“Todavía veo relámpagos cuando quiero verte”. Seis palabras y un cierre de estribillo que fija sobre el terreno de la certeza, en el tiempo récord de una canción de poco más de tres minutos titulada ‘Cuando quiero verte’, todo un mundo musical tan propio como universal, tan desnudo como cristalino, tan sencillo como conmovedor. Y se trata solamente del primero de infinitos aciertos de un debut, ‘Podemos ser amigos’, que vibra en las entrañas, resuena en el nudo de la garganta y sonríe tímido bajo el paraguas de lo que pudo ser y no fue, escapando y quedándose resguardado bajo la llave oxidada de la memoria. Su responsable, Ana Cano, no necesita forzar el dramatismo para que este sobresaliente conjunto de canciones traspase por completo la armadura de cualquier tipo de oyente, utilizando para ello el apasionante arte de construir historias que te hablan, miran, susurran, desafían y gritan directamente.
Desde el citado y maravilloso comienzo protagonizado por Cuando quiero verte hasta esa inesperada explosión de guitarras punzantes de Prefiero respirar, pasando por auténticas joyas de la talla de Que te vaya bien, Te imaginé viniendo a verme o Domingo raro, el disco se descubre como una sucesión constante de pellizcos emocionales, hallazgos melódicos y belleza itinerante. Todo ellos abrigado por una melancolía que atraviesa la piel, calando hasta los huesos y dejándonos abrazados a ese aroma inconfundible de la nostalgia. En definitiva, una carta de presentación que obliga a seguir con profundo interés y una dosis considerable de expectativas los próximos pasos de Ana Cano. Mientras tanto, sigamos agradeciendo el descubrimiento de este pedazo de vida lluviosa, entrañable y sensacional llamada Podemos ser amigos. Charlamos con ella.
Déjame empezar confesándote que me he emocionado muchísimo con tu disco. Me parece un trabajo repleto de pureza y sensibilidad.
Me alegro muchísimo. La verdad es que eso es justo lo que quería que quedara reflejado, porque se deja ver un poco como soy yo realmente.
Desde su publicación el pasado mes de diciembre, ¿qué respuesta has notado por parte del público? ¿Ha habido alguna reacción que te haya conmovido o sorprendido especialmente?
Yo creo que bastante buena. Realmente no tenía ninguna expectativa pero creo que si las hubiera tenido las habría cumplido todas. Para ser lo primero que publico, estoy bastante contenta. Hay cosas que me han sorprendido como, por ejemplo, que Grabaciones Vistabella me fichara tan rápido o hacer una entrevista en Onda Regional, incluso el entrar en una playlist de Spotify.
¿Cómo y dónde nace el proyecto de Podemos ser amigos?
Podría decirse que nace escribiendo canciones en mi habitación. Y empecé a componer más por una ruptura sentimental que me tocó mucho. Llevaba un tiempo componiendo canciones pero para mí nunca tenían el suficiente nivel como para enseñarlas, hasta que, durante la cuarentena, Guille Solano me hizo ver que quizás sí que lo tenían.
¿Qué crees que es lo mejor y lo peor de iniciar una trayectoria musical en estos momentos?
La verdad es que hay muchos pros y muchos contras. Lo bueno: la gente está más abierta a escuchar música emergente y tiene más tiempo libre para hacerlo. Lo malo: no se pueden hacer conciertos y al final es una inversión bastante grande el sacar música.
Sino me equivoco, el disco llevaba bastante tiempo terminado. ¿Cómo fue el proceso desde que finalizasteis la grabación hasta que salió a la luz?
Bueno, realmente a lo mejor no llevaba tanto tiempo terminado, pero es que yo soy muy impaciente (ríe). Básicamente llevábamos mucho tiempo con la intención de ir a grabar, pero con las restricciones perimetrales y mis exámenes finales de carrera se alargó todo un poco. Una vez terminado, a principios de septiembre más o menos, tuvimos que hacer un plan de lanzamiento para que el disco se pusiera en contexto, mejor que sacarlo todo de golpe. Así, con la ayuda de Guille y de Marco, el productor del estudio en el que grabamos (El Miradoor), y un poco haciendo yo también las cosas como las veía mejor, pensamos en sacar tres singles, uno cada tres semanas, y después el disco.
¿Qué papel ha jugado Guille Solano, otro de los artistas más prometedores de la actual escena musical en la Región, en toda esta aventura? Ya le has citado varias veces en la entrevista, así que parece ha sido un figura clave.
Ha sido el impulsor de este proyecto y para mí ha sido clave en todo el proceso, desde el principio hasta el final. Y lo que le queda al pobre (ríe). Guille es la persona que más sabe de música de mi círculo cercano y el que mejores consejos me da, además de entenderme a la perfección, así que siendo primeriza su apoyo fue muy importante. Me ayudó a ver cómo quería que giraran las canciones, a elegirlas, a ver el orden, me acompañó a ensayos, grabaciones, me hizo muchísimas demos y también ha tocado prácticamente todos los instrumentos en las sesiones en el estudio.
Otro de los nombres imprescindibles es el de Marco Velasco, productor del EP. ¿Cómo fue trabajar con él? ¿En qué aspectos hicisteis mayor hincapié durante la grabación?
La verdad es que ha sido súper cómodo y agradable, da gusto trabajar con gente así. Además, se supo amoldar muy rápido a lo que Guille y yo teníamos en la cabeza, aunque se saliera un poco del estilo de lo que él suele hacer. Creo que en lo que más hizo hincapié fue en decirme que todo tenía que tener una cohesión. También nos mejoró mucho las baterías, que las llevábamos un poco flojas. Lo cierto es que le di bastante el follón buscando los sintetizadores que quería y tuvo que tener mucha paciencia cuando yo grababa las guitarras.
Tengo curiosidades por saber tu experiencia en el estudio. ¿Cómo recuerdas el primer y último día de trabajo en El Miradoor?
El primer día estaba muy nerviosa y no tenía casi capacidad de decisión para nada. Era la primera vez que iba a un estudio y la verdad que el de Marco tiene un montonazo de cosas. Estaba alucinada. El último día me dio un poco de pena. Después de mes y medio yendo todas las semanas fue un poco triste ver que se acababa ese período, pero estoy segura de que volveré pronto.
¿Sueles escuchar tu propia música? ¿Cómo fue la experiencia de enfrentarte por primera vez al EP una vez terminado?
La verdad es que yo creo que lo normal. No la escucho muchísimo, pienso que hay música mejor (ríe). Aunque recién salido del horno la verdad es que me lo ponía muchas veces, a mí y a todos los de mi casa. Y si no era yo, era mi padre desde su móvil.
Es evidente que nos encontramos ante un disco conceptual, pero a lo largo y ancho de las canciones se tocan numerosos temas tan intensos como el amor, la pérdida, la incomprensión, la amistad (imposible) o la inseguridad. ¿Estaban presentes desde el primer momento o fueron surgiendo de manera más o menos natural durante el desarrollo del disco?
Creo que algunos estaban más presentes que otros. Mi intención haciendo las canciones nunca fue recopilarlas en un álbum, o sea que realmente hay canciones bastante más recientes que otras, pero creo que todas encajan bien entre sí para el concepto de este disco.
¿Impone en cierto modo sentarse a escribir sobre emociones tan profundas y complejas? ¿Cuál es tu manera de trabajar en las letras de las canciones?
A mí personalmente no me impone (ríe). Lo que me impone es enseñar esas letras a los demás. La verdad es que normalmente me salen del tirón, aunque hay algunas más trabajadas y otras menos. El proceso ‘normal’ suele ser escribir la letra, luego buscar los acordes para la entonación que tengo en mi cabeza, y ya a partir de ahí ordenarlo para que suene bien y hacer que encaje métricamente. Últimamente también lo suelo hacer al revés. Primero pienso un poco la entonación y luego la completo con la letra, pero depende mucho de cada canción.
Otro de los elementos omnipresentes en el disco es la melancolía, tanto desde un punto de vista musical como lírico. ¿Qué relación tienes con este sentimiento a nivel tanto personal como creativo?
Es una muy buena pregunta. Creo que la relación que tengo es que soy una persona melancólica en general. Siento las cosas mucho y acabo merodeando mucho ese tipo de sentimientos. Como digo siempre, al final mi música soy yo. Si soy una persona melancólica, me salen canciones melancólicas, tanto lírica como musicalmente. Va todo unido.
¿Crees que se suele tratar siempre de manera demasiado pesimista y repleta de prejuicios negativos a conceptos que pueden albergar tanta belleza como la nostalgia?
Yo quiero creer que no. Hay etapas de todo tipo, aunque es verdad que en general no soy una persona muy optimista, pero al final es importante también ver la nostalgia con cierta tranquilidad y no solo quedarse con el lado malo.
El disco está repleto de frases tan maravillosas como “Te he vuelto a ver y no dolía como pensaba, ha dolido el triple”, “Para no echarte de menos necesito instrucciones” o “Intento no escuchar lo que dicen por ahí, puede que muera de miedo”, con las que resulta muy sencillo verse identificado. ¿Crees que la sencillez es el mejor camino para llegar a un tipo de comunicación y emoción más directa con el público?
Yo creo que esto es un poco cuestión de gustos. A mí me gustaría muchas veces ser capaz de escribir cosas más difusas en las que la gente pueda sentirse reflejada sin que sea súper literal, aunque es verdad que hay una barrera muy fina ahí en la que el oyente puede alejarse tanto de eso que termine por no sentir nada de nada. Yo normalmente escribo las cosas que siento de una manera muy intensa, así que no me sale enmascararlas de ninguna manera. En ese sentido soy bastante explícita.
Me gustaría hablar un poco de cada tema del disco, empezando por ese inicio tan intenso protagonizado por la fabulosa Cuando quiero verte. ¿Qué tenía este tema para ti que le convertía en la mejor opción para abrir fuego?
Elegir el comienzo un disco siempre es difícil, ¿no? Inicialmente esta no iba a ser la primera, iba a ser otra que al final ni siquiera grabé ni creo que grabe nunca porque no es tan buena canción (ríe). Cuando quiero verte fue la última que escribí y a Guille le gustó mucho. Además creo que quedó muy bonita y que tenía potencial para abrir. Es un tema que resume un poco la intención total de Podemos ser amigos, que es el tema del desamor, la añoranza y el echar de menos mezclado con algunas metáforas. Es de mis preferidas del disco.
Con Domingo raro entras en un terreno más folk para hablar de la aceptación de los malos ratos y realizar casi una defensa de los días en los que nos levantamos con mal pie. ¿Cómo nace este tema?
Pues nació un domingo en el que me empeñé en hacer una canción lo más feliz posible porque estaba cansada de sentirme agotada y mal. También me carga ese discurso de «tienes que ser súper feliz siempre» que parece impuesto por una sociedad que no ve bien expresar ante los demás que a veces tienes días horrorosos y que nos pasa a todos.
También te pido que me aclares por favor si de verdad existen domingos que no sean raros. A mí me parecería un sueño.
Yo creo que suelen ser raros en general, pero no todos tienen por qué ser malos, eso sí. Casero tiene una rutina diferente a la mía y la resume muy bien en su canción ‘Los Domingos’, un tema que me gusta mucho y que me tomo el placer de recomendarte.
¿Hasta qué punto duele escribir una canción tan demoledora como Que te vaya bien? He de confesarte que es mi canción favorita del disco y siempre tiene la capacidad de sacarme un par de lágrimas.
Has ido a meter el dedo en la llaga, ¿eh? (ríe). La verdad es que cuando escribí esa canción estaba con el corazón hecho trocitos y aun así no sentía nada de rencor, sólo era tristeza. Pero yo siempre intento desearle lo mejor a las personas que he querido. Con esa canción sentí (y siento) que cuando quieres a alguien una vez ya la quieres para siempre, pase lo que pase.
El triple supone un punto de inflexión total en el disco, especialmente por tener un acabado mucho más bailable. Sin embargo, la letra sigue transmitiendo esa añoranza tan característica del disco. ¿Crees que las canciones tristes lo son menos cuando se visten con trajes sonoros más movidos?
Yo creo que para mí no (ríe). Esa canción para mí es la más triste de todas. Aun así parecía ya un exceso de tristeza entre tanta balada acústica y me apetecía hacer un tema un poco más ‘moderno’. Nos costó un poco darle un giro porque su composición no es muy lineal, pero bueno, creo que al final quedó bien..
“El tiempo me curó, tengo amigos nuevos, yo ya no te quiero”. Un cambio de fondo en el EP que en Ya no te interesa supone también la entrada de otros géneros como el R&B y el soul. ¿Qué es lo que más te gusta de probar suerte en otros terrenos musicales?
La verdad es que me costó mucho establecer un terreno musical como tal. No me gusta nada tener que elegir una cosa y prescindir de las demás, que también me gustan. Aquí es donde más se deja ver que realmente el disco no tiene un estilo encasillado. También creo que era lo que más le pegaba a la canción.
En ese sentido, el del riesgo voluntario a la hora de salir de una hipotética zona de confort artística, Va a comerme la ansiedad es el tema que va más lejos. ¿Cómo surgieron esos ecos de trap y reguetón que terminan apareciendo en la canción?
Surgieron porque yo estoy enamorada del género urbano y quería meterlo en mis grabaciones como fuera. Guille me echó una mano con eso y vimos que encajaba perfectamente en ese tema.
Más allá de lo musical, ¿hasta qué punto te parece importante hablar y normalizar a través del arte y la cultura conceptos como la ansiedad?
Creo que la ansiedad actualmente está por todos lados y no tiene tampoco sentido esconderlo. A mí me salió esa canción porque realmente estaba que iba a explotar y no lo veo un tema tabú ni nada así. La verdad es que nunca le he dado muchas vueltas.
Regresando al disco, Te imaginé viniendo a verme recupera ese pop de profundo calado emocional con el que comenzaba el disco. ¿Tenías claro que el EP necesitaba unos últimos compases que en cierto modo cerraran el círculo iniciado con Cuando quiero verte?
La verdad es que sí. Sólo con los dos títulos se puede ver cómo se abre y se cierra ese círculo. Yo creo que era la canción perfecta para terminar el disco. Y también creo que es muy importante saber elegir el orden de las canciones en un trabajo.
Por último, nos encontramos con Prefiero respirar, la canción más rockera del disco con amplia diferencia. ¿Fue esa la razón por la que la escogiste como primer sencillo?
Podría decirse que sí, pero creo que no fue por eso tampoco. Me costó mucho decidir cuál iba a ser la primera, pero esta era (y es) mi favorita de lejos y la que más me gustaba escuchar sin parar. Así que, aunque alguna gente no estaba de acuerdo con mi decisión, quería que fuera el primer sencillo.
Al final, el disco termina hablando de liberación, eso sí, con una parte considerable de rabia y resignación. ¿Se trataba de buscar un desenlace más realista por encima del clásico final feliz?
¿Cuál habría sido aquí el final feliz? Yo creo que no hay un final feliz posible, pero sí que creo que en parte este es un poco liberador: voy a darme un respiro porque ya está bien. Creo que esa sensación es la que mejor sabor de boca deja para finalizar un disco tan sentimental.
¿Qué secuelas emocionales te ha dejado todo el proceso de Podemos ser amigos?
Me río por no llorar, ¿eh?. Lo que es hacer el disco creo que no me ha dejado muchas secuelas emocionales. Aunque es verdad que escribiéndolo no estaba en mi mejor momento, pero no pasa nada, cosas que pasan. En el proceso de grabación y lanzamiento sí que he experimentado muchas cosas nuevas que no me esperaba, algunas más bonitas y otras más feas, pero de todas he aprendido algo.
Respecto a esto último que comentas, ¿cuál es el mayor aprendizaje que has adquirido trabajando en este EP?
Podría decirse que me he dado cuenta de la falta de confianza que tengo en mí misma y que tengo que ir mejorándola, que es difícil contentar a todos y que cuesta tomar decisiones acertadas. También me ha hecho muy feliz darme cuenta que soy capaz de crear música y que hay personas dispuestas a escucharla.
A nivel profesional, ¿qué pasos te gustaría ir dando a partir de ahora?
Creo que seguir sacando mis cancioncitas, pero sin muchos agobios. Respetando mis tiempos y aprendiendo a tomar un poco más las riendas de hacia dónde quiero dirigirme.
Por último, ¿cómo te gustaría recordar Podemos ser amigos dentro de unos años? ¿Qué sensaciones te gustaría tener cuando regreses a él pasado el tiempo y lo vuelvas a escuchar?
Me encantaría sentirme igual de orgullosa que me sentí al terminarlo y no lo que suele pasar de pensar «qué mal, se nota que es mi primer disco». Me encantaría ver que lo que hace que Podemos ser amigos esté bien es que hice todas las cosas de la forma en las que las sentía.
Fotos: Javi Sáez.