Beatriz Miralles tiene la capacidad de ahondar en lo aparentemente insignificante con una exactitud y delicadeza extrema. Sus gestos, forma de mirar y escribir son pausados y reflexivos. Exquisita en fondo y forma, trabaja por y para que la cultura sea un medio de mejora del pulso vital en nuestro entorno más inmediato.
Recuérdanos a qué lugar de Murcia merece la pena volver ahora que anda todo más relajado.
En estos días me gustaría recuperar de Murcia ciertas cosas de la vida cotidiana, como salir una mañana de sábado y dar un paseo para comprar el periódico y algunas revistas tomando el camino más largo o improvisar una visita a las librerías, pasar por el portal de una amiga y tocar el timbre para tomarnos un vermú o comer o cenar con el grupo de amigos. Qué sencillo es todo lo que ahora roza lo extraordinario. Por otro lado, me gustaría hacer un viaje que es casi una promesa que me he hecho: volver a los lugares donde viví durante los veranos familiares en El Puerto. Me hacía ilusión, pero no sé si lo podré hacer.
El mundo se ha puesto patas arriba con el virus. En relación a esto: ¿ha sido inspirador para ti el confinamiento? ¿Qué te parece que la cultura haya sido un bien de todos durante esta cuarentena?
La crisis del Covid-19 y todo lo que consigo arrastra no me resulta nada inspirador. Es todo bastante trágico y devastador. Además hay cosas sobre las que no quiero romantizar. Otra cosa es cómo nos hemos manejado a flote en este retiro obligatorio que a muchos nos ha obligado a parar. En mi caso me ha permitido retomar y poner una cierta idea de orden en algunos proyectos, pero algunos días me cuesta concentrarme.
Por otra parte, la cultura construye lo simbólico y nos construye como sociedad. Es también muchas veces aquello que tiene la capacidad de construir otro horizonte de posibles. El valor de la cultura no está hecho solo de intangibles, reside también en su sector económico. Pero no es solo eso. Es también una fuente de bienestar individual y colectivo.
¿Qué te llevó a la poesía?
Responder sobre qué me llevó a la poesía supondría una reflexión sobre algo que me he podido plantear tiempo después. Supongo que fui vulnerable a las palabras y te hablo a lo mejor de canciones o de expresiones que escuchas en casa, de toda esa fascinación frente a los usos poéticos del lenguaje. Luego llegan las lecturas y los flechazos literarios. Y más tarde quizá te planteas todo esto y mientras divagas en el fondo estás creando tu propio imaginario.
¿Qué ha ocurrido en ti, como poeta, durante estos años, desde que publicaste Oscura deja la piel su sombra?
Ha ocurrido el tiempo y la propia vida, que es lo que ocurre siempre, lo que no deja de ocurrir incluso cuando se escribe. Recientemente he reunido bastantes poemas. Pero al final este es un proceso bastante abierto y flexible y ellos mismos son los que terminan decidiendo dónde quieren estar. Esta crisis ha aplazado la publicación del que sería mi segundo libro. Pero todo llegará.
Ad Minimum se fundó en Murcia en 2014, el proyecto viene ofreciendo de manera independiente obras en pequeño formato. La iniciativa responde al deseo de dar estímulo a otras formas de edición y creación. Los cuadernos se editan en tirada breve, formato sencillo y posibilidades infinitas. ¿En qué punto está hoy?
Meses atrás publicamos dos cuadernos. Por un lado, la plaquette No es sino luz del poeta Agustín Pérez Leal (Premio de la Crítica Literaria Valenciana 2017 de Poesía), prologado por Vicente Gallego e ilustrado por David Pareja. También presentamos Variaciones sobre el silencio, de Francisco Jarauta con quien iniciamos la colección Ideas, que se suma a la ya existente de poesía. Tenemos en cola tres publicaciones y nuevas reimpresiones de algunos títulos como el de la poeta Carmen Juan.
Desde que se creó hasta ahora parece que ha cambiado el interés lector en Murcia. Han aparecido muchas librerías de nuevo y de viejo en pocos años. También han cerrado otras, tristemente ¿A qué crees que se debe?
El panorama literario de la Región siempre ha sido bueno, existe un microclima especial muy activo, cuya labor es inestimable y nos recuerda que todo suma. Sin embargo, el cierre de librerías como Colette o ExpoLibro no han sido buenas noticias.
¿Cuál es tu relación con Traperos?
A Traperos los conocí por su labor sociocultural en el Pabellón 2 del Cuartel de Artillería, más tarde los lazos se estrecharon en la librería Libros Traperos. Siento un gran afecto hacia ellos.
¿Qué le pides a la literatura para juzgarla de calidad?
Te podría hablar de la literatura y de los libros que me gustan. Me gusta aquello que te pellizca, que viene a clavarse y te marca. Me gustan los libros que tienen una voz que me habla. Me gusta entender también la literatura como una apertura de territorios, como una forma de acción directa donde, por continuar parafraseando a Barthes, aflora la lengua dentro de la lengua. Salinger decía que los libros que más le gustaban eran aquellos que cuando terminaba de leerlos le gustaría que el autor fuera muy amigo suyo para llamarle cuando quisiera y comentar el libro. A mí me pasa lo mismo.
¿Qué poeta tienes siempre como referente? Algún texto que permanezca imborrable en tu memoria.
No soy una persona mitómana y en ese sentido no me gusta glorificar en exceso. Además estas cuestiones de listas se me dan bastante mal porque me dejan con la sensación de olvidar lo mejor en los márgenes por cualquier despiste. Pero a veces, por ejemplo, un verso de María Cegarra: “para escucharte, canto”.
¿Qué te llevó a la gestión cultural?
Te responderé algo en la línea de afinidades de Sergio Porlán al que entrevistasteis hace poco, esto es, que me gusta la gestión entendiéndola como un oficio de postproducción pero también de reflexión sobre el territorio.
¿Cómo ves la gestión de la cultura en los últimos tiempos en Murcia?
Murcia me hace pensar muchas veces que tiene un potencial pendiente de explosionar en cualquier momento. Mientras tanto conviene recordar que este es un ecosistema delicado que merece nuestro inconformismo y nuestros cuidados.
¿Cómo se construye cultura?
Desde las bases, con metodologías transversales que afecten y puedan mejorar el pulso vital de una ciudad y con ello el entorno inmediato de sus vecinos. Responder a esta pregunta exige ser ambiciosos en nuestros planteamientos y poner sobre la mesa en muchos casos una revisión del debate educativo y cultural. No es una tarea sencilla, sino más bien apasionante.
¿Te crispa algún comportamiento en las redes en torno a la cultura?
En estos momentos no estoy muy al tanto de las redes sociales. No significa que no las use, que reniegue de ellas o que no me interesen. En mi caso más bien se trata de acotarle un filtro al cebo enfurecido. Es una decisión, no un refinamiento anacrónico. Decía Jonas Mekas que el mal y la fealdad se cuidan solos, y que es el bien y la belleza lo que necesita de nuestros cuidados. Ese podría ser mi escudo de armas.
Recuérdanos porqué merece la pena coger un libro.
Cada lector tiene su libro y cada libro su lector. A veces tengo la sensación que hay una carga enorme de obligaciones entorno al libro y a la lectura. A mí me gusta entender al lector como un sujeto deseante y la lectura como un hecho placentero, que no ingenuo o libre de apelaciones. Me gusta una cosa que dice Muñoz Molina sobre que el libro te permite disponer de la soberanía de tu propia soledad, que viene a ser como decir la soberanía de uno mismo.
¿Quién es Beatriz Miralles?
No sé si puedo responder a una pregunta así sin que no llegue a incomodarme por pretender hablar de mí en tercera persona y llegue a convertirme en alguien con quien no me identifique.
Fotos cedidas por la artista.