Me dan mucha envidia los clientes que vienen estos días pidiendo libros que no tenemos y que no pueden pedir porque se van esa misma tarde a la playa y ya no vuelven hasta septiembre. Menos mal que la mascarilla oculta mi cara de odio. Como no se pueden ir de manos vacías, me preguntan por algún libro que les vaya a entretener de verdad y que mejor sea de bolsillo para poder rebozarlo en la arena sin remordimientos.
Yo despliego mis encantos hablando de libros que no he leído sin haber leído Cómo hablar de los libros que no se han leído, lo que tiene algo de mérito, quieras que no y acabamos un rato después en la caja intentando esquivar la pantalla protectora sin demasiado éxito, con una torre de libros que me cuesta creer que se vayan a terminar. Se van con cuatro o cinco libros, que quieras que no, hacen bulto en una maleta e ilusionan a cualquiera que se quiera sentir más culto. Yo me quedo pensando en cuáles serían mis elecciones y en pocos minutos ya me ha sobrevenido una buena sesión de taquicardia e hiperventilación. Quería leer algún clásico, tenía que leer un bestseller, cinco, seis, veinte novelas que tenía apuntadas, había pensado también que sería el momento de leer algo de historia, de filosofía, incluso de economía. Por no decir que hasta me apetecía algún libro para repasar mi inglés. Basta, no necesito unas vacaciones de quince días, necesito un confinamiento de varios meses. Como soy una chica de listas (que no lista), más que una chica de acción, el otro día, mientras ordenaba puntualmente las estanterías de la librería, fui anotando en una libreta qué libros podrían ser susceptibles de lectura este verano. Me dije que tenían que ser cuatro, cinco a lo sumo. Ya llevo más de treinta. ¿Me comprendéis, verdad que sí? Como no quiero sumirme yo sola en esta espiral de quiero y no puedo, os dejo una (muy) pequeña selección de los libros que me llevaría a la playa si finalmente me atrevo a llenar de arena mi mascarilla. Si os animáis a leer alguno de ellos, si los habéis leído ya, si os parece una selección vergonzosa, contadme, haceos mis amigos en Goodreads, comentemos la cantidad de libros que queríamos leer y que finalmente dejamos en la hamaca para viciarnos con Instagram. Quizá hasta podríamos hacer un club de lectura post verano y preconfinamiento, quién sabe. Si os apetece, os espero a la vuelta con nuevas ansiedades de librera.
El infinito en un junco. Irene Vallejo. Siruela, 2019
Desde que estoy en la librería, no he vivido un fenómeno editorial como este, más allá de Pérez Reverte y El monje que vendió su Ferrari. Que se trate de un ensayo sobre la invención de los libros y que una de cada tres personas que llega, nos lo pida, me hace creer un poco más en el ser humano (¿y en el marketing?). Quiero averiguar por qué todo el mundo está enamorado de este libro. Es el primero de mi lista.
Un amor cualquiera. Jane Smiley. Sexto Piso, 2020
Hace unos años leí La edad del desconsuelo, libro que escogí por título y por portada, no os vayáis a pensar que no peco yo de frívola. Un libro sencillo sobre las relaciones de pareja, los hijos y cómo se nos caen los dientes con el paso del tiempo o los golpes de la vida. Creía que no me había gustado tanto, pero sigo acordándome de la sensación que tenía al leerlo y eso me dice que fue un buen libro. Este, cuyo título y portada también me obligan a leerlo, trata sobre baches sentimentales, rupturas y llantos. Después de haber devorado este fin de semana Departamento de especulaciones, de Jenny Offill (Libros del Asteroide) solo quiero seguir hurgando en la herida.
Locos, ricos y asiáticos. Kevin Kwan. Suma, 2013
En mi intento de darle un respiro a mi alma adicta al drama, este libro de, atención, 2013, lleva en mi lista años, esperando a que sea verano, a que tenga tiempo de leer algo puramente entretenido, que me divierta un poco. Este va a ser el verano, me lo llevo prometiendo desde Navidad. ¿Qué nos apostamos? Vuelve aquí a tomar pulso mi frivolidad porque quiero leerlo solo por la crítica en la revista Glamour: «Es imposible no verse atrapado por esta sátira sobre las lujosas vidas de una enorme familia de entrometidos y su infinita colección de Louboutin.» Ya me estoy visualizando en la hamaca, con un margarita, el libro y mis revistas de moda. Y por supuesto, dosis extra de gel hidroalcohólico y protector solar.
Patria. Aramburu. Tusquets, 2016
Ya, ya sé que voy con mucho retraso, no puede una estar a la última con tanta laguna, pero lo urgente acaba imponiéndose. ¿Es este el verano de Patria para mí? ¿Y para ti? ¿Me vendrá bien después del detox de drama? Hoy mismo he visto a una booktuber, (sí, yo también creo que debería hacerme un canal) que se había decantado por la adaptación al cómic que acaban de sacar y, como soy una envidiosa, ahora quiero leerme los dos. Me parece a mí que ya estoy siendo ambiciosa de más y los quince días no me van a dar para tanto. Solo me motiva el hecho de no tener que decirle a otro cliente más que no, que no he leído Patria, que ya sé que es un libro que hay que leer. Ellos quizá no entienden que hay tantos así…
Piscinas vacías. Laura Ferrero. Alfaguara, 2015
Laura Ferrero también es una autora a la que volver tras un buen recuerdo de Qué vas a hacer con el resto de tu vida (Alfaguara, 2016) y un maravilloso El amor después del amor (Bridge, 2018). Algo bueno hay en los autores que hablan de ti, que te cuentan, que no te dejan de lado. Es lo que me ocurre con ella y un libro como este hay que leerlo en verano, a poder ser en una piscina vacía y no creo que haya un verano con piscinas más vacías que este.
Momentos estelares de la humanidad. Stefan Zweig. Acantilado, 2012
Que conste que no he elegido este libro por la portada, pero puede que sea una de mis favoritas (aunque mi obsesión por las estrellas me obliga a prohibirme comprar más cosas con esta forma, aquí haré una excepción). Siempre he pasado de puntillas por la historia, con demasiado poco interés, imagino que porque soy muy olvidadiza y jamás recuerdo fechas o acontecimientos y eso acaba desmotivándome. He pensado que el verano es un buen momento para darle una oportunidad (¿demasiadas expectativas puestas en mi verano?) No he leído a Zweig tampoco. Lo siento, ya me doy yo palmaditas en la espalda. Creo que ya es hora de conocernos.
Yoga para mi bienestar. Xuan-Lan. Grijalbo, 2018
Sí, soy de las que ha caído en las redes de esta gurú del yoga durante el confinamiento y no sabéis el bien que me ha hecho. No solo por la conexión que he desarrollado entre mi cuerpo y mi mente, si no por las risas que he provocado en mi casa cada vez que me tumbaba en posición cadáver imperturbable durante unos minutos o me ponía a cantar el mantra OM a todo lo que daba mi caja torácica. Además, ha sido maravilloso compartir experiencias con un montón de gente que ha venido a la librería a por los libros de Xuan-Lan. He podido experimentar de primera mano la realidad que hay detrás de una comunidad de seguidores. Si me veis haciendo el perro boca abajo en la orilla de la playa, no os riáis de mí, por favor.
Acuarela botánica. Harriet de Winton. Hoaki, 2019
Y como dicen que el verano es para dar rienda suelta a las aficiones, he decidido que voy a probar con la pintura. Si tengo los genes de mi abuela, esto va a ser pan comido, solo espero que se me dé mejor que hacer mandalas. Últimamente estoy muy obsesionada con las plantas y las flores y tras un hecho traumático en el mini jardín balconero, he pensado que pintando no hay riesgo de muerte. Le tomé prestada a mi hermano una caja de acuarelas de cuando éramos pequeños y me hace ilusión coger un pincel. ¿Será más fácil que con los palillos chinos? Si no es así, me da exactamente igual, no sabéis lo precioso que es el libro por dentro.
PD: Se trata de una selección completamente arbitraria, personal y visceral. No me juzguéis, que empiezo las vacaciones a la voz de ya y no quiero que me piten los oídos. Espero que os inspire o que, al menos os haga crecer vuestra lista con libros que no pensabais leer, como me ha ocurrido a mí. Felices lecturas de verano.