Hace ocho años, Pilar Sola decide poner en marcha la compañía Zoo Cabaret. Un espectáculo de teatro frívolo, procedente de los cafés-concierto franceses y caracterizado por la variedad de elementos dispares yuxtapuestos. Vedettes, atletas, orquestas, cómicas, bailarines, magos, todo es posible sobre un escenario.
¿Qué tiene el teatro de variedades que os ha cautivado?
Que te permite todo: cantar, bailar, un número de magia, humor. Nosotros, evidentemente, cogemos lo que nos apetece. Por ejemplo, no llevamos un faquir – aunque nunca se sabe –. No te encasilla en una simple comedia musical, que suele llevar un guión muy cerrado. Podemos saltar de una cosa a otra. Hay mucho margen a la improvisación. Nosotros siempre jugamos con el público. Evidentemente, el público se convierte en parte fundamental del espectáculo.
¿Cuáles serían los rasgos que definen a vuestra compañía y os diferencia de otras?
Sobre todo, que tenemos un respeto absoluto al teatro de variedades. Por muy casposo que pueda parecer, y que puede serlo, respetamos profundamente este teatro frívolo. Y por eso nos sale bien.
¿Todos los integrantes de la compañía os dedicáis sólo a Zoo Cabaret?
Ninguno tenemos exclusividad con nadie porque aunque fuese así –Ojalá, eso querría decir que nos va de lujo–, actualmente es muy difícil que un actor o actriz solo se dedique a una cosa. Cuando estás en varias compañías y cierras un evento con alguna, debes avisar a las otras. Es complicado pero, al final, se hace. Cuando salen fechas para Zoo Cabaret conseguimos cuadrar nuestras diferentes agendas para poder acudir.
Afortunadamente, todos trabajamos en aspectos relacionados con el mundo de la cultura y el arte. Y tenemos que ir encajando. Nos sentimos muy afortunados de estar trabajando en lo que nos gusta y como compañía, haciendo exactamente lo que nos apetece.
En mi caso concreto, me considero especialmente afortunado, porque aunque haya meses que como artista apenas me llegue, llevo veinte años trabajando solamente en esto. Y más sabiendo que hay gente de muchísimo talento que no ha tenido la misma suerte.
¿Habéis ido haciendo diferentes espectáculos en estos ocho años. ¿Qué crees que tienen en común?
En todos, lo primero que hacemos es la temática. Unas veces ha sido sobre arte, sobre la Historia, sobre cocina, miedo… Se analiza el tema concreto, empezamos a sugerir ideas sobre y vemos la manera de abordarlas: de forma cómica, bailando… pero siempre sin nada predeterminado. Son ideas de todos que cada uno materializa a su manera. Hay gente que se centra más en escribir el guión, otros en las coreografías, las composiciones musicales, etc. Y así nos vamos repartiendo el trabajo. Intentamos no trabajar solo para lo que vamos a hacer cada uno, sino para el equipo.
Lo que tienen en común también es que cuando la gente viene a ver estas cosas no viene a ver a un gran cantante o a un gran bailarín – aunque los tengamos y seamos capaces de hacer las cosas de manera perfecta–. La gracia está en que cabe todo. Y cuando abordamos la imperfección lo hacemos desde la comicidad.
¿Qué buscáis a la hora de hacer un nuevo espectáculo?
Nosotros pretendemos siempre que al público se le caiga el ojo. Sorprender a toda costa. Nos reímos mucho dándole la vuelta a los temas. Nuestro humor es absurdo, a veces ácido. No nos ponemos cortapisas en reírnos de nada porque al mismo tiempo respetamos todo, sabiendo que nuestro público es muy amplio: desde niños hasta ancianos. Y eso para nosotros es una alegría enorme. Conseguir que pueda gustarle a una persona de veinte como a una de setenta es alucinante.
En todos los espectáculos existe la crítica, es fundamental, debe estar siempre subyacente pero no la vamos buscando desde el principio. Surge de manera natural.
¿Soléis lograr vuestros objetivos? ¿Crees que a la gente se le cae el ojo, como pretendéis?
Nuestra experiencia, por ejemplo en las últimas sesiones del Teatro Circo de Murcia, ha sido alucinante. Verlo dos días seguidos lleno y ver la reacción del público ha sido un subidón de energía. Te das cuenta que ha venido mucha gente que es asidua, desde Torrevieja, desde Cartagena… y encontrárnoslos una vez más disfrutando, nos pone los pelos de punta. Pero lo bonito es que, además, ha venido también mucha gente que no nos conocía de nada. Evidentemente todas esas personas no se han acercado al camerino a decirnos lo qué les ha parecido el show – que por otra parte sería toda una experiencia – (ríe) pero sí algunos han venido a decirnos: «Es la primera vez que vengo a veros y me ha encantado». Supongo que habrá gente que no haya disfrutado – porque tiene que haber para todos los gustos – pero en general nos encanta que esa gente desconocida nos de tantas muestras de cariño.
Os pega muchísimo hacer un proyecto al estilo de la Barraca de García Lorca, e ir por ahí de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad para que todo el mundo se acerque a veros.
Sí, eso sería genial. Tenemos muchos referentes de varietés buenísimos como el de Manolita Chen y su carpa. Hay compañías que actualmente han recuperado un poco eso. Por ejemplo, The Hole. Es un estilo de cabaret muy diferente a lo que hacemos nosotros, acrobático, distinto. Pero ellos actúan a veces en teatro y a veces con carpa. Sería maravilloso tener nuestra propia carpa, sí. Todo se andará.
Mirando hacia atrás, desde que empezasteis, ¿hay algo que eches de menos? ¿Algo que haya mejorado considerablemente?
La verdad es que echo la vista atrás muy poco. En relación a lo que estamos haciendo, cuando pienso en mí, hace siete u ocho años y me veo ahora, estoy contento porque hago el cabaret que siempre me ha gustado. Respecto a la compañía, ni echo de menos ni de más. Ha habido una evolución lógica de la compañía, aun manteniendo la esencia desde el minuto uno que empezamos. Y seguimos luchando para que no se nos escape porque es fundamental, es lo que nos define. Si no, Zoo Cabaret sería otra cosa.
A lo largo del tiempo hemos ido probando cosas, cambiando, evolucionando la forma de trabajar. Yo creo que no hay nada grande que echemos mucho de menos porque haya ido a peor. La forma de abordar el trabajo de cada uno, según pasa el tiempo también varía y repercute en el grupo pero afortunadamente para bien.
A nivel personal echo de menos el verso, me encanta, una comedia clásica, un drama. Recuerdo en la Escuela de Arte Dramático, que cuando nos ponían ejercicios siempre me iba al drama. Y en el trabajo final me obligué a hacer comedia porque me daba cuenta que siempre me iba a lo profundo y dramático. (Ríe) Me dije: hay vida mas alla del dramón. Evidentemente, hay veces que echas de menos cosas pero es porque como actor o actriz, en realidad, te apetece todo. El aspecto inconformista del ser humano, ya sabes. Así que si me sale algo de vez en cuando lo cojo y me quito el jipete este del drama. De cualquier modo, yo estoy súper feliz instalado en la comedia que hacemos.
También echo de menos participar en montajes de la Escuela, sobre todo por el componente ese de empezar algo y esa energía que se crea. Pero claro, los ritmos que llevan ya no son compatibles conmigo.
¿Cómo ves el panorama de la cultura en Murcia? ¿Y en concreto del teatro?
El teatro se inventó hace 2500 años y desde entonces está en crisis (ríe). Por eso, creo que la Administración siempre debe apoyar a la cultura y aquí en Murcia, precisamente, tenemos cultura a punta pala, que nadie se engañe. Por eso creo que deben apostar bastante por los proyectos. No solo por la cultura de pan y circo, sino también por la que se sale de eso. Veo cosas en la gestión que me da mucha rabia. Por mucho que a uno le den trabajo no vale todo. Pero por otro lado, con todo lo que puede ser mejorable, veo un cierto cambio, una apuesta últimamente por las compañías murcianas. En el municipio de Murcia ha habido un cambio de política en ese sentido, que al final nos beneficia a todos. Debemos ser profetas en nuestra tierra, poder mostrar nuestro trabajo aquí y luego intentar moverlo por la geografía española. No sólo en teatros grandes, también en centros municipales. Hay una pequeña apuesta por lo de aquí y es muy de agradecer. Siempre diré que hay cosas muy mejorables, sobre todo de la política cultural de las altas esferas, pero cuando algo se hace bien también hay que reconocerlo.
También ocurre que este mundo es muy endogámico y a veces tampoco los compañeros apoyan.
Por último, soy especialmente crítico con el gran publico que debe tener conciencia de que la cultura también es suya, de que debe consumirse como un producto y pagarse. La cultura del Todo Gratis no vale. Todos nos quejamos de que desaparezcan ciertos espacios, por ejemplo, pero siempre a toro pasado. Las cosas hay que lucharlas antes.
Yo reivindico Murcia muchísimo, y creo que tiene muchas cosas atractivas que ofrecer. Puede que no tenga el centro histórico de Cáceres pero tiene cosas alucinantes a las que tienes que llegar de manera no convencional. No todo es la Catedral y el Casino. ¿Cómo puede ser que viaje y me mate por ver museos y no voy nunca a ver los de mi tierra? Todos somos un poco culpables. Recuerdo una vez andando por Murcia con una gestora italiana que nos comentaba lo sorprendida que estaba de que hubiera tantos espacios expositivos. Y, ¿qué pasa? Que muchos de ellos no se conocen, no se sabe bien qué programación tienen. En definitiva, están mal gestionados. Independientemente de que sean mejores o peores exposiciones, es que no se acerca al publico al que no le interesa la cultura. Es que al que le interesa, tampoco le llega. La comunicación, entre otras cosas, está fallando.
O como otro día que fui a ver una exposición a un museo y me di cuenta que la información de un cartel muy importante estaba mal. Fui a hablar con una persona del museo y le comenté el error. Pasados unos meses volví y ahí seguía. Habrá habido gente que se haya ido con esa información errónea en su cabeza. Todo eso dice mucho de la vida cultural murciana.
Yo soy de Cartagena. ¿Qué tal os tratan por allí?
Pues mira, Cartagena es una plaza dura (ríe), pero al final hemos conseguido entrar de otra manera. Algunos miembros de Zoo Cabaret llevamos colaborando con la Orquesta Sinfónica de Murcia desde 2005 y vamos a trabajar con ellos una vez más en el auditorio El Batel, muy pronto. Aunque llevemos años colaborando, trabajar a su lado es siempre un privilegio y se nos siguen poniendo los pelos de punta. Nuestra confianza es tanta que hasta vamos a hacer un Zoo Cabaret Sinfónico. Eso va a ser la bomba. Ha sido una fin de año 2019 y está siendo un principio del 2020, muy bueno.
Cartagena es una maravilla. Tenemos que estar orgullosos de las maravillas que tenemos en esta Región. A Zoo Cabaret nos encanta salir de casa y disfrutamos en cualquier municipio, en cualquier espacio, por pequeño o grande que sea.
Yo conozco vuestra casa, La Madriguera. ¡Qué maravilla de sitio!
Tres de nuestros bichos gestionan de manera voluntaria La Madriguera, una asociación sin ánimo de lucro, ubicada en Beniaján. Quiero recalcar su generosa labor porque todo es voluntario, todas las aportaciones que se hacen son para el bien del artista, no para su gestión. Ellos no se quedan con absolutamente nada. Todos los miembros del Zoo somos socios y la sentimos como nuestra casa. Ahí hemos estrenado casi todos nuestros espectáculos y ahí disfrutamos de la cercanía del público. Aunque nos encante también llenar grandes auditorios como haremos próximamente en el auditorio Víctor Villegas, ojalá hubiera más sitios así en Murcia.
Fotos: Fran Bécares.