue el botoncito que me hizo pensar «esto es lo que yo quiero hacer y a esto quiero dedicarme». Sentarme en una silla en un escenario y verme envuelto del sonido que se produce y con tanto entusiasmo es fantástico.

Además, es la primera orquesta joven de toda España. Se fundó una temporada antes que la Joven Orquesta Nacional de España. Fue una lástima que, poco después de que yo me fuera, esta orquesta dejara de tener actividad por la crisis. Esto nunca debería haber pasado. Hace dos temporadas ha vuelto a retomar su actividad bajo la protección y la gerencia de la OSRM y me alegro mucho, estoy muy orgulloso, pero hay una generación muy importante de músicos que no pudo disfrutar de lo que yo viví durante casi diez años.

Su versión profesional, la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, lleva unos años sonando bastante en la agenda cultural. ¿En qué posición está Murcia en la escena de orquestas en España?

Lo que a mí me une a la OSRM no es más que las varias colaboraciones que he hecho con ellos en su sección de trompeta, así que seguro que habrá gente con más información que yo, pero lo que sí que tengo claro es que Murcia tiene una orquesta sinfónica y eso, tristemente, ya es mucho en el panorama nacional.

Teniendo en cuenta la población y la gran producción de músicos a través de bandas y conservatorios, creo que hay muy pocas orquestas profesionales a nivel nacional. Quizá habrá unas veinticinco o alguna más. Nosotros tenemos la suerte de tener una, pero hay regiones o ciudades que no tienen. En toda Castilla-La Mancha no hay una orquesta profesional, en Aragón, que tienen un auditorio espectacular en Zaragoza, tampoco hay una orquesta profesional. En Cantabria no me suena que la haya tampoco, y tienen un palacio de congresos en Santander que es impresionante.

Aun así, diría que no es suficiente para Murcia. Ciudades como Cartagena, que tiene un auditorio muy bueno como es El Batel, no tiene una orquesta residente, y creo que ese auditorio podría llenarse todas las semanas con una orquesta profesional. Creo que aquí está más bien la voluntad del gobierno de turno en querer tener una orquesta en su ciudad o no. Veinticinco orquestas para una población como la de España es muy poco. Aquí, en Finlandia, hay más o menos las mismas, y la población es de menos de seis millones de habitantes. En poblaciones más pequeñas que Molina de Segura hay orquestas. Tenemos una asignatura pendiente en este sentido.

La OSRM es muy buena, sus miembros tienen una calidad brutal, van haciendo progresos poco a poco. Si tuvieran más soporte de la Comunidad Autónoma, que es de quien depende, podría ser una orquesta de primer nivel con una plantilla completa en menos de un año. La plantilla sinfónica que tiene está bastante recortada, hay muchas plazas por sacar que no están publicadas… en Finlandia, una plaza se queda vacante y a los dos meses se ha publicado. En Murcia pueden pasar años, y esto es un poco triste. Pero bueno, ¡irán viniendo las cosas!

¿Qué se podría hacer desde tu criterio para incentivar el interés por las orquestas y hacerlas algo más rentables?

Se ha intentado y se ha hecho de todo, pero también tenemos que ver la parte de responsabilidad que tienen las orquestas. No solo le vamos a echar la culpa al político o al gobierno de turno, que por supuesto que la tienen, pero pienso que hay que innovar, actualizarse, probar con otras músicas… sobre todo para atraer a esa parte de la población que ante un concierto con sinfonías de Hayden o Mozart o un concierto de piano de Beethoven puede pensar «buf… qué rollo». Yo creo que es posible acercar este tipo de música a esa parte de la población.

En cuanto a probar otras músicas se hacen por ejemplo colaboraciones con grupos de música más actuales, pop o indie, como cuando Vetusta Morla actuó con la OSRM para recaudar fondos tras el terremoto de Lorca. Tuvieron tanto éxito que lo repitieron en Madrid. También va Raphael ahora a Murcia a actuar con la OSRM y seguro que se va a petar… En mi segunda semana cuando llegué a Finlandia hicimos un concierto de música trance con arreglos para orquesta sinfónica de música electrónica muy famosa, incluso había un DJ. Y esta semana en Turku estamos haciendo un concierto de beat box y orquesta con Felix Zenger que es el súper top de beat box aquí, y ves que el público que tienes cambia.

Así que no siempre tenemos que estar metidos en la casilla de la música clásica. Yo creo que haciendo este tipo de cosas acercamos la música a otro público, siempre evidentemente combinándolo con el repertorio clásico del que se nutre una orquesta.

A pesar de esto que dices, ¿sientes que el público murciano valora la música clásica y las orquestas?

Creo que sí. Casi todas las veces que he ido al Auditorio Víctor Villegas últimamente ha estado prácticamente lleno. Hay asociaciones, como Pro Música, que organizan muchos conciertos y llenan la sala, así que creo que la audiencia murciana sí tiene afición por la música clásica y por ver a orquestas. El tema es si ese apoyo viene también por parte de las administraciones que tienen que financiar esto. Cuanto más lleno esté el Auditorio, más hará que pensar a esta gente para que puedan apoyar más este tipo de actividad.

Una orquesta no es rentable, esto hay que decirlo. Si alguien espera que una orquesta se soporte por sí misma con las entradas… es imposible. Tener una sinfónica le cuesta dinero a la ciudad o la región o la comunidad, pero eso pasa con la de Murcia y con la Filarmónica de Berlín, y Berlín tiene ocho orquestas profesionales. Entonces, realmente está más bien en la voluntad de la gente que gobierna el ver cuánta actividad cultural quiere que tenga su municipio.

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¿Hay oportunidades en Murcia para músicos como tú?

Realizando el trabajo que estoy realizando ahora mismo, que es tocar en una sinfónica, definitivamente no. No existe esa posibilidad, porque en Murcia ciudad ya existe una orquesta con las plazas cubiertas y tendrían que pasar muchas cosas, como un aumento de plantilla para hacer una orquesta con como mínimo 3 trompetistas en su sección, sacar la audición… y hay que ir, tocar y ganar esa audición.

En otros ámbitos como la educación, enseñando depende qué instrumento, yo creo que sí hay oportunidades. Las escuelas de música están funcionando a tope y es un trabajo que se puede desarrollar. No está muy bien pagado, por la situación de las empresas, pero es un trabajo. Y, si no, siempre está la oportunidad de esperar a que salgan oposiciones de enseñanzas artísticas en los conservatorios y probar suerte. Pero, en mi trabajo específico como músico de orquesta, no hay posibilidades.

Habrás conocido a muchos buenos músicos que se hayan quedado en el camino por falta de oportunidades…

Sí, muchísimos. He conocido músicos que quizá tuvieron esta fiebre de tocar en una sinfónica y no lo han conseguido. De todas formas, han tenido otras salidas y son felices, estoy seguro. Pero sí que es una pena, he conocido muchos músicos que no es que se hayan quedado en el camino, pero que las han pasado muy chungas.

Y tú, ¿vas en camino de conseguir tu sueño musical?

Mi sueño siempre ha sido poder sentarme en alguna de las grandes orquestas conocidas, como puede ser la Filarmónica de Berlín, la de Nueva York… pero con los años voy siendo más realista y quizá también conformista, y creo que donde estoy, en el momento en que estoy, estoy muy bien. Quizá mi meta ahora sea conseguir una plaza un poco más cerquita de casa. Eso sería algo realmente bueno, pero tampoco es excesivamente importante porque no estoy pasándolo mal. Al contrario, estoy bastante bien como estoy ahora mismo.

Entonces, no tendrás en mente volver…

No está en mis planes. Mi idea es continuar trabajando fuera todo lo que me permitan. Sí que intentaré acercarme lo máximo posible a casa, pero eso no siempre depende de mí, hay que hacer audiciones en orquestas y ganarlas. El nivel es altísimo y hay mucha competencia, así que eso es lo más complicado de todo.

¿Qué has aprendido en tu andadura internacional que te habrías perdido de quedarte en Murcia o en España?

Mogollón de cosas. Musicalmente, he aprendido que se puede hacer música desde un punto de vista diferente, música entre comillas ‘nacionalista’, de países como Alemania o Austria, o aquí en Finlandia donde se interpreta muchísimo al compositor finlandés Jean Sibelius. Hay un punto de vista diferente en cómo ellos interpretan esa música, igual que en España interpretan a Manuel de Falla o Granados desde una perspectiva distinta.

Por supuesto, he aprendido las diferencias de nivel en unos sitios y en otros, y no me refiero a que en España haya menos nivel, sino todo lo contrario. Me ha servido para ver el potencial tan grande que hay en nuestro país y lo poco que lo valoramos. Me está sirviendo para aprender idiomas, que estoy en el camino, y para ver salas y sentarme en escenarios míticos, como la Musikverein de Viena. Eso, estando en España, creo que lo habría visto en la tele (risas).

¿Has visto muchas cosas que se estén haciendo fuera que no se hagan en España?

Bueno, no conozco todo lo que se está haciendo fuera, seguro que hay sitios que están peor que España, pero también hay sitios que están mejor.  Por lo que yo conozco, en Finlandia solo el hecho de que ciudades como Turku de menos de 30 o 40 000 habitantes tengan su orquesta profesional, aunque sea una sinfonietta o una orquesta de pequeño tamaño, con eso ya se avanza y se ofrece al público conciertos, aunque vivan en un sitio muy pequeño. Aquí, como te decía, ciudades como Cartagena o Lorca no tienen una orquesta profesional. Nos hace falta implantar una cultura de la música sinfónica y clásica en España, porque no estamos acostumbrados.

Otros países top son, por ejemplo Alemania. Allí hay casi 300 orquestas profesionales en todo el país, divididas en categorías A, B y C. Berlín tiene ocho o nueve orquestas profesionales. Quizá esto sea una cuestión más cultural, porque allí esto se vive desde hace varios siglos, entonces los gobiernos apoyan mucho este tipo de cultura, sabiendo que una orquesta es deficitaria y no gana suficiente dinero como para sostenerse por sí misma.

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Vamos a ponernos menos serios… ¿qué es lo que más disfrutas de tu profesión?

Lo que más disfruto es pensar cada semana qué me voy a encontrar en el atril, qué música vamos a interpretar, e investigar un poco sobre esa música o meterme en el contexto de por qué el compositor escribió esa música y en qué circunstancias. Eso me hace meterme mucho más dentro de la obra. Y algo que también disfruto mucho es cuando haces algo con un resultado realmente bueno y lo estás haciendo con tus compañeros. Siempre hay una mirada de complicidad, incluso en el escenario, como diciendo «¡guau! Esto nos ha salido fantástico». Esa es una sensación muy bonita.

Entonces, ¿hay buen ambiente entre los músicos de orquesta? Porque yo, no sé por qué, siempre me lo he imaginado como muy competitivo y con una cierta altanería…

(Risas) Tengo que contestar que para nada es así. No hay ningún tipo de rivalidad, y más en una orquesta profesional porque cuando ya estás dentro las rivalidades sirven para poco. Son compañeros, tú no le vas a quitar el trabajo a nadie ni nadie te lo va a quitar a ti, así que no hay necesidad. En los sitios en los que he trabajado, incluso como invitado para algunas semanas, me han tratado excepcionalmente bien. El trato que hay en Finlandia entre compañeros es espectacular, ellos saben la presión a la que estamos sometidos al estar todas las semanas en un escenario y creo que lo que intentan es ponértelo mucho más fácil.

Por otra parte, lo que he visto trabajando en el mundo profesional es que fuera del trabajo hay un ambiente increíble, siempre hay después de los conciertos alguien que trae algún aperitivo, se abre una botella de champán… no sé si mucha gente que trabaje en una oficina disfruta de esto si no es en la típica cena de empresa de Navidad, así que en esto los músicos de orquesta les ganamos a muchísimos trabajos.

¿Quién es tu trompetista favorito?

Como escucho tantos tipos de música distintos, tengo una amplia gama de trompetistas que me gustan. Por ejemplo, dentro del jazz, Miles Davis es espectacular. En el panorama actual, también Wynton Marsalis y, como trompetista que me asombra técnicamente cómo toca y lo fácil que parece que hace las cosas, me gusta mucho un trompetista noruego que se llama Ole Edvard Antonsen, es espectacular y en Noruega es un héroe nacional, es casi tan famoso como podría ser Alejandro Sanz en España. Otro que me encanta sobre todo por su labor como solista es un trompetista venezolano que se llama Pacho Flores y que está afincado en Valencia. Le he escuchado varias veces, el año pasado coincidí con él porque vino a Murcia a tocar con la OSRM y luego en Helsinki en el auditorio donde yo trabajaba, y es un trompetista increíble.

No todo será trabajar… ¿qué música escuchas en tus ratos libres?

Me gusta todo tipo de música. Depende mucho de mi momento emocional o creativo. Me gusta escuchar la música con la que trabajo, música clásica. Hay compositores muy potentes que transmiten mogollón con su música. Aquí en Finlandia he descubierto mucho más de lo que conocía a Jean Sibelius o Gustav Mahler.

Pero no solo eso es mi vida como oyente de música. El otro día vi un meme que comparaba los premiados de los Grammy o los Emmy de este año con los del 92. Y, claro, (risas) hay una grandísima diferencia, y por supuesto me quedo con los del año 92, aunque sería un poco injusto porque tampoco he escuchado mucho la música que se hace actualmente.

También me gusta mucho el flamenco, y más estando fuera. El bien hecho, el del duende, el arte de Andalucía, me transmite un trozo de mi país. El Cigala, Paco de Lucía, Paco Toronjo, Camarón… También escucho pop rock, gente que está haciendo muy buena música alternativa, grupos de mi ciudad… también bandas sonoras, por ejemplo paseo por el campo. Aquí salgo bastante a disfrutar de la naturaleza y escuchar una buena banda sonora como las de Hans Zimmer o John Williams, tan potentes, transmite mogollón.

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Fotos cedidas por el entrevistado.


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