Quedaría muy literario si dijera que escribo porque está lloviendo y es domingo y estoy sola. Pero no me gusta mentir. Mentira, me encanta mentir, me divierte y la mayoría de las veces lo hago sin querer, sin darme cuenta y sin disfrutar. No, hoy no toca mentir que estamos en cuaresma. La cuestión es que siempre dejo las cosas para el último momento y el último momento es ahora. Vale, son las dos y media, pero es que esta tarde voy a hacer gofres y una no puede pensar después de comer tanto dulce porque el efecto sería demasiado cursi y sensiblero. Si hago gofres, hago gofres de verdad, con azúcar y nutella. Aquí no valen los remilgos. Así que como ya he ido al gimnasio y a desayunar tostadas de aguacate con huevo poché y no tengo hambre y tengo garbanzos para comer (comer garbanzos un domingo sola mientras llueve) he decidido que voy a ponerme a escribir que es mi obligación. Y lo hago, única y exclusivamente porque: la casa está limpia y ordenada, he cumplido con mis obligaciones familiares y sociales, he leído, he hablado con Á y hoy no se trabaja. No puedo procrastinar más. Podría, ciertamente, pero las cosas que tengo en la lista de “Querrás hacerlo algún día” son demasiado contundentes como para tenerlas listas en un par de horas. Así que ya no tenía más excusas para no sentarme a escribir. Podréis leer entre líneas que no me apetecía demasiado hacerlo. ¿La razón? Le he cogido bastante manía a esto de escribir. Me pongo nerviosa y todo.
El otro día leí o escuché una cosa que me gustó tanto que llegué incluso a escribirla (antes lo hacía constantemente, ahora he perdido la práctica). Era de Julian Barnes -y no, no he leído nada suyo, lo intentaré enmendar, lo prometo-. Decía así: Es fácil no ser escritor. La mayoría de las personas no son escritores, esta circunstancia no les causa ningún perjuicio. Es de peón caminero, ya lo sé, pero escúchame, me jodió. No me causa ningún perjuicio no ser médica ni abogada, tampoco política ni jueza, pero escritora… ay eso me va picando más. Quizá no a mí concretamente, pero sí a la Araceli pequeña que quería ser Gloria Fuertes. No es fácil no ser escritora, más bien dejémoslo en No es fácil no escribir,que suena menos pretencioso y es más real. No es fácil no escribir porque no hacerlo supone frustraciones, desánimos y demonios.
Acabo de escribir demonios, no porque lo haya decidido yo, sino porque al corrector no le gustaba la palabra desánimos y me ha propuesto en su lugar demonios y es como si me conociera más que yo. Pues eso, que no escribir acarrea tantos daños que te planteas escribir para librarte de ellos, pero entonces te acuerdas que dejaste de escribir porque escribir te hacía daño también. No sé si me explico. El resultado es que no escribo la mayor parte del tiempo, esto es treinta días al mes, lo cual suma demasiados dolores de cabeza, alguno de espalda y un par de ansiedades; y escribo el último día del mes -siempre apurando- con el consiguiente gran dolor de cabeza, taquicardia sostenida y vacío monumental. Vamos, es casi igual que la regla, para que nos entendamos. Es fácil no escribir si sabes cómo. Te lo publico si lo escribes, Julian, por favor. Los niños a los que se nos secó el cerebro con tanto Quijote lo necesitamos.
Podemos vivir sin escribir, no pasa nada, no se acaba el mundo. Todos los demás van a seguir escribiendo, no hace falta que escribas tú también, no hace falta que inviertas tu tiempo en escribir algo que nadie va a leer porque hay tanto que leer que para qué van a leer tonterías como que tienes garbanzos para comer o te duelen tanto los ovarios que te los quieres arrancar. Yo tampoco lo leería, discúlpame. Así que Barnes, enséñame a no escribir, a que no me cause ningún perjuicio, que quiero ser feliz y cocinar gofres y organizar el armario a lo Marie Kondo y hacer batch cooking y money mindfulness y no sentirme decepcionada porque no escribo.
Uf, qué alivio, ya estoy terminando, ya me siento más libre, tengo toda la tarde del domingo para ser feliz porque ya he escrito (una puta mierda, pero la he escrito) y la rueda no empieza a girar hasta mañana. Perdonad todo este rollo, echadle la culpa a quien me robó ayer el móvil. Esto con Instagram no pasaba.