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Murcia Inspira - “Una tiene que tener un sitio donde caerse muerta pero sobre todo donde caerse viva”

¿Cuándo empieza el dilema en tu vida?

Aparte de la canción de Carlos Berlanga, que me encontró justo en el momento en que necesitaba un nombre, cuando empecé a pinchar y a hacer camisetas –  y habla de esta mujer que nunca se decide por ninguna opción – yo siempre me he sentido muy indecisa. Nací preocupada. Aunque el tiempo y la gente han acabado demostrándome que no es para tanto. Lo valoro todo mucho, me atasco y cuando tengo que salir de ahí, salgo.

Habiendo estudiado Historia del Arte, decides irte a la parte más creativa, a ese otro lugar que ha acabado ocupando tu vida.

Cuando hice la carrera valoré que me gustaba mucho, sin reparar que era un trabajo en permanente crisis. Y me sigue encantando todo lo que tiene que ver con artes plásticas. Hice las prácticas en la Fundación Tapies (Barcelona, 2001) y a pesar de que fue un poco burocrático porque estuve catalogando, fue una etapa súper feliz de mi vida. Me encantó estar en contacto con esa obra y aprender de manera práctica muchas cosas que había estudiado. Pero allí no me podían ofrecer un puesto porque era un sitio muy pequeño. Eché el currículum por toda Barcelona y no hubo suerte. Entonces decidí que quedarme para ser camarera no me interesaba y me vine, pensando que si tenía que volver a Barcelona lo haría con todo el gusto del mundo.

Aquí me salió alguna cosa en Díaz Cassou, en una exposición que hubo de Los quince de La Opinión y poco más. De ahí ya me encontré frente a un muro. No salía nada ni en Murcia ni fuera de Murcia. Fue un poco frustrante porque estuve a punto dede conseguir una beca en el Reina Sofía, pero en esa época no había las redes que hay ahora, de modo que se convirtió en una tarea muy difícil. Lo intenté hasta donde me inspiré, pero como ya llevaba una temporada que no acababa de despuntar, me quedé en paro y llegó lo de las camisetas, que fue un absurder. Estábamos todo el rato que si conciertos, que si grupos. A mí me flipaba la ropa y pensé: mientras no haga otra cosa, lo hago para las amigas. Y me hacía mi tupper con ellas. Me llevo esta, me quedo la otra y así fue: una tontá. Luego empecé ya en mercadillos, pinchaba también y me movía todo el rato en el ambiente este de conciertos, era un buen momento.

¿Y todo esto, hasta qué punto ha tenido importancia en tu vida?

A épocas. Entonces, y hasta que tuve la tienda, 2004 aproximadamente, fue muy bueno. Luego vino la crisis. Me las voy comiendo todas (ríe). Esta vida va así, ya lo he aprendido. Por eso ahora he decidido hacer el cambio de imagen, porque sé que no existe un buen momento. Es como lo de coger un perro o tener un niño. Simplemente te lo pide el cuerpo. Para mí ha sido súper importante. Realmente me he dado cuenta ahora de cómo ese camino (el bordado) ha permanecido toda mi vida, prácticamente dieciocho años. Mientras, he hecho otros millones de cosas, unas más interesantes, otras menos. Como por ejemplo, pinchar, que me ha dado muchas satisfacciones.

Últimamente han aparecido junto a otras djs ,pero tú has sido precursora en esta ciudad ¿Cómo se come lo de “pinchar” en un mundo de hombres, en la Murcia de hace quince años?

De particular tenía el sentirte una privilegiada en algunos ambientes o sentirte que te estaban haciendo un favor en otros, dependiendo del sitio. Yo en ningún momento me sentí diferente a los que estaban pinchando. Si te gusta como lo hago pues me contratas, sin más.

Empecé en un bar muy pequeño que se llamaba Warhol, en el Ocio he pinchado intermitentemente a lo largo de estos años. Estuve de residente en el Súper 8, en la época fuerte de Mariano Rojas, también en Barcelona, en Alicante, en Valencia. Hasta en La Metro (ríe), en una bienvenida universitaria. Qué lástima no haber llevado móviles con cámara porque no tengo una puñetera foto. Cuando me llamaron le dije: ¿En serio? ¿Queréis a la popera? (ríe). Y así fue. Pero claro, estábamos en una época mixta. No era como ahora.

Bordando verdades…

Por fin he decidido que después de tanto tiempo tenía que hacerlo oficial: bordar por encargo. Mi marca, primero con Lady Dilema, actualmente con Casa Dilema ha pretendido siempre salirse de la norma.

Ahí cabe todo lo que sea personalizado, pero no quiere decir que me guste todo. Me han hecho encargos puramente lucrativos a los que no he puesto etiqueta. Puedo recordar cosas bastante vergonzosas hechas por dinero. (ríe). Todos lo hemos hecho. Me ha pasado de subirle el precio a la persona y decirme: Que sí, que sí, que lo quiero. 

Por eso el cambio de imagen y la forma nueva de presentarme. Porque me he dado cuenta que no quiero buscarme un trabajo alimenticio. Esto me da la felicidad y quiero por todos los medios vivir de esto, ir puliéndolo para llegar a bordar lo que me resulta interesante.  Gente que esté dispuesta a pagarme por hacer cosas bonicas. Cuanto mejor me expreso, más me entiende la gente y menos me piden que borde un conejito de Playboy (ríe). Ven que no es el sitio. Esta transición tan importante ha servido para darme cuenta de eso.

¿Cómo recuerdas la etapa de mercadillos?

La recuerdo muy happy. Era una época muy de festivales. Me iba a todos y era súper divertido porque se hacían contactos muy guay, vendía a mucha gente y era el sitio de encuentro. La gente estaba muy predispuesta a este tipo de producto. En el festival Lemon Pop, por ejemplo, estuve durante un montón de años, lo echo de menos.

Con el paso de los años y con el desencanto de ver que la cosa no va tan bien, que la gente empezaba a ofrecer lo mismo que tú (no tanto por que te copiasen, sino porque salió más gente haciendo este tipo de cosas) y los compradores más empobrecidos en todos los aspectos, hubo una burbuja en que me decían muy a menudo: Me lo compro porque vale un euro. Dejaban de valorar la artesanía, me decían: Ya se que lo haces tú pero es que es muy caro.

Quiero pensar que la crisis de la Covid está dando paso a una nueva conciencia en muchos ámbitos, entre ellas la de cuidar las cosas, de cuidarnos nosotros. Quizás por el precio de mi camiseta te puedes comprar tres en otro lado pero mira a ver qué te van a durar. Mis camisetas personalizadas, si las cuidas, puedes guardarlas durante muchos años. Y eso es muy importante.

Perfecto no se puede ser, porque la cosa está montada de un modo que uno no es ni consciente y ser 100% ético es muy difícil. Mis felicitaciones a las marcas que consiguen acercarse a eso. Yo espero poder llegar a ese punto, no sólo con mi marca sino con mi casa. Actúa local, piensa global. Mi educación ha ido mucho por ahí. Mi madre ha guardado y ha cuidado mucho las cosas. Uno y bueno, que te dure. Yo tengo mucha ropa de mi madre y de mi abuela. Y casi siempre me compro ropa de segunda mano. Si es nueva intento que sea local, de buena calidad. Esa cultura tradicional de no despilfarrar. El simple movimiento que ha surgido hace unos pocos años con las bolsas de plástico ha debido haber supuesto muchísimo. No hacían falta. Si se toman las medidas adecuadas, las actitudes cambian.

Murcia Inspira - “Una tiene que tener un sitio donde caerse muerta pero sobre todo donde caerse viva”

¿Cuándo miras hacia atrás y ves tu evolución qué sientes?

No creo en la maquina del tiempo, en lo de corregir errores. No creo que siendo yo lo pudiera hacer de otra manera, por desgracia. Y no veo tampoco ningún cruce de caminos que pusiera Aquí cambió mi vida y si hubiera ido para el otro lao sería rica (ríe) Como Hombre rico, hombre pobre. Mi otro yo vive en una mansión en Miami. No lo creo, no soy de lamentarme porque el pensar Podría haber hecho no sirve de nada. A veces he pensado que si me hubiera gustado que determinadas cosas pasasen antes, pero también pienso que, probablemente, no tuviese que ser. No creo que mis decisiones hayan alterado todo esto, han sido más bien mis circunstancias históricas. Todo es evolución.

¿Cómo te ves aquí en Murcia? ¿Crees que tienes un nombre hecho?

En general, sí. Pero me he dado cuenta (en mis viajes en Bla Bla Car a Granada, estuve viviendo allí también varios años) que hay mucha gente que le suena pero no sabe exactamente qué hago. Creo que hay un pequeño fallo de difusión porque una se acomoda pensando que quien quiera una camiseta ya sabe que estoy aquí. Mucha gente tiene alguna, a veces se las han regalado, pero no han continuado la búsqueda para comprar otra. A veces, por miedo a ser pesada, no he estado muy presente. Mi misión principal con el cambio de marca es salir de aquí sin salir de aquí. Yo estoy muy feliz en Murcia, se lo digo a todo el mundo. Mucha gente que vive fuera también lo sabe. Todos nos vamos y volvemos. (ríe)

Aquí la cultura tiene muchas posibilidades.  Hay mucha materia prima y la gente cuando viene de fuera alucina. El mayor problema que veo es, en general, la falta de proyección fuera. No sólo me preocupa la imagen que haya de Murcia, no creo tanto en el tópico murciano. Es más bien que la gente no se fija en nosotros, no se nos toma muy en cuenta. Somos los grandes desconocidos pero eso también es responsabilidad nuestra. Nos falta sentir ese orgullo murciano. Vale que nos hemos cargado parte de la huerta, no hemos respetado ruinas de nuestro patrimonio… eso es así, pero no todo lo hacemos mal. Seamos un poco más equilibrados y defendamos todo lo bueno que tenemos y hacemos. Hay que implicarse más y nunca es tarde para venirse arriba.

Somos un poco pueblo a todos los niveles, no sólo porque los proyectos no vayan mas allá. También porque se crea una competencia innecesaria. Aquí hay bastante gente interesante haciendo cosas de todo tipo, pero eso no significa que tengamos que pisarnos. No seamos malpensados y saquemos la cabeza fuera para no hacer exactamente lo mismo que está haciendo el vecino. Con esa actitud se crea un ambiente un poco tóxico.

En la comunicación de la nueva marca Casa Dilema, una cosa que hemos puesto es No gender para que no se quede en una marca de chicas, cuando hay muchos hombres que visten mis camisetas desde hace años. Forma parte de la idea de ser universal sin salir de Murcia. Soy de Murcia y estoy orgullosa, pero quiero vender fuera y ser más universal. Las camisetas son para todes.

Y ahora ya con esta CASA, que es el centro de mi universo, ni te cuento. A veces no sabes cuál es tu sueño hasta que se te cumple, y no tienen que ser grandes sueños. Cuando me empecé a dar cuenta de qué era lo que quería y luego lo tuve, fue enorme. Casi la creación de la marca es una celebración de ese sueño. Recibir, estar aquí, cuidar de mis cosas. Dilema es dicotomía, de modo que soy muy casera pero también me gusta la jarana. Casa Dilema no es sólo estar en el hogar y trabajar. Es también invitar a los amigos y disfrutar.

¿Qué le pides a la vida? ¿Has logrado lo que buscabas?

Estoy en un buen momento. Poco más pido. Yo no quiero que me toque la lotería y no trabajar, yo quiero trabajar. Tener un montón de encargos que me permitan llevar una vida sencilla haciendo lo que más me gusta: bordar, dar talleres y cursos aquí, algún evento… a ver si pasa todo esto y puedo volver a hacer cursos cortos para grupos reducidos… cosas así.

Me encanta ese momento en que viene alguien con un interés en esto y se va feliz con su trabajo hecho. Además creo que es importante salir de la zona de confort y aprender cosas nuevas. Hacer cosas aquí y ahora te desencaja a muchos niveles y eso es muy bueno porque luego te recoloca. Entre Netflix e Instagram estamos matando muchas neuronas (ríe). Hay que recuperarlas como sea. Hemos perdido muchísima capacidad de concentración y debemos trabajarlo.

Murcia Inspira - “Una tiene que tener un sitio donde caerse muerta pero sobre todo donde caerse viva”

¿Qué son las Behinders?

Las Behinders prepandémicas (ríe). Presentamos el proyecto en el Festival Zorroclocos, el día 7 de marzo, justo antes de que empezara todo este jaleo. Es un colectivo artístico a rabiar formado por la ilustradora Ana Galvañ y yo. En realidad decimos que Behinders somos todas, creemos mucho en la sororidad y queremos que sea como un nido. Viene, obviamente, por estar detrás, mujeres invisibilizadas pero que en realidad nos ponemos al frente. Otra vez la dicotomía.

Defendemos valores como la amistad. En la escala social, dice gente como la socióloga Birigitte Vasallo, es, tristemente, lo último. Primero la pareja, luego la familia y por último los amigos. Yo siempre he apostado mucho por la amistad y el choque es cuando ves que la gente no lo ve como tú y lo tienes que explicar y defender. Por eso, que haya cada vez más gente que piense esto es estupendo. No es solo feminismo, es filosofía vital.

Tenemos un manifiesto que va de feminismo, de desenmascarar el amor romántico, muy en el ámbito de la cultura, pero en realidad vale todo. Digamos que nosotras no estamos cambiando el mundo pero hacemos una labor en nuestro entorno que se convierte en un efecto mariposa. Al final, contando cómo es mi vida, qué es lo que creo y compartiendo información feminista, algo va quedando. Apoyamos pensamientos y formas de vida diferentes. Cosas como por ejemplo el estigma de la mujer sola: ¿Y vives sola? ¿Estás sola? Son paradigmas que debemos contribuir a que cambien. ¿Y no tienes pareja? Pero, ¿no quieres? Y no tienes familia, pero ¿no quieres? Es como si siempre nos faltase algo si no hacemos lo correcto. ¿Y esa vida que llevas te da para vivir? La gente necesita ponerte en un cajoncito y como no sepan en cuál ponerte pues ya la hemos liao (ríe). Tenemos, entre otras cosas, un blog donde subimos biografías de mujeres transgresoras que son desconocidas.

En la colección de camisetas creada para Behinders pusimos mensajes que fuesen universales, feministas y vendibles a hombres y mujeres. ¡Basta ya! El feminismo como nos lo están vendiendo no es eso. Esto es un feminismo de buen rollo.

Behinders ha surgido en un momento en que hemos coincidido de forma vital y da gusto ver cómo tu forma de pensar se materializa en los pensamientos de otras personas, en teorías que están saliendo… es como mis pantalones de cuadros que ahora se llevan. Pues te da gusto que se lleven – y también te da rabia porque yo los llevaba antes – (ríe). Nos han enseñado a competir entre nosotras y está tan metido que no sabemos ni porqué lo hacemos. Estamos en una época de cuestionarlo todo y recuperar valores.

¿Cómo te ves en unos años?

En unos años me veo mejorando todo lo mejorable de la marca para ser sostenible. Me gustaría poder controlar toda la producción y lo que actualmente no puedo porque dependo de otros distribuidores. Y que todo se pueda hacer en España. Eso sería maravilloso. Ojalá todos volvamos a una normalidad con más conciencia, que todo esto haya servido de algo. Las personas podemos hacer mucho por cambiar las cosas, a pesar de esos intereses, de esas manos negras que ni sabemos que existen.

Murcia Inspira - “Una tiene que tener un sitio donde caerse muerta pero sobre todo donde caerse viva”

Fotos cedidas por Leafhopper.


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